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La Toupie y Quéribus: un viñedo y un castillo franceses

Entre los Pirineos Occidentales y el Aude, dos departamentos del sur de Francia a una hora de la frontera española, un castillo legendario se alza sobre un peñón escarpado y desafía desde hace 10 siglos la historia y el tiempo. A unos minutos a vuelo de pájaro de los Pirineos, bajando la empinada carretera que conduce al alto valle de Agly, el viñedo de La Toupie (Domaine de La Toupie), fundado hace 10 años por el ingeniero agrónomo y enólogo francés Jérôme Collas, nacido en 1968, ha sabido explotar esta tierra legendaria para ofrecer una fabulosa gama de vinos elaborados con innegable savoir-faire y mucho esmero.

Visité ambos sitios al mismo tiempo y comencé por el viñedo porque desde la bodega y los balcones de su sede podemos contemplar el imponente torreón del castillo. Hace 20 años que Jérôme trabaja la viña, después de haberse graduado de ingeniero y enólogo, haber residido un año en Estados Unidos, trabajado en la función pública –justamente en las oficinas del INAO, el instituto francés al cargo de las apelaciones de origen protegido (AOP) y las indicaciones geográficas protegidas (IGP)– y en el seno de la cooperativa vitícola de Mount Tauch. Deseoso de vivir su experiencia personal como fabricante decidió crear en 2012 su propia bodega.

Las barricas de La Toupie.
Las barricas de La Toupie.

La Toupie, que lleva un nombre de giróscopo a la vez que de un objeto de juego infantil (peonza o trompo), nació como hacienda gracias a Jérôme Collas. Se sitúa en la comarca de Maury, donde se produce, desde el siglo XIII, uno de los vinos dulces naturales más conocidos de la Occitania francesa. La apelación es una de las más antiguas y se obtiene preferentemente de una cepa: la garnacha negra (grenache, en francés), con sus variedades de blanco y gris. Se trata de una parra muy antigua de orígenes sardos o aragoneses que no le teme a los suelos secos y áridos de esquistos negros y que madura al sol, lentamente, almacenando los azúcares necesarios para proporcionarle un sabor frutal y un aroma característico, siempre fáciles de maridar.

La sala de tapas y catas de La Toupie con vista hacia los viñedos del valle d’Agly.
La sala de tapas y catas de La Toupie con vista hacia los viñedos del valle d’Agly.

Entre las 50,000 botellas anuales producidas en La Toupie, gracias a diferentes parcelas situadas en el valle, también tenemos vinos secos y dulces de otras cepas como la macabeu (igualmente utilizada para las cavas catalanas), la syrah y la mourvedre o monastrell, de toques cálidos, correspondientes a diferentes apelaciones: IGP Côtes Catalanas, AOP Côtes du Roussillon y Roussillon Villages, además de los Maury Blanco (el Tertio), Maury Grenat (el vino Au Gré d’Eole) y Maury Seco (Sur 1 Fil Rouge). En total, 14 marcas de blancos, rojos y rosados, sin olvidar que algunos tienen sus botellas Magnum para grandes ocasiones o eventos.

La Toupie, un viñedo al pie del castillo de Quéribus.
La Toupie, un viñedo al pie del castillo de Quéribus.

Son vinos que viajan hasta Bélgica, Holanda y Alemania, y se exportan a China y Estados Unidos. “La gente quiere conocer otra cosa que los clásicos burdeos o borgoña, y es por eso que recibimos cada vez más pedidos de vinos del Languedoc y el Rosellón”, comenta Jérôme mientras me muestra las cubas y las barricas de madera con el vino de la cosecha de hace dos años esperando a que esté a punto para ser embotellado. “Nadie se imagina el largo proceso que conduce a la obtención de una botella, ni los riesgos diarios, a causa del clima, las plagas, las inclemencias y otros imprevistos que el oficio acarrea”, añade.

El viticultor Jérome Collas en el balcón de su bodega con vista hacia el castillo de Quéribus.
El viticultor Jérome Collas en el balcón de su bodega con vista hacia el castillo de Quéribus.

Para un neófito en materia de vinos salta a la vista que se requiere de mucha destreza, conocimientos e inversión para llegar a obtener estos vinos. En mi caso, disfruté por partida doble la cata porque vino acompañada de una visita al mítico castillo de Quéribus, que como centinela legendario vela por los viñedos del valle y permite extender la vista hasta los altos montes pirenaicos.

Vista del castillo fortaleza de Quéribus.
Vista del castillo fortaleza de Quéribus.

El castillo forma parte de la llamada “Ruta Cátara” en recordación de los cátaros o perfectos que, desde la ciudad de Albi, extendieron su dominio por la región del Mediodía francés, y en particular, al sur de Carcasona, entre los siglos XI y XII. Condenados como heréticos por la Iglesia Católica pues practicaban una teología dualista del Bien y el Mal, fueron aniquilados tras la cruzada lanzada por el papa Inocencio III y sus vasallos nobles. Corrió la sangre, fueron asediados en sus castillos y latifundios, muchos terminaron en la hoguera, otros en el exilio, y aunque muchos de los castillos que hoy se encuentran en el llamado “País Cátaro” no formaban parte de sus propiedades, la mayoría sí sirvió de refugio a muchos de ellos cuando trataron de ponerse a salvo de la persecución.

El enorme pilar de la capilla en el torreón de Quéribus.
El enorme pilar de la capilla en el torreón de Quéribus.

Quéribus fue entonces uno de estos castillos, que podemos contemplar desde el valle en donde crece el terruño vitícola de La Toupie. Se accede por una cuesta regular una vez que dejamos el auto en el estacionamiento previsto cerca de la taquilla. Al castillo se le mencionó por primera vez en el 1020 dC en el testamento del conde Besalú hasta que pasó al Reino de Aragón y, más tarde, a partir de 1255 al de Francia cuando Chabert de Barbaria, uno de los últimos nobles fieles a la causa cátara, fue sitiado y vencido detrás de sus murallas. Se convierte así en parte del sistema defensivo francés bajo el reino de San Luis.

El castillo conserva en perfecto estado sus murallas que se integran a las crestas escarpadas del promontorio rocoso sobre el que fue erigido ofreciendo una vista impresionante de los valles a ambos lados de la frontera entre el Aude y los Pirineos Orientales. En el torreón se conserva una espectacular sala gótica que da acceso a la plataforma superior, punto culminante de la fortaleza. Un gigantesco pilar gótico sostiene las bóvedas nervadas de lo que se considera la única capilla existente en el núcleo de un torreón defensivo.

El castillo medieval de Quéribus.
El castillo medieval de Quéribus.

Cuando la frontera de Francia se desplazó hasta los Pirineos en 1659, Quéribus perdió su función y se produjo su lenta decadencia hasta las primeras restauraciones emprendidas en la década de 1950 y la posterior apertura a los visitantes.

En estas tierras míticas, en las que el vino viaja desde la Antigüedad y desde la provincia romana de la Galia Narbonense, el Domaine La Toupie y el castillo de Quéribus se convierten en la primera escala de un viaje ideal desde España y en dirección del País Cátaro y el departamento francés del Aude. Y desde hace poco, La Toupie ofrece también tapas y de qué probar especialidades locales acompañando algunos de los vinos de su propia cosecha.

William Navarrete es escritor franco-cubano establecido en París.