El thriller político no se ha explorado en los sexenios recientes: Daniel Krauze

Si bien es una obra de ficción, el libro más reciente de Daniel Krauze está respaldado en investigaciones documentales y hemerográficas y en consultas con políticos, funcionarios, periodistas e intelectuales.

El escritor considera que su novela Tenebra es una llave maestra que el lector puede usar para abrir las puertas de un mundo relacionado con la política que seguramente desconoce.

Y es que, explica, la investigación que llevó a cabo para escribirla tuvo el desafío de confeccionar una entrada a un universo de la política que no es la que se lee en las primeras planas de los periódicos, ni la que se publica en Twitter, ni la que se escucha en las conferencias mañaneras del presidente, sino que es la política muy a la mexicana tras bambalinas, la de los tratos sucios, la de funcionarios gastándose dinero público en un sinfín de impropiedades.

Publicada recientemente por la editorial Seix Barral, Tenebra es una novela que relata las correrías de Julio Rangel y Martín Ferrer, dos hombres que, en pos de labrar su destino en el juego de la política mexicana, se ven atrapados en la selva del poder, la corrupción y la impunidad.

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En entrevista con Newsweek México, Daniel Krauze cuenta que el detonante de esta historia fue una cena con amigos, a la cual azarosamente asistió una persona que trabajó muchos años con un político. De una u otra forma, dicha persona platicó anécdotas de lo que ocurría en esa oficina, cómo se gastaba el dinero, cuánto se gastaba, los acuerdos oscuros que se hacían, etcétera.

“Y mientras más escuchaba, más indignante y descabellado me parecía lo que estaba escuchando. Salí de esa cena, no podía sacarme esa conversación de la cabeza, y me acuerdo haber pensado: alguien debería de escribir una novela sobre un operador político que incluya las anécdotas que acabo de escuchar. Y de ahí a darme cuenta de que esa persona podría ser yo fue un paso muy chiquito”, relata el escritor.

La narración está respaldada en investigaciones documentales y hemerográficas y en varias entrevistas. Foto: Especial

“Empecé a investigar, conectarme con periodistas, funcionarios, políticos, etcétera, para recopilar anécdotas y obtener una visión lo más panorámica posible de la corrupción y la impunidad en nuestro país. Pero, más que eso, se trata de mostrar cómo funciona el día a día en la oficina de un político”.

Nacido en Ciudad de México hace 38 años, Daniel está embebido en letras por herencia. Es autor de las narraciones Cuervos y Fiebre y de la emblemática novela Fallas de origen, con la cual ganó el premio Letras Nuevas en 2012.

—¿Tenebra es un manifiesto contra el sexenio de Enrique Peña Nieto?

—A pesar de que el sexenio de Peña Nieto tuvo ciertas características que quizá no tenían los anteriores, por lo que yo pude investigar en esa época sí es verdad que se hicieron millonarias muchisísimas personas más de las que conocemos. Y no solo gente del gobierno federal, sino de los gobiernos estatales, como nos dimos cuenta con el caso de Duarte y su equipo. A pesar de todo eso, lo cierto es que en el transcurso de la novela los priistas se van dando cuenta de que su barco se va a hundir y tienen que subirse a otro, y ese otro es el partido que está hoy en el poder.

“Y, por otra parte, de lo que me di cuenta, también investigando la novela, es que es un mundo en donde todos los partidos, en mayor o menor medida, son corruptos y participan en esa corrupción. Claro que hay diferencias entre cada uno, pero hay elementos en el ADN de todos que se repiten. Quiero creer que es un libro que pega parejo, no es un libro contra el PRI, sino contra el sistema político mexicano, o que critica el sistema político mexicano en su entereza. Y hoy no nos hemos salvado de esa corrupción, evidentemente el sexenio actual tiene cola que le pisen”.

—¿De qué elementos echa mano un escritor para desarrollar una novela política?

—Mi investigación se dividió en muchas partes. Por un lado, hice muchas entrevistas, formales e informales, con personas dispuestas a hablar del mundillo de la política. Y por otro, realicé una investigación muy formal porque hay muchos pasajes en la novela que son prácticos, por ejemplo, un personaje es abogado y yo estudié cómo funciona un despacho. También hay todo un asunto que tiene que ver con un problema en un ejido en la Riviera Maya y estudié acerca del funcionamiento de los ejidos y de la ley agraria.

“No quiero que el lector vaya a abrir la novela pensando en que es un ejercicio periodístico”.
Foto: Ana Hop

“Y luego hubo muchas lecturas periodísticas y de libros de historia sobre presidentes y políticos anteriores a Peña Nieto. Leí mucho sobre Miguel Alemán, Emiliano Zapata, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Miguel de la Madrid, Vicente Fox y, de repente, empecé a darme cuenta de que muchos de ellos tienen características en común, hay heridas en su pasado, hay una sed si no de venganza, sí de redención, de demostrarle algo al mundo. Digamos que hay algo en su infancia o juventud que los marca, es algo realmente interesante. El asunto fue entender qué vincula psicológicamente a nuestros más famosos políticos y presidentes para entender qué tiene en la cabeza un político”.

—¿Cuáles son los riesgos y las ventajas de las novelas basadas en hechos reales?

—Mi novela es peculiar en el sentido de que no es sobre la bomba que cayó en Hiroshima, tampoco está atada a un evento real en particular, más bien es una novela anclada a ciertas anécdotas verdaderas. Yo inventé a Martín Ferrer, a Julio Rangel, y es importante dejar claro que, a pesar de que la novela está llena de anécdotas reales, no deja de ser una ficción. Es una novela con personajes ficticios, salvo por un puñado de personajes reales como Peña Nieto, Carlos Salinas, Colosio, el cantante Mijares. Me parece importante decir esto, no quiero que el lector vaya a abrir la novela pensando en que es un ejercicio periodístico; no, es un ejercicio narrativo.

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—¿Tras el punto final qué es lo que más te duele y más te satisface de tu obra?

—No me duele nada, si acaso, que haya salido en la pandemia porque eso implica no tener contacto con los lectores, y eso sí me entristece. Parte de lo que yo disfruto muchísimo es poder viajar con el libro, presentarlo, escuchar la opinión de viva voz de la gente. Eso lo echo de menos, pero no tiene que ver con el contenido del libro. Elogio en boca propia es vituperio, pero te diría que estoy muy satisfecho con el libro, es decir, me tomé mi tiempo, me tomó varios años investigar y escribir, lo entregué a la editorial cuando yo estaba absolutamente cierto de que era la mejor versión que podía escribir. Tengo muchas ganas de que llegue a las manos de los lectores y que me digan qué opinan.

—¿Cómo hallas el thriller político hoy en día hablando del género literario? ¿Cuáles son sus desafíos más relevantes?

—No sabría decirlo porque yo no leí nada de thriller político para escribir esta novela. Creo que tiene elementos de thriller, pero no es un bestseller de Tom Clancy. Tenebra sí es un thriller, pero tiene elementos que lo alejan del clásico, empezando por el hecho de que el héroe no es tan héroe y se enfrenta a un villano al cual es imposible vencer. Eso es muy lejano del thriller típico y que podríamos leer en obras de Tom Clancy, John Grisham, Scott Turow. Así que no sé decir qué retos tiene, me imagino que es un género que está muy vivo. Ciertamente creo que en México no se ha explorado mucho en los sexenios recientes, y me parece que Tenebra en ese sentido hasta cierto punto mantiene el género vivo, dado que habla de un sexenio muy reciente; de una época que, a pesar de que fue hace cuatro años y parece muy lejana, fue relativamente hace poco.