Titus Oates, el infame personaje que se inventó un supuesto complot católico contra el rey de Inglaterra

El nombre de Titus Oates figura en los libros sobre la Historia de Inglaterra como un personaje infame y perverso, a quien lo le importó mentir, confabular y provocar las ejecuciones de inocentes, con el fin de destacar e intentar conseguir una posición relevante dentro de la sociedad inglesa del siglo XVII.

Titus Oates, el infame personaje que se inventó un supuesto complot católico contra el rey de Inglaterra (imagen vía bbc)
Titus Oates, el infame personaje que se inventó un supuesto complot católico contra el rey de Inglaterra (imagen vía bbc)

Durante sus años de juventud, varias fueron las instituciones docentes por las que pasó y en las que apenas le permitieron permanecer algún curso entero, debido a que su carácter díscolo y su cambiante personalidad (tachada como de fanática por algunos de sus maestros) provocaba que lo expulsaran de todos aquellos lugares por los que pasaba (incluida la Universidad de Cambridge).

En el terreno laboral tampoco tuvo demasiado éxito y muchos eran los trabajos de los que era despedido sin haber pasado en ellos ni un tan solo año, tratando de labrarse un futuro como pastor de la Iglesia Anglicana, algo en lo que tampoco destacó y en el que también ocasionó algunos problemas.

A los 24 años de edad, en 1673, fue designado para hacerse cargo de la vicaría del pequeño pueblo de Bobbing (condado de Kent, sudeste de Inglaterra), de donde se le expulsó a los pocos meses. En 1674 se trasladó hasta la población de Hastings (condado de Sussex Oriental) donde oficiaba misas en la misma iglesia en la que su padre era vicario, pero ese no era el empleo que Titus Oates ansiaba, sino que pretendía que le otorgaran la plaza de maestro de escuela y para ello no dudó en acusar falsamente al maestro titular de practicar la sodomía con un alumno.

Se demostró que Oates había mentido y se le acusó de perjurio, siendo apresado por las autoridades y encerrado en la cercana prisión de Dover. A la espera de ser juzgado, no se sabe ciertamente cómo lo hizo, consiguió fugarse de la cárcel y huyó hacia Londres donde se enroló en un navío de la marina mercante como capellán (era muy habitual en la época que los prófugos de la ley acabasen embarcándose voluntariamente para no ser cazados).

Pero ahí tampoco logró estar más de un año, debido a que un comportamiento indisciplinado con sus superiores, además de ser pillado cometiendo sodomía, algo que estaba penado por la ley. El hecho de pertenecer a la Iglesia Anglicana le salvó de ser condenado y ejecutado por tal delito y el castigo al que le sometieron fue el de expulsarle de la marina mercante.

Durante los siguientes años Oates se convirtió en un buscavidas profesional y para ello no le importó mentir a diestro y siniestro. Entre sus pocas virtudes estaba la de tener don de gentes y una buena labia, con la que enredaba al prójimo y, según sus intereses, perjudicaba o trataba a los demás de un modo u otro. Entre los múltiples empleos que ejerció estuvo el de estar al servicio de Henri Howard (sexto duque de Norfolk) y codearse con ciertos influyentes personajes del catolicismo inglés.

En 1677, influido por el noble, Titus Oates decidió abandonar el anglicismo y acogerse a la fe católica. Para ello viajó hasta Valladolid (España), donde ingresó en el Real Colegio de San Albano, un seminario gestionado por jesuitas ingleses y en el que se realizaba la conversión desde la Iglesia Anglicana al catolicismo. Aquí también estuvo tan solo unos meses y muchos fueron los problemas que ocasionó.

Tras abandonar Valaldolid se trasladó hasta la población francesa de Saint-Omer donde ingresó en el English Jesuit College y de donde fue nuevamente expulsado debido a su poco adecuado comportamiento (tanto de indisciplina como por blasfemo).

En su fallido intento de conversión al catolicismo y tras volver a Inglaterra, para ser nuevamente anglicano, decidió retomar el contacto con Israel Tonge, otro inquietante y fanático personaje con el que tenía ciertas similitudes y a quien había conocido tiempo atrás.

Tonge destacaba por su ‘anticatolicismo’ y Oates, tras ser echado de esa confesión, decidió maquinar junto a éste una trama con la que acusar falsamente a varios miembros de la Iglesia Católica (concretamente jesuitas) de estar detrás de un supuesto complot que pretendía asesinar al rey Carlos II de Inglaterra y coronar como nuevo monarca al hermano de éste, Jacobo, quien profesaba la religión católica.

Oates y Tonge se dedicaron a informar falsamente de este supuesto plan, a dar falsamente los nombres de quienes estaban implicados y de este modo se ganaron la confianza y favores de los afines al rey Carlos II. Entre sus muchas mentiras estuvo la de asegurar que el papa Inocencio XI estaba tras el complot.

A lo largo de tres años (1678-1681) cientos fueron los católicos perseguidos tras haber sido acusados falsamente por Titus Oates (quien fue el verdadero cerebro del plan y en un principio el más beneficiado). Se calcula que se ejecutó a una veintena de personas.

Durante aquel tiempo, Israel Tonge, que falleció en el año 1680, se había mantenido en un segundo plano, dejando todo el protagonismo a Oates. Ambos consiguieron vivir cómodamente durante un tiempo, en el que incluso recibieron una asignación económica concedida por la Casa Real.

Pero llegó un momento en el que las acusaciones de Titus Oates tenían numerosísimas contradicciones y no aportaba pruebas válidas, por lo que fue puesto en duda todo lo que había explicado y en 1681 acusado de sedición y enviado a prisión, donde pasó ocho años.

Cabe destacar que en 1685, cuando Jacobo II accedió al trono de Inglaterra tras el fallecimiento de su hermano de Carlos II, decidió revisar el caso de Titus Oates, juzgarlo de nuevo y condenarlo a cadena perpetua. Entre los nuevos castigos que se le impusieron estaba el azotarlo públicamente cinco días al año, e incluso el pasearlo por las calles para que los ciudadanos le lanzaran huevos. Oates fue declarado como una de las mayores vergüenzas de la humanidad.

Pero en 1688 Jacobo II tuvo que abdicar, tras la conocida como ‘Revolución Gloriosa’ y fue su yerno, el protestante Guillermo III, quien se coronaría como rey. Un año después concedería el indulto a Titus Oates, además de otorgarle una pensión vitalicia, de una importante suma de dinero.

Poco se sabe de la futura vida de este siniestro personaje, de quien sí se conoce que falleció en el olvido en el año 1705.

Fuente de la imagen: bbc

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