Florencia recupera una costumbre de la plaga del siglo XVII para hacer frente a la pandemia actual

Quienes hayan recorrido alguna vez con paso calmado y mirada atenta Florencia es posible que se hayan percatado de la existencia de unas ventanas de tamaño muy reducido en algunos muros o puertas centenarias en los que cabe escasamente una mano y una copa de vino. Se trata de las Buchette del Vino y se usaron durante el siglo XVII, en mitad de una plaga, para que quienes regentaban los comercios de aquella época sirviesen a sus clientes el vino evitando el contacto y, por tanto, el contagio.

Así lo explican en La Stampa, donde señalan que cada vez más negocios están reabriendo estas ventanas y sirviendo a través de ellas a sus clientes recuperando una vieja costumbre olvidada durante siglos. Cuentan los autores de la web de la asociación Buchette del Vino, fundada en 2015 en Florencia, que el académico florentino Francesco Rondinelli, en su texto Informe del contagio, remarcaba aquel siglo la eficacia de este método para reducir la propagación de la peste.

Lo que hacían era entregar a través del hueco el recipiente con el vino y después (o antes) extendían una pala de metal en la que el comprador depositaba el dinero. El comerciante, antes de tocarlo, lo desinfectaba con vinagre y de ahí a la caja. Por aquel entonces, entre 1629 y 1631, una buena parte del norte y el centro del país se vio asfixiado por una brote de peste bubónica que provocó alrededor de 280.000 muertes en las regiones de Lombardía y Veneto. Se la bautizó como La gran peste de Milán.

Rondinelli aseguraba tres años después de la plaga que las Buchette del Vino fueron una medida anticontagio eficaz y ahora, cuando el país se enfrenta a una pandemia que está causando de nuevo estragos en la población, algunos comercios han decidido recuperarlas. Esta vez, no solo para comerciar con vino. A medida que se reabrem para el uso moderno, a través de ellas cruzan cafés, bebidas de todo tipo, sándwiches y hasta helados. Eso sí, para desinfectar, en lugar de vinagre, gel hidroalcohólico.

Aunque muchas de estas ventanas han sido víctimas del paso del tiempo, otras se han tapiado y algunas han visto cómo las reconvertían en vitrinas de exposición, se calcula que aún hay bastantes en condiciones de volver a operar tanto en el centro histórico de Florencia como en otras localidades de la Toscana. Según un censo realizado por la asociación al iniciar su andadura han contabilizado hasta 150. La más antigua, del siglo XVII, durante la mencionada plaga.

En la página de Facebook de Buchette del Vino y el perfil de Instagram al que pertenecen las imágenes que acompañan este texto se puede hacer seguimiento de los negocios que las van recuperando para su uso cotidiano en tiempos de coronavirus como los restaurantes florentinos Osteria delle Brache y Babae y la heladería The Vivoli.

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