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Tomasito, el chico argentino sepultado en el Vaticano para estar cerca del Papa

ROMA.- Desde 2015, en el antiguo cementerio teutónico del Vaticano, que queda a unos pasos de la residencia de Santa Marta, hogar del Papa, se encuentra sepultado Tomasito, un niño argentino que murió de cáncer a los 11 años, cuya última voluntad fue ser enterrado cerca de Francisco , su mito. Y el Papa cumplió su deseo.

La conmovedora historia de Tomasito, confirmada por el propio Pontífice, fue revelada hoy por el diario italiano La Stampa. Todo comenzó en Buenos Aires, en los últimos años que Jorge Bergoglio pasó allí como arzobispo de la ciudad. Fue en ese período que este niño, sobrino de una secretaria de monseñor Joaquín Mariano Sucunza, entonces su vicario general y aún hoy obispo auxiliar de la arquidiócesis, se enfermó de cáncer.

"Fue en 2004 cuando apareció este chico de dos años, sobrino de quien sigue siendo mi secretaria, con un tumor en el hígado. Era un chico muy especial, muy intuitivo, que salió adelante hasta que con la adolescencia explotó de nuevo la enfermedad... Lo acompañé mucho", detalló monseñor Sucunza, en diálogo telefónico con LA NACION desde Buenos Aires.

Tomasito entonces aceptó su calvario, escribió el vaticanista de La Stampa, Domenico Agasso. "Se preparó para morir", contó Francisco, que siendo arzobispo y cardenal primado porteño se reunió al menos dos veces con él, quedando conmovido por su actitud ejemplar. El Papa -que muchas veces afirmó que no tiene explicación ante el sufrimiento de los niños-, quedó especialmente impactado por su fe en Dios, pese a que sus padres no eran creyentes y por su testimonio.

Tomasito, en efecto, enfrentó con coraje los dolores que padecía y con su fe "hasta convirtió a sus padres, que luego se casaron por Iglesia", contó el Papa, que aseguró que "Tomasito hizo un milagro". Sucunza precisó a LA NACION que en verdad Tomasito logró que su mamá, que se había separado de su padre, se casara con su nuevo marido y rehiciera su vida.

Al avanzar la enfermedad, cuando sus padres le preguntaron si había algún deseo que quería cumplir, si había algo que quería hacer o tener, Tomasito no tuvo dudas: "Quiero ser sepultado cerca del papa Francisco, en el Vaticano", respondió.

Sucunza indicó a LA NACION que el chico murió el 20 de julio de 2013, meses después de que ese arzobispo de Buenos Aires tan cercano que había conocido, fuera electo papa (el 13 de marzo). Al enterarse a través de sus familiares de su último deseo, Francisco tampoco tuvo dudas en que tenía que cumplirlo. Y, pese a las dificultades y a la burocracia, así fue.

Luego de pedir todos los permisos necesarios y efectuar los trámites correspondientes, las cenizas de Tomasito, que fue antes cremado en su patria, cruzaron el océano Atlántico en una cajita y llegaron hasta el cementerio teutónico del Vaticano.

"Lo único que quería era estar cerca mío, ser enterrado en el Vaticano", evocó el Papa.

Agasso contó a La Nación que le llevó varios meses de investigación la historia de Tomasito, a la que llegó luego de enterarse de la existencia del entierro hace un par de años de un niño no alemán en el cementerio teutónico, donde se encuentran tradicionalmente los restos de figuras prominentes de origen alemán y flamenco que sirvieron a la Iglesia y murieron en Roma.

"Se trata de una lápida al ras de la tierra", dijo Agasso, que en su artículo contó también que la mamá de Tomasito viajó al Vaticano para visitar la tumba de su hijo, junto a su nueva hermanita. "Sí, su mamá tuvo una nena, a la que bautizamos, reconstruyó su vida y visitó con ella la tumba de Tomasito en el Vaticano", confirmó Sucunza, que no ocultó a La Nación que él también tuvo bastante que ver en esta pequeña gran historia.