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Transición religiosa: se asienta el dominio evangélico en Brasil

Jair Bolsonaro, en un evento con evangelistas

RÍO DE JANEIRO.- Para Arnaldo Francisco de Nascimento, un pequeño empresario nacido en el catolicismo, el cambio de religión fue apenas una cuestión pragmática. Nascimento, de 56 años, se crio en una atmósfera violenta, en la Praia de Ramos, una favela de la zona norte de la ciudad. La presencia católica en el barrio era escasa -apenas una iglesia- y, al mismo tiempo, durante su adolescencia se producía un fenómeno novedoso: una explosión de pastores y templos neopentecostales que abrían sus puertas en varios rincones.

Poco a poco, Nascimento descubrió otra religión, más "próxima" según sus palabras, donde encontró refugio ante un entorno hostil.

"Vi una iglesia más actuante, más próxima. Me mostraron a un Dios debajo del pedestal", dice a LA NACION Nascimento, quien a los 20 años se convirtió al evangelismo. Hoy comparte religión con su esposa y sus dos hijos, de 34 y 36 años, quienes nacieron en la tradición cristiana.

Testigo de los tiempos que corren en Brasil, a la par de Nascimento la mayor nación de América Latina vive una "transición religiosa" cada vez más acelerada. Por primera vez en su historia, el país con más católicos en el mundo -cerca de 120 millones- se aproxima a ser mayoritariamente evangélico. Si la curva se mantiene estable, 2032 será el año del viraje, según cálculos de José Eustaquio Alves, doctor en demografía especializado en religión.

Mientras el número de evangélicos crece en promedio 0,8% por año, los católicos se reducen 1,2%. Los católicos constituyen la mitad de la población del país, según una encuesta de Datafolha, mientras que los evangélicos representan el 31%. El evangélico promedio es negro, de bajos ingresos, joven y mujer, de acuerdo con Datafolha.

Luego de cinco siglos de dominación católica, el evangelismo podrá ocupar ese lugar. Para Alves hay varios motivos que explican la tendencia, entre ellos la utilización de un lenguaje más llano y adaptado a distintos tipos de fieles, junto con un tipo de misa más atractiva, similar a un espectáculo.

La propia transición generacional -el catolicismo es más fuerte entre personas de mayor edad, mientras el evangelismo entre jóvenes- refuerza el cambio. Pero la razón principal tiene que ver, según el analista, con el mejor encuadre de las iglesias neopentecostales con el proceso de desarrollo del capitalismo moderno. "La Iglesia Católica participó del proyecto de colonización y creció y se fortaleció junto con las poblaciones rurales, de baja movilidad social y espacial, de menor nivel de consumo", explica Alves.

"El evangelismo, con su teología de la prosperidad, considera que se agrada a Dios aumentando el consumo y teniendo éxito en la vida. Eso es muy propicio al consumo, las inversiones y la lógica del capitalismo financiero para el que la Iglesia Católica no estaba preparada", agrega.

La transición entre un Brasil rural y menos dinámico a uno industrial y urbano condujo a un viraje y a la transición entre muchos católicos que se hicieron evangélicos.

"La Iglesia Católica es como un transatlántico, una institución muy fuerte y jerarquizada, pero con poca versatilidad", señala el experto, que en el contrapunto comparó el evangelismo con un jet ski por su capacidad de adaptación y rapidez.

En especial en los ámbitos urbanos, las iglesias evangélicas marcan una presencia casi indiscutida sobre otras religiones dentro de las favelas brasileñas, donde ganaron terreno entre la población más empobrecida del país.

En el plano político, si bien el evangelismo tiene menos fieles que el catolicismo en Brasil, el voto suele dispersarse menos. Orientada por el mensaje de muchos pastores -osados para hablar de política-, la mayor parte de la comunidad acaba inclinándose por un mismo candidato, según analistas.

Esa porción de la población fue clave en el triunfo de Jair Bolsonaro en 2018, y continúa siendo una de las franjas de la población predilectas del ultraderechista. La frecuencia de eventos evangélicos en la agenda presidencial fue hasta ahora cuatro veces mayor que la de compromisos ligados a la Iglesia Católica y otras religiones, en un promedio de tres encuentros con líderes neopentescostales por mes.

En la década del 80 el evangelismo empezó a hacer pie en la política eligiendo candidatos propios y fortaleciéndose en el Congreso hasta llegar a lo que hoy se conoce como "bancada evangélica", con 87 diputados y tres senadores.

En el Brasil de Bolsonaro, la prevalencia evangélica en la promoción de las costumbres conservadoras genera temor de grupos civiles que denunciaron casos de censura en el plano cultural y retrocesos en asuntos incluso de salud pública.

"Brasil está cambiando. Más allá de los números de la economía, porque se respeta a la familia", dijo Bolsonaro la semana pasada, ante una multitud evangélica en Río de Janeiro. Bolsonaro acusó en el pasado al gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) de haber pervertido las costumbres de millones de brasileños e incluso de haber promovido la homosexualidad mediante el estudio de una campaña educativa contra la homofobia, un discurso aplaudido por el conservadurismo evangélico.

Bolsonaro, que se jacta de ser un presidente "cristiano en un país laico", ubicó a Damares Alves, una pastora evangélica, al frente del Ministerio de la Mujer, Derechos Humanos y Familia. Alves lanzó propuestas polémicas como un plan para evitar embarazos adolescentes que plantea la abstinencia sexual como una de las principales estrategias, consigna levantada por pastores neopentecostales.

"En el futuro, cualquier político que quiera ser competitivo a nivel nacional tendrá que agradarle al menos a una porción significativa de los evangélicos", concluyó el demógrafo.