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Trump se equivoca peligrosamente sobre el coronavirus: "Si dejamos de hacer pruebas, tendríamos muy pocos casos, si es que hay alguno"

Trump sobre las pruebas de coronavirus: “Si dejáramos de hacer pruebas en este momento, tendríamos muy pocos casos, si es que hay alguno”.

POR Andrew Romano-. A medida que los casos de coronavirus siguen aumentando en más de 20 estados, lo cual ha avivado el temor a que se produzca una segunda ola de hospitalizaciones y muertes, algunos políticos han decidido rechazar las noticias preocupantes con una explicación rudimentaria y tranquilizadora.

Por supuesto, el número de casos de COVID-19 está aumentando, dicen. Eso es lo que pasa cuando les haces más pruebas a más personas: encuentras más infecciones.

El lunes, el presidente Trump se sumó a ese coro tranquilizador. “Nuestras pruebas son más avanzadas y a una escala mayor que cualquier otro país, ¡hemos hecho un gran trabajo en ese sentido!, por eso tenemos más casos”, tuiteó Trump en la mañana. “Sin pruebas, o si hiciéramos muy pocas, casi no tendríamos casos. La prueba es una espada de doble filo: ¡nos hace quedar mal, pero es bueno tenerlas!”.

“Si dejamos de hacer pruebas en este momento”, agregó el presidente durante un evento sobre las personas mayores en la Casa Blanca, “tendríamos muy pocos casos, si es que hay alguno”.

Y según un informe publicado en el New York Times, el vicepresidente Mike Pence se hizo eco del argumento de Trump durante una reunión el lunes con los gobernadores, a quienes alentó a “continuar explicándoles a sus ciudadanos la magnitud del aumento de las pruebas” para “animar a las personas con la noticia de que estamos reabriendo el país de forma segura”.

El presidente Trump en una reunión en la Casa Blanca para hablar sobre las personas mayores, el lunes. (Saul Loeb/AFP vía Getty Images)
El presidente Trump en una reunión en la Casa Blanca para hablar sobre las personas mayores, el lunes. (Saul Loeb/AFP vía Getty Images)

Trump tiene razón en una cosa: ahora Estados Unidos está realizando más pruebas de COVID-19 que cualquier otro país, un total de unas 465,000 al día, lo que implica un índice per cápita de aproximadamente 1,25 por cada 1,000 residentes. Sin embargo, su razonamiento sin sentido de que lo que no podemos constatar no existe, su idea de que las infecciones por coronavirus dejarían de existir si dejáramos de detectarlas, conduce a un engaño peligroso. Decir algo así solo contribuye a generar una sensación de complacencia que amenaza con acelerar aún más la propagación del virus.

No es necesario ser un especialista en matemáticas para desacreditar la afirmación de Trump. Basta con mirar el caso de Florida, donde el gobernador republicano Ron DeSantis, uno de los aliados más firmes del presidente, ha estado ignorando las preguntas de los periodistas siguiendo una línea similar.

“A medida que hagas más pruebas, encontrarás más casos”, dijo DeSantis el jueves.

Sin duda, Florida ha estado detectando más casos. El lunes, el Estado del Sol informó un aumento diario de 1,758 infecciones por COVID-19. Ese número le sigue a dos días con más de 2,000 nuevos casos de coronavirus, incluido el total diario más alto del estado el sábado (2,581). También representa el día 12 de los últimos 13 en los que el estado ha anunciado más de 1,000 casos nuevos.

Eso significa que la media móvil de siete días de infecciones de COVID-19 en Florida, una medida importante que ayuda a equilibrar las fluctuaciones diarias en los informes, ha aumentado todos los días desde principios de mes. El 1 de junio, la media de siete días de Florida era de 726 casos diarios. El 15 de junio se había más que duplicado alcanzando los 1,775.

Si Trump y DeSantis tuvieran razón al decir que las pruebas explican ese aumento, también debería producirse un aumento proporcional en el número de pruebas nuevas realizadas cada día durante ese mismo período de tiempo.

Pero eso no es lo que muestran los datos. En realidad Florida ha estado realizando aproximadamente el mismo número de pruebas de COVID-19 como media todos los días durante el último mes. Durante las últimas dos semanas de mayo, el estado realizó 369,557 pruebas en total, lo que implica una media diaria de 26 396. Durante las dos primeras semanas de junio, el estado realizó 387,666 pruebas en total, para una media de 27 690 al día.

En otras palabras, el número de pruebas realizadas al día en Florida no ha cambiado, pero los casos promedio aumentaron más del doble. Entonces, Trump y DeSantis se equivocan: las pruebas no explican el reciente aumento de las infecciones en Florida.

La verdad sobre las pruebas es que ofrecen rendimientos decrecientes. Claro, existe una relación inicial entre el incremento de las pruebas y el aumento de los recuentos de casos porque las personas que primero se hacen las pruebas son las más propensas a estar enfermas. Pero a medida que aumenta la capacidad de diagnóstico se empiezan a evaluar a más personas que tienen cada vez menos posibilidades de infección. Por tanto, no hay mucha correlación entre la cantidad de pruebas y la escala de una epidemia.

