Es una terrible idea. Miami considera mover a una isla a las personas sin hogar | Editorial

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Jose A Iglesias/jiglesias@elnuevoherald.com

Al principio parecía una broma de mal gusto, pero es cierto: Miami está considerando trasladar a sus personas sin hogar a una isla.

La propuesta es ponerlos en un campamento, al lado de una planta de alcantarillado, en Virginia Key, en la bahía Biscayne.

Las comparaciones fueron instantáneas, despiadadas y difíciles de ignorar. Campo de internamiento. Colonia penal. Imágenes horribles y vergonzosas, aun cuando Miami aspira a ser la ciudad del futuro.

Pudiéramos seguir. Internet ciertamente lo hizo, cuando surgió la noticia de que la Comisión de la Ciudad de Miami podría realmente considerar esta ofensiva posibilidad. Por muy temporal que se suponga que sea esta medida —se anuncia como “zona de transición”—, parece un intento más de Miami de quitar de la vista a las personas sin hogar.

La invisibilidad ya es un problema para los pobres; esto tendría el potencial de hacerlo mucho peor. Miami acaba de ser demandada por Legal Services of Greater Miami, Southern Legal Counsel y la American Civil Liberties Union por el trato que reciben las personas que viven en la calle.

Pero esta es la pregunta más importante que queremos que se responda: ¿Por qué se tiene que llegar a esto? Esta comunidad ha dedicado años y enormes sumas de dinero a trabajar con el Miami-Dade County Homeless Trust (que se opone firmemente a la idea de la “zona de transición”) y otros grupos para elaborar planes diseñados para ayudar a los indigentes, no para apartarlos. ¿Y el Miami Center for Mental Health and Recovery y la Chapman Partnership? ¿O el plan “funcional cero” del alcalde de Miami, Francis Suárez, promovido durante su campaña de reelección, para usar $7 millones del Plan de Rescate Federal para sacar de la calle a prácticamente toda la población sin hogar de Miami?

Sin embargo, de alguna manera, la principal opción de los funcionarios de la ciudad de Miami —a los que se les pidió que presentaran propuestas sobre el tema—fue reubicar a las personas sin hogar de la ciudad en un sitio en el noreste de Virginia Key. (Otra posible ubicación: los terrenos de la Miami Parking Authority bajo la Interestatal 95 en el centro de la ciudad). Su plan se inspira en los proyectos de otras ciudades de Estados Unidos, pero, como señala un artículo del Miami Herald, otras ciudades no colocaron a sus indigentes en una isla.

El comisionado de Miami Joe Carollo planteó por primera vez la posibilidad de Virginia Key en 2021, como parte de un paquete de ideas sobre cómo lidiar con la población sin hogar de la ciudad. A pesar de las críticas, consiguió el respaldo de la comisión para una ordenanza que presionaba a los indigentes al prohibir los campamentos en la propiedad pública. Dijo que los residentes se quejaban de que los indigentes bloqueaban las aceras, ensuciaban y dejaban orina y heces, cuestiones que, efectivamente, hay que abordar.

La ciudad lleva mucho tiempo luchando contra este problema. Una demanda colectiva sobre el acoso policial a los indigentes condujo a un decreto federal de consentimiento, el acuerdo Pottinger, que estuvo en vigor durante 20 años, y que impedía a la policía de Miami detener a las personas sin hogar por vagar y realizar otras actividades “para sostenerse”. Cuando un juez federal disolvió el acuerdo en 2019, dijo que la ciudad había cambiado su actitud hacia la población sin hogar y tenía servicios para ellos. Ahora, parece que estamos retrocediendo.

Entendemos que Miami tiene un problema difícil, que comparten muchas otras ciudades. Los habitantes deberían ser libres de caminar por las calles sin tener que pasar por encima de desechos humanos o de la gente para entrar en las tiendas. Pero empaquetar a los indigentes y ponerlos en una isla para no tener que verlos —y, no nos equivoquemos, ese es el objetivo subyacente—no es la respuesta.

La respuesta es que nuestros dirigentes, aunque estén cansados y frustrados por el problema, busquen otras formas de ayudar. El agredir —como lo hizo Carollo el año pasado , cuando propuso sarcásticamente un programa de “adopción de un indigente” para los activistas de la vivienda molestos con sus ideas— solo empaña más la imagen de Miami.

El Homeless Trust ha dicho, de forma inequívoca, que no puede apoyar ningún campamento de indigentes sin poner en peligro los programas y el financiamiento —$41 millones— del gobierno federal. Eso debería ser razón suficiente, por sí sola, para extinguir esta idea, de una vez por todas.

Pero si no lo es, considere el asunto desde la perspectiva de un ser humano y compasivo, rasgos que a menudo escasean en estos días. Si realmente se puede juzgar a una sociedad por cómo trata a sus miembros más vulnerables, Miami —la Ciudad Mágica— está a punto de quedarse en una muy, muy mala posición.

Comisionados de la ciudad de Miami, no dejen que eso ocurra.