Trump a favor de que se estudie la Biblia en las escuelas públicas norteamericanas

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha aplaudido las intenciones de algunos legisladores republicanos de introducir la lectura de la Biblia como materia en las escuelas públicas de sus estados. Así lo ha manifestado en su cuenta de Twitter: “Numerosos estados introducirán la enseñanza de la Biblia, dando la opción a los estudiantes de estudiarla. Estamos dando marcha atrás? Genial!

El tuit del presidente se produjo después de la emisión en la cadena de televisión Fox de un programa (Fox&Friends) en el que participó el republicano Aaron McWilliams de Dakota del Norte defendiendo que la Biblia es un texto histórico que se debe estudiar en los colegios.

Se trata de una iniciativa que podría ponerse en marcha en seis estados controlados por los republicanos, como Florida, Indiana, Dakota del Norte o Virginia. De esta manera, se enseñaría en los centros el Nuevo y el Antiguo Testamento. Ya en 2017 el gobernador de Kentucky Matt Bevin, también republicano, firmó una ley en la que se permitía a los estudiantes de las escuelas públicas tomar clases de Biblia y hebreo.

El presidente Trump mostraba en Twitter su apoyo a la iniciativa de que la Biblia se enseñe como un texto histórico en las escuelas públicas de los Estados Unidos. (Créditos: Getty Images)
El presidente Trump mostraba en Twitter su apoyo a la iniciativa de que la Biblia se enseñe como un texto histórico en las escuelas públicas de los Estados Unidos. (Créditos: Getty Images)

Esta iniciativa cuenta con la oposición frontal de distintas organizaciones, entre ellas la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (American Civil Liberties Union o ACLU), una organización sin ánimo de lucro que trata de defender los derechos y libertades individuales. Para ACLU este tipo de leyes atentan contra la libertad de religión en los Estados Unidos y la separación entre Iglesia y Estado recogidas en su Constitución.

En enero de 2018 ACLU publicó los resultados de una investigación en la que se afirmaba que muchos de los cursos que se estaban impartiendo en Kentucky violaban los requerimientos establecidos en la Constitución, ya que los textos no eran seculares, objetivos y con un fondo académico. Aseguraban que se estaban usando textos elaborados por parroquias para las clases de las escuelas públicas. En su opinión, no se trataba de un estudio de la Biblia sino una clase de religión.

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