Otros datos de Florida también reflejan esta dinámica. Por ejemplo: si el tamaño del brote del estado fuera estable, y si el creciente número de casos fuera simplemente el subproducto inevitable e incluso deseable del aumento de las pruebas, entonces el porcentaje de pruebas positivas por día disminuiría o, en el peor de los casos, se mantendría estable.

En cambio, la media móvil de siete días de pruebas positivas de Florida aumentó de 3,85 % el 1 de junio al 6,35 % el 15 de junio.

Veraneantes en la arena de Juno Beach el lunes. (Joe Forzano/The Palm Beach Post vía ZUMA Wire)
Veraneantes en la arena de Juno Beach el lunes. (Joe Forzano/The Palm Beach Post vía ZUMA Wire)

Del mismo modo, si Florida simplemente detectara más casos a través de un aumento de las pruebas que realiza, sin más personas enfermas, entonces el número de residentes con COVID-19 que acuden a los hospitales se mantendría estable.

Sin embargo, no es así. Durante la última semana, el promedio de siete días de nuevas hospitalizaciones del estado ha aumentado de poco más de 100 por día a casi 150 diarios.

Florida no es la única que está viviendo ese fenómeno. Entre el 7 y el 14 de junio, la media móvil de siete días de pruebas positivas aumentó del 6,2 al 13,5 % en Alabama, del 12,3 al 15,6 % en Arizona, del 5,6 al 19,7 % en Mississippi y del 6,4 al 13,7 % en Carolina del Sur, una señal de que sus brotes están creciendo, independientemente de su capacidad de prueba. Muchos otros estados, incluidos Alaska, Nevada, Idaho, Oklahoma, Oregón, Dakota del Sur, Texas y Wyoming también han registrado tasas de pruebas positivas crecientes en los últimos días.

De hecho, hay algunos lugares donde el aumento de las pruebas ha conducido a la detección de más infecciones asintomáticas, como California. Allí, el promedio de siete días de las pruebas diarias totales ha aumentado de aproximadamente 53,000 a 63,000 en lo que va del mes, pero las hospitalizaciones se han estabilizado y la tasa de pruebas positivas ha disminuido de aproximadamente el 5 al 4,5 %.

Pero eso no es lo que está ocurriendo en Florida, ni en muchos otros estados donde los recuentos de casos están aumentando. Rt es una estadística epidemiológica que representa el grado de transmisibilidad, o el número de personas que un enfermo puede infectar en un punto particular de una epidemia. Un Rt por debajo de 1.0 indica que cada persona infecta como media a menos de una persona; un Rt superior a 1.0 indica que está creciendo un brote. Hace seis semanas, solo 10 estados tenían un Rt de 1.0 o superior. En la actualidad 18 estados se acercan a ese umbral preocupante.

Por ahora, parece que ninguno de esos estados se convertirá en la próxima ciudad de Nueva York. El porcentaje de residentes infectados con COVID-19 sigue siendo relativamente bajo. La capacidad para realizar pruebas es mucho mayor que antes. Los hospitales aún no están bajo presión. La gente entiende que debe usar mascarillas y mantener la distancia, aunque estén cansados de hacerlo. Los nuevos brotes no deberían tomar por sorpresa a los estadounidenses.

Sin embargo, la palabra clave es “no debería”. Si nos negamos a aceptar que están ocurriendo esos brotes, también podemos negarnos a hacer lo que sea necesario para evitar que se salgan de control. Decirnos que todo se debe a que estamos haciendo más pruebas nos exime de esa responsabilidad. Trump dice que las cosas solo se ven mal porque estamos haciendo algo bueno. No es por culpa de nuestros comportamientos.

Pero nuestro comportamiento es el culpable. El coronavirus no se retira por arte de magia cuando un gobernador decide que es hora de relajar las medidas de bloqueo. El patógeno continuará propagándose donde sea, sobre todo cuando las personas interactúen a una distancia de menos de 6 pies, sin mascarilla y en lugares cerrados.

A medida que los estados vuelven a abrir, y muchos de los estados con un aumento en el número de casos han sido los primeros y más ansiosos por reanudar los negocios como de costumbre, más residentes comenzarán a olvidarse del distanciamiento social. Y mientras más personas se relajen, más se arriesgarán a contraer el coronavirus.

Una parte de ese riesgo es tolerable, es el costo inevitable de coexistir con un virus para el cual aún no hemos desarrollado ninguna inmunidad. Pero si insistimos, como Trump, en que bajar la guardia no nos costará nada, que el virus no se está propagando, que los recuentos crecientes de casos son una ilusión estadística y que no hay razón para preocuparse, entonces es posible que no reconozcamos ni respondamos a lo que realmente está sucediendo, hasta que sea demasiado tarde.

Estados Unidos ya aplicó esa estrategia. Y no le fue bien.