¿Templo o mezquita? La disputa sobre el lugar sagrado indio de Ayodhya

Nueva Delhi, 8 nov (EFE).- Después de décadas de espera, mañana sábado se dará a conocer el veredicto del Tribunal Supremo indio sobre un lugar sagrado en la ciudad de Ayodhya, donde los hindúes creen que nació el dios Ram y los musulmanes rezaron durante siglos antes de que la mezquita que allí se erigía fuera destruida en 1992.

El mayor temor ahora en este país de mayoría hindú (79,8 %), pero que cuenta con una de las poblaciones musulmanas más importantes, al suponer el 14,2 % de sus 1.250 millones de habitantes, es que se quiebre su delicada armonía religiosa y se desencadenen disturbios si una de las comunidades se siente perjudicada por la sentencia.

¿CUAL ES EL ORIGEN DEL PROBLEMA?

La disputa se centra en torno a la mezquita de Babri, construida en el siglo XVI por el emperador mogol Babar, y donde la comunidad musulmana de Ayodhya, en el norte de la India, rindió culto durante siglos hasta que una turba de hinduistas la derribó en 1992.

Muchos hindúes creen que el antiguo lugar de culto musulmán fue levantado sobre el sitio exacto del nacimiento del dios Ram y un antiguo templo hindú de esta deidad.

Activistas y académicos han denunciado que el problema ha sido explotado por organizaciones hinduistas conservadoras como el Vishwa Hindu Parishad (VHP) o el partido nacionalista hindú Bharatiya Janata Party (BJP), actualmente en el Gobierno, para obtener ganancias políticas.

¿CUÁNDO COMENZÓ EL PROCESO LEGAL?

Estrictamente, el conflicto se remonta a hace décadas y hay incidentes contra la mezquita de Babri documentados en el siglo XIX.

Pero en diciembre de 1949, activistas hindúes colocaron ídolos de Ram en el interior del recinto, en el marco de varias agitaciones de organizaciones hinduistas, e hicieron pasar el suceso por un milagro.

Los ídolos no fueron retirados y, aunque las autoridades cerraron la mezquita al público, se dio acceso diario a religiosos hindúes para realizar sus oraciones.

El cierre de la mezquita fue contestado por organizaciones musulmanas en los tribunales, comenzando un proceso legal que se ha extendido a lo largo de los años hasta llegar al Tribunal Supremo.

¿POR QUÉ TODO EL PAÍS ESTÁ PENDIENTE DEL SUPREMO?

En la práctica, la decisión de una sala compuesta por cinco jueces del máximo órgano judicial de la India decidirá si se alza un templo en honor al dios Ram o no sobre las ruinas de la mezquita de Babri construida en el siglo XVI.

El caso llegó al máximo órgano judicial de la India después de una sentencia de 2010 del Tribunal Superior de Allahabad, en el norte de la India, que no dejó contentas a ninguna de las partes, compuestas fundamentalmente por dos grupos hindúes y uno musulmán.

Sorprendentemente, el propio dios Ram es parte de la causa en el Tribunal Supremo. La legislación india no impide que un dios pueda ser considerado como una persona jurídica.

El tribunal de Allahabad ordenó la partición del lugar sagrado entre hindúes y musulmanes, aunque dio la sala central del templo a los hindúes y afirmó que el emperador mogol Babar construyó el edificio "contra los principios del islam" y, por ello, no podía considerarse una mezquita.

Además, se teme que el fallo pueda reabrir las heridas religiosas en la India. La destrucción de la mezquita Babri en 1992 desencadenó entonces disturbios entre hindúes y musulmanes en los que murieron unas 2.000 personas.

Fueron los peores choques entre las dos comunidades desde la partición del subcontinente indio en 1947 tras la independencia del Imperio Británico.

Más recientemente, en 2002, se registraron nuevos disturbios contra la minoría musulmana en el estado oriental de Gujarat, gobernado entonces por el actual primer ministro indio, Narendra Modi, que dejaron casi un millar de muertos.

Las autoridades indias reforzaron este viernes la seguridad en la pequeña Ayodhya con más de 4.500 agentes, equipados con drones, sistemas de vídeo-vigilancia y barreras para cerrar zonas de la ciudad si fuera necesario, a los que se sumaron 16.000 voluntarios.

David Asta Alares

(c) Agencia EFE