Trump denuncia sesgos anticatólicos, pero ataca la fe de Biden

La jueza Amy Coney Barrett, candidata del presidente Donald Trump a la Corte Suprema, habla junto al presidente durante su anuncio público en el Jardín de las Rosas en la Casa Blanca en Washington, el 26 de septiembre de 2020. (Al Drago/The New York Times)
La jueza Amy Coney Barrett, candidata del presidente Donald Trump a la Corte Suprema, habla junto al presidente durante su anuncio público en el Jardín de las Rosas en la Casa Blanca en Washington, el 26 de septiembre de 2020. (Al Drago/The New York Times)
Joe Biden, el candidato presidencial demócrata, y dos de sus nietos salen de la iglesia católica romana St. Joseph on the Brandywine tras asistir a una misa dominical en Wilmington, Delaware, el 13 de septiembre de 2020. (Amr Alfiky/The New York Times)
Joe Biden, el candidato presidencial demócrata, y dos de sus nietos salen de la iglesia católica romana St. Joseph on the Brandywine tras asistir a una misa dominical en Wilmington, Delaware, el 13 de septiembre de 2020. (Amr Alfiky/The New York Times)

WASHINGTON — El presidente Donald Trump ha acusado a su oponente, el exvicepresidente Joe Biden, de estar “contra Dios”, “contra la Biblia” y “esencialmente contra la religión”.

En la Convención Nacional Republicana, Lou Holtz, el notorio exentrenador de fútbol de Notre Dame, llamó a Biden, quien es católico romano practicante, un “católico solo de nombre”.

Pero ahora, mientras Trump busca atraer a los votantes católicos a cinco semanas de las elecciones, él y sus principales asesores están afirmando que cualquier debate sobre las creencias religiosas de la jueza Amy Coney Barrett equivale a un ataque anticatólico, en un intento del presidente de provocar a sus votantes inventando una guerra cultural contra lo que los republicanos llaman un “clan hiperconsciente” de la izquierda.

En una conferencia de prensa el domingo por la noche, Trump acusó a los demócratas de “jugar la carta religiosa” con Barrett, su candidata a la Corte Suprema, quien es madre de siete hijos y devota católica romana.

“Sobre la situación religiosa con Amy, pensé que ya habíamos resuelto esto hace 60 años con la elección de John F. Kennedy”, dijo Trump. “Es en serio, están criticando su catolicismo”. Sin ninguna prueba, el presidente procedió a acusar a los demócratas de “básicamente pelear contra una religión importante en nuestro país”.

En una llamada de la campaña de Trump con sus principales aliados católicos el domingo por la noche, Justin Clark, subdirector de la campaña, dijo que “la nueva izquierda radical ha adoptado las tendencias destructivas y de odio del anticatolicismo del pasado”. Añadió que “en lugar de organizaciones terroristas como el Ku Klux Klan, tenemos un clan ‘hiperconsciente’” que lanza ataques anticatólicos. Además, dejó en claro el mensaje de la campaña a los votantes católicos en los últimos días de la contienda: “Nuestra fe como católicos está siendo atacada”.

Hasta ahora, al menos, los ataques contra el catolicismo de Barrett no han provenido de los principales demócratas ni del candidato del partido. Lo sorprendente es que Trump, un hombre que pasa las mañanas de domingo en el campo de golf y no es conocido por ser una persona de fe, juzga con severidad a algunos católicos (como Biden) y al segundo siguiente dice que este tipo de juicios severos no están bien (al menos cuando se trata de Barrett).

Los comentarios pasados sobre la fe de Barrett por parte de algunos demócratas —el más infame se dio durante su audiencia de confirmación para la Corte de Apelaciones de 2017 cuando la senadora Dianne Feinstein afirmó que “el dogma vive con fuerza en usted”— le han dado armas a los republicanos para intentar vincular el sesgo anticatólico con el Partido Demócrata.

Sin embargo, los líderes demócratas y la campaña de Biden, quienes se oponen a la confirmación de Barrett, han tratado el comentario de Feinstein como una importante señal de advertencia. De hecho, están siendo cautelosos al evitar acercarse a cualquier debate sobre su religión. Los partidarios de Biden dijeron que evitar preguntas personales sobre la fe de Barrett en las próximas semanas es políticamente crucial, ya que Biden tendrá la oportunidad de abrirse paso con algunos votantes religiosos que tienden a apoyar a candidatos presidenciales republicanos.

Algunos conservadores incluso dijeron que las acusaciones de la campaña de Trump contra Biden eran similares a las falsas afirmaciones republicanas que lo vinculaban a grupos marginales de manifestantes violentos.

“¿Acaso son incapaces de intentar exagerar la crítica que ya existe? No”, dijo Peter Wehner, investigador principal del Centro de Ética y Políticas Públicas, un centro de investigación conservador. “Inventan historias de la nada”.

Los votantes católicos, un grupo diverso que incluye a algunos de los últimos votantes indecisos que quedan en el país, son el objetivo de ambas campañas, en particular los votantes católicos blancos del Medio Oeste industrial. Biden, quien suele hacer referencias a Dios y su fe, y agrega referencias bíblicas a sus discursos, es más atractivo para esos votantes de lo que era Hillary Clinton hace cuatro años, según indican las encuestas. Los resultados de los sondeos más recientes muestran que la ventaja de Trump con los católicos blancos se está diluyendo en comparación con la de 2016, cuando lo prefirieron en una relación aproximada de 2 a 1.

No obstante, la noción de que los católicos están bajo ataque podría resonar con algunos de esos votantes. La política del presidente del agravio blanco parece tener una audiencia receptiva en muchos de estos votantes: el 51 por ciento de los católicos blancos concuerdan con la idea de que la discriminación contra los blancos en la actualidad es un problema tan grave como la discriminación contra las minorías raciales, de acuerdo con una encuesta de junio del Public Religion Research Institute.

Si bien ningún senador demócrata prominente ha planteado preguntas sobre la fe de Barrett desde que Trump anunció su nominación para remplazar a la jueza Ruth Bader Ginsburg, eso no ha impedido que el presidente o su campaña actúen como si lo hubieran hecho. Se han aprovechado de un puñado de observaciones de comentaristas, comediantes y exlegisladores con tendencia de izquierda para convertir las audiencias de confirmación en el más reciente choque cultural, con el objetivo de reducir los márgenes de Biden entre los votantes católicos.

La campaña señaló los comentarios del comediante Bill Maher, quien dijo en su programa que Barrett era “católica. Muy católica. Quiero decir muy muy católica, de esas que hablan en lenguas”. Además, destacaron tuits de la presentadora de MSNBC Joy Reid y la excongresista Katie Hill, los cuales comparaban la religión de Barrett con algo “directamente salido de ‘El cuento de la criada’”.

“La pregunta es: ¿Dónde está Joe Biden en todo esto?”, cuestionó Tim Murtaugh, portavoz de la campaña de Trump. “¿Por qué no condena la intolerancia anticatólica de su partido?”.

Sin embargo, algunos conservadores dijeron que era una exageración conectar esos comentarios con los líderes demócratas, o con el candidato del partido.

“Hay una rama dentro del Partido Demócrata que es laica y hostil hacia la fe”, dijo Wehner. “Eso no significa que el liderazgo político tenga esa posición, ni que Joe Biden mantenga esa postura. Pero la campaña de Trump intentará convertir a cualquiera en su enemigo, sea real o no”.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company