Desde "Elvis está vivo" hasta el "Covid no existe": Por qué hay quienes creen en teorías conspirativas (y niegan la realidad)

Están en boga pero las ha habido desde siempre y para todos los gustos: teorías no comprobadas sobre fuerzas oscuras que producen tales o cuáles efectos en nuestras vidas ha habido desde que el hombre se preguntó para qué vivía. Han servido para calmarse, para oponerse, para rebelarse y para oprimir. Han explicado el poder ajeno, justificado el propio y producido revoluciones

Unas 2.500 personas se concentran en Madrid contra el uso de mascarillas
Creyentes de las teorías conspirativas sobre el Covid-19 en una manifestación en Madrid

Cuando Galileo Galilei afirmó en el siglo XVII que era probable que el sol no girara alrededor de la Tierra como decían las escrituras, la Iglesia Católica muy pronto lo acusó de formar parte de una conspiración. Ver enemigos en quienes amenazan tus creencias es una causa frecuente para crear conspiraciones.

Hay conspiraciones que son el resultado de la necesidad ontológica del hombre de explicarse los fenómenos de la vida. Los griegos, por ejemplo, veían en Zeus, epítome de su magnífica mitología, un luchador contra las conspiraciones. Los dioses griegos eran impulsivos, apasionados, instintivos y muy humanos, y con frecuencia eran presas de fuerzas oscuras que los movían a hacerse el mundo a su antojo. Ante lo cual, Zeus asumía las más creativas estrategias para deshacer cada una de las conspiraciones que descubría.

Los aztecas vivían convencidos de depender de una conspiración: el sol que había creado a los humanos y al maíz, de lo cual dependía la existencia, debía ser alimentado con sacrificios humanos, especialmente con corazones aún palpitantes de indígenas sacrificados en vida. Los ritos eran tan repugnantes que, en su lógica cristiana, los misioneros explicaban a los aztecas, una vez fueron sometidos y conquistados, que aquellos actos en realidad eran fruto de creencias que formaban parte de una conspiración diabólica.

Una mujer sostiene un cartel que reza "no vacuna, no 5G, no mascarilla", en una manifestación en contra del uso obligatorio de la mascarilla en Madrid, España, el 16 de agosto de 2020
Una mujer sostiene un cartel que reza "no vacuna, no 5G, no mascarilla", en una manifestación en contra del uso obligatorio de la mascarilla en Madrid, España, el 16 de agosto de 2020

Conspiradores contemporáneos

Las conspiraciones existen en tanto existen seres humanos tratando de explicar lo que aún no encuentra explicación, o cuya explicación no resulta satisfactoria.

Los movimientos obreros que recorrieron el mundo a raíz de la revolución industrial y luego en el siglo XX, estaban muchas veces inspirados en ideas marxistas que los llevaban a creer que había una suerte de meta-acuerdo del gran capital internacional, el poder político y la iglesia, para someter a las grandes mayorías del planeta y robarle el resultado de su fuerza de trabajo.

Relativas al poder, a la religión o a la cultura popular, las conspiraciones germinan profusamente en el imaginario de las sociedades sin mayores trabas. Hay quienes afirman, por ejemplo, que los ataques a las Torres Gemelas de Manhattan en 2001 fueron realizados por el propio gobierno de George W. Bush para tener una justificación con la cual regresar a Irak.

Una conspiración muy famosa es la que señala que el gobierno estadounidense estaría absolutamente enterado de las visitas hechas por extraterrestres a la localidad de Roswell, New México, en 1947. Pero que la información que contiene ese evento afecta tantos intereses que han decidido ocultarla al público.

El cantante de rock Elvis Presley, rodeado de fans después de un concierto en 1958
El cantante de rock Elvis Presley, rodeado de fans después de un concierto en 1958

Otras leyendas famosas nos hablan de las conspiraciones que en realidad asesinaron a Kennedy; de la falsedad del aterrizaje en la luna; de que la obra de Shakespeare en realidad no es de su autoría; que Elvis no murió nunca sino que vive en Machu Pichu según unos, o en el Caribe, según otros, desde el 77.

Una recientemente popularizada sostiene que la forma ovalada del planeta ha sido un engaño que hemos consumido por siglos y que la Tierra en realidad es achatada.

Las conspiraciones y el poder

La conspiración más vigente en la actualidad es la del Estado Profundo. Los seguidores de Trump señalan que el mandatario lucha contra un poder invisible, pues éste no se expresa en una institución como tal, sino que sería un acuerdo secreto que le impide gobernar fluidamente.

Ese complot de poderes incluye a las fuerzas pro globalización, a los activistas del cambio climático, a financistas millonarios como George Soros y a movimientos de izquierda tan variados como el chavismo, actores europeos, China y partidos comunistas diversos, representados en figuras como Bernie Sanders, Aexandria Ocasio-Cortez, pero no sólo ellos, caben muchos otros más.

Es una conspiración parecida a la de Los Illuminati y el nuevo orden mundial (que persiste desde la Revolción Francesa), una teoría que alude una supuesta sociedad secreta entre banqueros, jefes de gobiernos, directores de medios de comunicación, que tienen una influencia determinante en el curso de la historia. Algunos les atribuyen la pandemia del Coronavirus.

Qanon, el Estado Profundo o Deep State, como fue bautizado en inglés, operaría a través de funcionarios que harían engorrosas las intenciones de deconstruir el Estado, tal como proponía inicial y esencialmente el filósofo de la campaña de Trump, Steve Bannon, hace un par de años despedido de las filas del gobierno y desde ayer arrestado por fraude en el caso "Build the wall".

Los defensores de la teoría conspirativa del Estado Profundo han llegado a advertir incluso que Trump podría ser asesinado por los intereses que está dispuesto a trastocar, y, en su nombre, también han amenazado al Dr. Anthony Fauci, la mayor autoridad epidemiológica de Estados Unidos, por considerarlo un científico que se presta a las intenciones de la mentada conspiración, en vista de que sus orientaciones respecto al Covid-19 no son las que el Presidente esperaría.

Mal de todos

Una investigación de la Universidad de Cambridge, UK, fue en búsqueda de la razón por la cual las teorías conspirativas permean tan profusamente las sociedades. Y dos de esos resultados fueron a la vez obvios y reveladores: en primer lugar, gente de todas las clases económicas y niveles educativos, edades y orígenes étnicos son vulnerables de creer teorías conspirativas, sea cual sea su índole; la segunda es casi imposible de ver por lo lógica: la principal causa por la que las creemos es porque ellas se nos presentan como una herramienta sencilla para entender realidades que muchas veces son caóticas, inconexas, y aparentemente imposibles de ordenar.

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