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Trump abre una insólita crisis con Dinamarca por Groenlandia

WASHINGTON.- Quiso comprar Groenlandia, pero le dijeron que no estaba en venta. El resultado: un desplante insólito, un ataque a una mandataria a la que acusó de "desagradable" y una nueva crisis diplomática -una más-, ahora con Dinamarca, un apacible aliado europeo.

Donald Trump decidió suspender una visita a Dinamarca luego de que la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, rechazó de plano su idea de negociar la compra de Groenlandia, una discusión que calificó de "absurda". La insólita cancelación del viaje dejó atónitos a los daneses y marcó un nuevo cortocircuito con Europa, justo cuando Trump tensó además la alianza con el Viejo Continente al abogar, otra vez, por el renacimiento del desaparecido G-8 junto a Rusia.

Ofuscado, Trump justificó el desplante a los nórdicos al quejarse de que la respuesta de Frederiksen había sido "desagradable" e "inapropiada", y que "a Estados Unidos no se le habla de esa manera". No es la primera vez que el magnate llama "desagradable" a una mujer: ya lo hizo antes con Hillary Clinton; Nancy Pelosi; las precandidatas presidenciales Kamala Harris y Elizabeth Warren, y también con la duquesa de Sussex, Meghan Markle.

"Todo lo que tenía que hacer es decir que no, que no estaban interesados", indicó Trump a la prensa en los jardines de la Casa Blanca, bajo un sol abrasador, al referirse a Frederiksen. "Ella no me habla a mí. Ella le está hablando a Estados Unidos de América. No le hablás así a Estados Unidos, al menos no conmigo", se despachó.

Fue un día veraniego intenso para Trump: además de la pelea con Dinamarca y el nuevo cortocircuito con Europa, atacó a la prensa, a las congresistas demócratas del "escuadrón", presionó a la Reserva Federal para que bajara las tasas de interés y celebró en Twitter a un locutor de radio propenso a desparramar teorías conspirativas, que dijo que era el mejor presidente para Israel de la historia, y que los judíos en Israel lo querían como si fuera "el rey de Israel" y el Mesías.

Trump soltó la idea de comprar Groenlandia antes de su visita a Copenhague, prevista para principios de septiembre. Dijo que era "básicamente un negocio inmobiliario grande" y que se podían hacer "muchas cosas" en el territorio. En Dinamarca, la propuesta fue recibida como si fuera poco menos que un delirio, un plan descabellado o ridículo. Frederiksen echó por tierra el proyecto al afirmar que Groenlandia no estaba en venta, que era "una discusión absurda" y que la época en la que se podían comprar y vender países había terminado.

Molesto, Trump anunció la cancelación de su viaje anteanoche, por Twitter. Ayer por la mañana ventiló su bronca al atacar a Frederiksen en uno de sus clásicos ida y vuelta con los periodistas fuera de la Casa Blanca, y después siguió su diatriba en Twitter, donde recicló uno de sus reclamos preferidos: acusó a Dinamarca de gastar solo el 1,35% de su PBI en defensa, por debajo del compromiso del 2% asumido por los socios de la OTAN.

En Dinamarca, la reacción a la intempestiva decisión de Trump fue de la sorpresa a la perplejidad y la incredulidad, hasta llegar a una inocultable molestia que llevó a algunos a hablar de un desplante "insultante", "grotesco" e "irrespetuoso".

Frederiksen brindó una conferencia de prensa en la cual optó por eludir cualquier escalada al destacar que recibió la decisión con "decepción y sorpresa", y que la invitación a reforzar los lazos bilaterales seguía en pie. Un vocero de la familia real continuó en esa línea: "Sorpresa". Punto.

"Estados Unidos es uno de nuestros aliados más estrechos", afirmó Frederiksen.

Otras figuras del arco político fueron menos sutiles.

"¿Esto es una suerte de broma?", se preguntó Helle Thorning-Schmidt, líder socialdemócrata y primera ministra entre 2011 y 2015. "Profundamente insultante para la gente de Groenlandia y Dinamarca", agregó.

"Caos total", marcó Kristian Jensen, antiguo ministro de Finanzas y de Relaciones Exteriores danés. "Esto pasó de ser una gran oportunidad para un diálogo fortalecido entre aliados a una crisis diplomática", resumió.

"Es un insulto de un amigo cercano y aliado", dijo Michael Aastrup Jensen, parlamentario del partido de centroderecha Venstre. Los legisladores, continuó, estaban "horrorizados" por Trump y su falta de habilidades diplomáticas.