¿Qué es el trastorno bipolar y cómo es vivir con él?

A los 13, la escritora Sandra de Uriarte tuvo su primer intento de suicidio. Luego de varias depresiones, un episodio maníaco intenso, muchos medicamentos y otro intento de quitarse la vida, Sandra fue diagnosticada con trastorno bipolar. Tenía 27 años de edad.

Pasaron 14 años para, por fin, saber qué pasaba con su cerebro.

“Más allá de miedo o confusión fue un alivio. ¡Por fin tenía una explicación de casi toda mi vida!”, cuenta Sandra, quien, desde entonces, lleva un tratamiento a base de litio, antipsicóticos y ansiolíticos.

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Ana Gabriela Martínez tiene un tratamiento similar. A ella le diagnosticaron trastorno bipolar en 2016, después de dos hospitalizaciones por episodios maníacos.

“Ha sido difícil asimilar que ya no puedo llevar una vida como antes y que debo hacer ciertas cosas para mantenerme estable”, cuenta Ana Gabriela desde Mérida, Yucatán. A partir del diagnóstico, adiós al alcohol y los desvelos. “Esta es una enfermedad que no tiene cura. Ese duelo por la salud ha sido un poco complicado para mí, pero también para las personas que están a mi alrededor”.

Empezar por lo primero: ¿qué es el trastorno bipolar?

La semana pasada, el trastorno bipolar se coló a las conversaciones en redes por lo que sucedió con el rapero estadounidense Kanye West y su esposa, la empresaria Kim Kardashian.

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Este padecimiento no se refiere a cambiar de ánimo en segundos y pasar de la felicidad al enojo o de la tristeza a la risa, así que decir cosas como “mi novia es bipolar” o “estoy de bipolar” es incorrecto.

Esos cambios de ánimo son “rasgos anómalos de personalidad, de carácter, cosas neuróticas que no tienen nada que ver con el trastorno bipolar, que sí afecta al cerebro y sus funciones ejecutivas”, explica el médico psiquiatra Cristian Molina, subdirector de salud mental de los Servicios de Salud de Yucatán.

Se conoce como bipolar porque las personas que lo padecen “oscilan entre estados de ánimo maniacos y depresivos, que son los dos extremos de la cuerda en cuanto a emociones se refiere”, detalla la psicóloga clínica Lily Colin.

Existen tres tipos de trastorno bipolar y se clasifican según los síntomas que predominan, si maníacos o depresivos, explica Victoria López Mendoza, médica por la Escuela Superior de Medicina del IPN y actual residente de cuarto año de Psiquiatría en el hospital Fray Bernardino Álvarez, de la Ciudad de México.

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En el trastorno bipolar tipo 1 predominan los síntomas maníacos o están a la par de los síntomas depresivos, mientras que en el trastorno bipolar tipo 2 es cuando hay más depresiones, pero al menos existe un episodio maníaco o un episodio hipomaníaco.

El último tipo es la ciclotimia, “cuando estos episodios van y vienen muy rápido”, es decir, cuando una persona pasa de un polo a otro de manera súbita.

La manía

Quizá ya estás más familiarizado con la depresión, pero ¿y qué es eso de estado maníaco?

De acuerdo con el doctor Molina, “es un estado de ánimo elevado que se caracteriza por un aumento de energía, ideas sobrevaloradas de lo que eres capaz de hacer y percepción de grandiosidad”.

Ana Gabriela recuerda la primera vez que tuvo un episodio maníaco. “Yo creía que iba a ser subsecretaria del Medio Ambiente. Me puse a gritar, a los enfermeros les decía lo mismo”, cuenta.

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Otros comportamientos que las personas presentan durante una manía son:

  • Tienen muchas ideas en la cabeza, a veces tantas que no pueden hilarlas correctamente.

  • Dejan de dormir o duermen muy poco, a veces sólo una o dos horas al día.

  • Tienen mucha energía, están más activos (a pesar de que no duermen); hay personas que comienzan a hacer más ejercicio o a cambiar muchas cosas en su casa, por ejemplo.

  • Hacen gastos innecesarios y excesivos; hay casos en los que los pacientes incluso regalan dinero o se terminan todos sus ahorros en fiestas.

