Un triunfo peronista llevará cambios a la política exterior

Argüello suena como eventual canciller

La relación de la Argentina con el mundo tendrá cambios si Alberto Fernández accede a la presidencia. Aunque todavía no difundió lineamientos concretos, el candidato del Frente de Todos ya dejó entrever en las últimas semanas cuál será el tono que adoptará su eventual gobierno respecto del vínculo con Venezuela, Brasil y Estados Unidos y qué impulso le dará al acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea.

La vuelta del kirchnerismo a la Casa Rosada serviría como un fuerte contrapeso en la región en términos geopolíticos. Con la llegada de Mauricio Macri al poder, la caída de Dilma Rousseff y la posterior victoria de Jair Bolsonaro en Brasil, el regreso de Sebastián Piñera al gobierno en Chile y el alejamiento de Rafael Correa del liderazgo de Ecuador marcaron un viraje claro hacia la derecha luego de años de gobiernos de izquierda con mayor o menor simpatía con el régimen venezolano.

En ese sentido, Fernández ya manifestó su cercanía con los representantes de aquellos gobiernos tras su visita al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva en la cárcel en Brasil, quien, además, lo felicitó tras el aplastante resultado de las PASO.

Sin embargo, el candidato mostró distancia con el régimen actual de Venezuela, comandado por Nicolás Maduro. Aunque lejos de mostrar una retórica similar a la del macrismo respecto del chavismo, en una entrevista reciente Fernández calificó de "autoritario" al gobierno venezolano y subrayó la necesidad de "recomponer la institucionalidad".

"Venezuela tiene un régimen autoritario y se hace difícil defenderlo. Es un gobierno de origen democrático porque la gente lo votó, pero ha cometido excesos", dijo Fernández en el programa Corea del Centro.

El candidato se hizo eco además del último informe de la alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, que viajó al país para evaluar la crisis institucional y humanitaria que atraviesa. El documento confirmó torturas y ejecuciones por parte del chavismo y confirmó cerca de 7000 muertes en manos de las fuerzas del régimen. "Es de una gravedad enorme", agregó.

Si se lo tuviera que agregar prematuramente a un grupo dentro de la región por su posición frente a la crisis venezolana, Fernández estaría más cercano a Uruguay y México, que ponen paños fríos a la embestida diplomática que implementan otros gobiernos. Por eso, su eventual llegada al poder sería un golpe al Grupo de Lima, que, encabezado por la Argentina y Brasil más una decena de otros países del continente, es un foco de presión contra el régimen.

En los últimos días, en tanto, surgió la certeza de que la relación con Brasil será tensa mientras Bolsonaro se mantenga en el poder. "Racista, misógino y violento", fueron las palabras que usó el candidato del kirchnerismo para describir al mandatario brasileño, que lamentó el resultado de las PASO. El funcionario calificó a Fernández y a Cristina Kirchner de "bandidos de izquierda" que "comenzaron a volver al poder" y que "hundirán a la Argentina en el caos".

Sin embargo, decidido a aliviar las tensiones con Brasil, país que considera central para la estrategia de desarrollo de la Argentina, Alberto Fernández envió un mensaje de estabilidad a toda la región. "Que no se preocupen, porque no pienso cerrar la economía", dijo el sábado a LA NACION.

En tanto, el gobierno de Estados Unidos observaron con cautela el resultado de las elecciones primarias. La administración de Donald Trump prevé que el vínculo con la Argentina, si el kirchnerismo regresa al poder, retrocederá varios casilleros.

Por su parte, aún hay dudas acerca de los futuros objetivos de Fernández si llega al gobierno, además de que aún no trascendió quién sería su canciller. El exembajador en Estados Unidos Jorge Argüello y el exrepresentante argentino ante el Vaticano Eduardo Valdés integran el listado de nombres que podrían integrar el gabinete.

Europa

Una de esas incógnitas será el futuro del acuerdo del Mercosur con la Unión Europea, uno de los objetivos cumplidos de la gestión de Macri en política exterior. El candidato cree que no están claros los beneficios que el acuerdo -que debe ser aprobado por todos los parlamentos del Mercosur para entrar en vigor- traerá a la economía argentina. "Sí queda claro cuáles serían los prejuicios para nuestra industria y el trabajo argentino. Un acuerdo así no genera nada para festejar, sino muchos motivos para preocuparnos", dijo poco después de que se anunció el pacto. La falta de voluntad política obstaculizaría el tratamiento del acuerdo en el Congreso.