Tras el exitoso Brexit, algunos se imaginan el Texit, la hipotética independencia de Texas

Si los británicos pueden, ¿por qué los texanos no? Ese podría ser el eslogan de un curioso grupo de personas en Texas a quienes la situación política en Estados Unidos y el referéndum en Gran Bretaña sobre la permanencia de ese país en la Unión Europea los han puesto a entretejer ideas peculiares y estrambóticas.

La mayoría de los británicos ha decidido que la Gran Bretaña salga de la Unión Europea, un movimiento histórico y sin precedentes conocido como ‘Brexit’ (Britain Exit). Aunque no cabe aquí el análisis de las causas e impulsos que en el Reino Unido condujeron a esa decisión, el resultado de esa votación muestra que esa nación se encuentra profundamente dividida, con 17.4 millones de votos emitidos por dejar la Unión Europea y 16.1 millones votos por permanecer en ella.

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Propaganda del Texas Nationalist Movement, que promueve la independencia de Texas de Estados Unidos. (InGossip)

En Estados Unidos también se percibe un alto grado de polarización, aunque aún está por verse su magnitud en términos de votos. Pero el ejemplo británico le ha dado alas a algunos grupos y personas que promueven la independencia del estado de Texas, un fenómeno marginal que no es nuevo pero que ha cobrado entusiasmo gracias al Brexit, por un lado, y a la posibilidad de que Hillary Clinton gane la presidencia de Estados Unidos.

La principal organización pro independentista texana es el Texas Nationalist Movement, el que, como señala el portal Vocativ, cuenta con varios miles de adeptos y ha promovido, inspirado en el Brexit británico, el movimiento bautizado como Texit, es decir la hipotética salida de Texas de Estados Unidos.

Al parecer, la plataforma de ese movimiento se basa en la noción, característica del movimiento conservador recalcitrante, de que la gran mayoría de las normas y regulaciones que afectan a la población de Texas son hechura en Washington. En su caso, de una “clase política de burócratas no electos”. Así, su solución es simple: que Texas sea una nación independiente y decida por completo sus propios asuntos.

Vocativ señala, por ejemplo, que con la marea del exitoso Brexit se ha dado una súbita floración de tuits pidiendo el Texit, unos 6,000 este viernes 24 de junio.

Es cierto que los texanos (y los tejanos originales) tienen una identidad singular y válida que los diferencia del resto de los estadounidenses, pero existen también muchos e influyentes factores históricos y estructurales comunes, además del hecho de que Texas es un estado de población muy diversa, con importantes poblaciones anglosajonas, hispanas, afroamericanas e incluso asiáticas.

Texas fue una república independiente entre 1836 y 1846, tras separarse de México (aunque el Reino Unido, quizá para despecho hoy de los admiradores texanos del Brexit, nunca la reconoció formalmente), y si bien su incorporación a Estados Unidos tuvo razonamientos políticos, sociales y culturales, una tremenda razón fue que Texas estaba hundida en deudas que, a la postre, fueron paliadas con sustanciosos bonos federales recibidos de Washington a cambio de que Texas retirara reclamaciones territoriales sobre áreas que hoy pertenecen a Colorado, Kansas, Oklahoma, Nuevo México y Wyoming.

En el siglo XXI, los impulsores del Texit parecen en la actualidad más motivados por cuestiones ideológicas y financieras: su rechazo al gobierno federal y a su déficit en lo general y, en lo coyuntural, un cierto aval a Donald Trump y un rechazo a Clinton.

Y si bien la idea de una Texas independiente ha estado presente desde 1846 a la fecha (Texas se unió a la Confederación en 1861, proceso abortado por la victoria del Norte en la Guerra Civil) y hace algunas décadas incluso hubo incidentes de resistencia armada de algunos activistas radicales, el actual Texas Nationalist Movement ha optado por la vía política y defendido posiciones que si bien son marginales plantean un camino pacífico a la independencia mediante resoluciones legislativas y electorales.

De acuerdo al sitio web de ese movimiento, unas 260,000 personas han dicho que votarían por la independencia de Texas si se planteara un referéndum al respecto, y el reciente Brexit los ha motivado al menos a imaginar más intensamente esa posibilidad.

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Cada año, texanos conmemoran la independencia de la República de Texas, que se separó de México en 1836 y se unió a EEUU una década después. (AP)

Con todo, los independentistas texanos son una pequeña minoría dentro del ala política conservadora y de derecha en Texas, con vínculos con el Partido Republicano pero sin capacidad real para impulsar un referéndum como el llamado Texit. La enorme mayoría de los texanos, republicanos, demócratas o independientes, no apoyan que Texas se separe de Estados Unidos e incluso se ha señalado que un estado no puede unilateralmente declarar su separación de la Unión.

El Brexit, por ejemplo, separa por propia decisión a una nación ya independiente de su pertenencia a la Unión Europea (algo inédito pero previsto en el propio tratado que la constituyó), lo que no es equivalente a la separación unilateral de un estado que es parte intrínseca de Estados Unidos, algo que sería inconstitucional pues la resolución de la Corte Suprema de Estados Unidos en el caso Texas vs. White de 1869 determinó que un estado no puede unilateralmente separarse de la Unión, aunque se ha discutido que esa separación sería posible vía una “revolución o el consenso de los estados”.

Sea como sea, el Texit es hoy una pretensión minoritaria sin reales posibilidades de llevarse a cabo, ni siquiera incluso de plantearse formalmente pues no cuenta con el apoyo político y popular suficiente ni con el soporte jurídico.

Así, más allá de especulaciones, Texas y los texanos continuarán ondeando con orgullo legítimo su propia bandera y su espíritu diverso y diferente, pero por lo que se vislumbra del futuro seguirán siendo parte integral y sustantiva de Estados Unidos por su propia voluntad y la del resto de los estadounidenses.

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