La tristeza de la Navidad

Llega diciembre a los Estados Unidos y con ello el frío y en muchas zonas hasta la nieve. Las vacaciones escolares se acercan, y las familias empiezan a planear las reuniones familiares, las compras navideñas, los dulces y las decoraciones. La Navidad llama a la puerta y se empiezan a escuchar los primeros villancicos y los incesantes jo, jo, jo. Los colores rojos, blancos y dorados despuntan en cada escaparate con sus elfos alegres, sus nacimientos amorosos y sus miles de Santa Claus de todas formas y tamaños. Según un estudio de Statista.com: “La Navidad es la fiesta más popular en los Estados Unidos después del Día de Acción de Gracias”. Y es que la Navidad es, sin duda, una festividad muy entrañable. La ilusión irradia en los ojillos de los niños con sus caritas inocentes y sus boquitas abiertas del asombro, los regalos se abren con la prisa de la ilusión y las casas huelen a canela y a chocolate. La rutina diaria se detiene y cede el paso al disfrute familiar, a la tranquilidad de los recuerdos, a la alegría de estar juntos. Pero, ¿qué pasa cuando esa persona querida, ese familiar con el que se cuenta cada año ya no está? ¿Qué ocurre cuando ese sillón queda vacío y esa voz alegre deja de sonar, o ese abrazo cariñoso ya no se recibe? ¿Qué ocurre entonces? La tristeza se intensifica, la pena retumba para arrasar con todo y los recuerdos felices se transforman en cruda añoranza.

Pero, ¿qué pasa cuando esa persona querida, ese familiar con el que se cuenta cada año ya no está? ¿Qué ocurre cuando ese sillón queda vacío y esa voz alegre deja de sonar, o ese abrazo cariñoso ya no se recibe? ¿Qué ocurre entonces? La tristeza se intensifica, la pena retumba para arrasar con todo y los recuerdos felices se transforman en cruda añoranza.

La Navidad es una festividad intensamente alegre pero también se puede transformar en la más tremenda tortura para aquellos que han perdido a un ser querido. Para algunos, lo que debería ser un tiempo de júbilo es un tiempo de fría y oscura desesperación. Últimamente se habla mucho del término “depresión navideña” especialmente para aquellos que sufren una enfermedad física o mental, se encuentran solos, están hundidos en la pobreza, o han perdido a un ser querido. Además de todo eso, es posible que muchas personas se sientan mal por el simple hecho de sentirse mal, lo que puede incrementar la intensidad del dolor. Otras, también tienen que sacar fuerzas de flaqueza para que los más pequeños de la casa disfruten de una alegre Navidad y así evitarles pasar un mal trago.

Un artículo en el New York Times explica que no pasa nada por estar triste durante la Navidad, y así la Doctora Judith Orloff, autora de Thriving as an Empath afirma que: “La felicidad forzada nos hace sentir más tristes, molestos y solos porque estamos fingiendo nuestros sentimientos. Poner una fachada falsa para impresionar a los demás o demostrarles lo buenos que somos puede hacernos sentir como un impostor total”. De hecho, lo más normal del mundo es sentirse triste durante estas fechas. Es muy  probable que las familias atraviesen situaciones complicadas y que en estos días el dolor se intensifique debido a problemas comunes como puede ser no tener trabajo, dificultades económicas, separaciones, problemas familiares, divorcios, etc. Todas estas circunstancias pueden dar lugar también a una profunda depresión, la cual se intensifica con el constante martirio de los incesantes anuncios navideños.

Sí, la dulce Navidad puede ser la más amarga de las fiestas. Así, que si conoces a alguien cuya Navidad no va a ser la más memorable, lo mejor que se puede hacer es pasar tiempo con esa persona, darle cariño y apoyo, y tener siempre presente que no pasa nada por estar tristes durante la Navidad.

Artículo dedicado a un Papá Noel muy especial.

This article originally appeared on Savannah Morning News: La tristeza de la Navidad