  • Pueden ser expansivos, ¿qué es esto? Que cuando les conoces están tan alegres y positivos que pueden contagiar su buen humor.

  • Aumento considerable en su actividad sexual y, muchas veces, tienen conductas de riesgo.

  • Dificultad para concentrarse y cambian de una actividad a otra sin terminar lo que estaban haciendo anteriormente.

La primera vez que Sandra de Uriarte tuvo un episodio maníaco intenso, éste se prolongó por un año y culminó con un segundo intento de suicidio. En ese momento, ella todavía no sabía que vive con trastorno bipolar.

El segundo episodio lo vivió diferente. Poco más de 10 años después, con medicamentos, de la mano de su psiquiatra y con conocimiento de su propio cuerpo, Sandra supo lo que se aproximaba.

“La vi venir, llevaba 10 años con medicamentos y mi cuerpo desarrolló cierta resistencia; me preparé para lo que venía”, nos dice Sandra.

En ese momento, decidió encerrarse en su casa y ponerse a escribir, que es lo que más le gusta, y completó su primer libro, próximo a publicarse. Pero esa manía duró 7 meses, “se salió de control y tuve mi primer brote psicótico“.

La cosa es que “cada evento maniaco es un cerebro en sufrimiento”, explica el doctor Molina.

Los episodios maníacos pueden generar deterioro de las funciones ejecutivas del cerebro: la comunicación verbal, no verbal, la capacidad de comprender, de poder realizar cosas; hay fallas en la memoria y la concentración. Y el cerebro no se recupera.

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El tratamiento para el trastorno bipolar: medicamentos y terapia

Además del litio -un estabilizador del estado de ánimo-, también se recetan antipsicóticos para controlar el exceso de dopamina que se genera en el cerebro durante los episodios maníacos y evitar el deterioro. A veces también se recetan antidepresivos.

Sin embargo, los medicamentos no son suficientes.

El doctor Molina asegura que la psicoeducación -es decir, la terapia– también es fundamental tanto en pacientes como en familiares.

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El paciente tiene que aprender a comprometerse con el tratamiento y monitorearse para poder identificar cómo se siente y hacia qué lado del polo se está moviendo.

En este sentido, los familiares juegan un papel importante, pues ellos también pueden identificar cuando el paciente está empezando con episodios; quizá ya duerme poco, habla muy rápido, no puede hilar ideas, etcétera.

Eso es lo que sucede con Sandra cuando se aproxima un episodio: deja de dormir, puede pasar hasta 54 horas despierta sin parar y su cuerpo no se siente cansado, tampoco come, tiene sueños lúcidos y comienza a tener comportamientos obsesivos.

Cuando tuvo el episodio maníaco de 7 meses, su cuerpo ya había generado resistencia a los medicamentos porque llevaba 10 años con el mismo tratamiento; fue en ese momento que ella y sus médicos se dieron cuenta que a su cerebro no le caen tan bien los antidepresivos y debieron cambiar tanto medicamentos como dosis.

Es una exploración y ajuste constantes para ayudar a la química del cerebro.

¿Por qué es tan difícil el diagnóstico?

Diagnosticar el trastorno bipolar no es fácil. Muchas veces pasan años para que las personas puedan tener una valoración acertada.

La psicóloga clínica Lily Colin explica que puede llegarse a confundir con otros trastornos tanto del estado de ánimo como de personalidad.

Lo que sucedió con la escritora Sandra de Uriarte es un ejemplo: la primera manifestación de su trastorno fue depresión y se le trató por muchos años con ese diagnóstico.

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Además, dice Lily, a menudo algunas personas que viven con bipolaridad pueden tener trastornos de ansiedad y se trabaja en eso o hasta se puede confundir con el trastorno límite de personalidad.

Otras razones, explica la médica y residente en Psiquiatría, Victoria López, es que muchas veces los cambios en las conductas que tienen los pacientes se atribuyen a su personalidad o se minimizan.

“Ya cuando ven un deterioro o agravamiento de síntomas es cuando llegan, muchas veces ya muy graves, con un psiquiatra”, dice.

Ana Gabriela sabe que es momento de derribar los estigmas.

“Yo Ana Gabriela no soy bipolar, tengo trastorno bipolar. La enfermedad no es algo que nos determina como personas. Tenemos una enfermedad, pero no somos esa enfermedad”.

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