Temeridad y falta de transparencia de Rusia en la vacuna Sputnik V

La vacuna "Sputnik V", anunciada por el presidente de la Federación rusa Vladimir Putin es un ejemplo de temeridad y falta de transparencia. | Imagen Jakub Porzycki/NurPhoto
La vacuna "Sputnik V", anunciada por el presidente de la Federación rusa Vladimir Putin es un ejemplo de temeridad y falta de transparencia. | Imagen Jakub Porzycki/NurPhoto

Si no teníamos suficiente con los polémicos e imprudentes comunicados del presidente Trump sobre medicamentos y tratamientos sin evidencia científica, ahora se suma el presidente de la Federación de Rusia, para anunciar a bombo y platillo que ya tienen lista la primera vacuna aprobada contra la Covid19. Para demostrar su grado de confianza en este logro, Vladimir Putin afirmó incluso que su propia hija ha sido una de las primeras en probar la vacuna

Su nombre, Sputnik V, nos evoca tiempos pasados de carrera espacial y no podría ser más adecuado puesto que, no se confundan, estamos ante una carrera. Desarrollar la primera vacuna eficaz y segura contra el coronavirus se ha convertido en el objetivo principal de muchos países, igual que lo fue pisar la Luna durante la guerra fría.

Un alto secretismo y decisiones muy arriesgadas fueron dos de las características destacadas del bloque soviético durante la carrera espacial, y resulta curioso que se vuelvan a repetir en esta nueva carrera científica por la vacuna. La historia parece no haber cambiado demasiado y, cuando hay que apretar el acelerador, aparece la Rusia temeraria y poco transparente.

En la actualidad las vacunas se encuentran entre los desarrollos científicos más seguros y eficaces por una sencilla razón: los ensayos, las pruebas y las medidas de seguridad que se llevan a cabo antes de lanzar son tan estrictas que pueden llegar a durar años, en muchos casos, décadas. En mayo, cuando la carrera por la vacuna empezaba a ponerse seria, publicamos en esta sección de Yahoo un artículo dedicado a explicar las diferentes fases por las que debe pasar obligatoriamente un medicamento antes de llegar al público. Desde las etapas iniciales con pruebas in vitro en laboratorio o modelos animales como ratones, hasta los diferentes ensayos clínicos con personas, cada medicamento ha de recorrer un largo y escrupuloso camino demostrando a cada paso que es seguro y eficaz.

Las primeras pruebas con seres humanos comenzaron en marzo, y ahora mismo contamos con un buen puñado de candidatas que ya están en las fases más avanzadas. Compañías y multinacionales punteras en investigación farmacéutica como AstraZeneca, Pfizer, Novavax o Moderna empiezan a publicar los primeros resultados optimistas de candidatas eficaces y sin apenas efectos secundarios. ¿Cómo es posible que Rusia se haya adelantado tanto? La respuesta es sencilla: Temeridad.

Sputnik V no ha pasado por todas las fases y etapas para comprobar su seguridad. Los responsables rusos afirman que “han combinado fases” para acelerar el proceso… una bonita forma de reconocer que, en realidad, se han saltado etapas, posiblemente las más importantes de todo el desarrollo.

El Ministro ruso de Salud, Mikhail Murashko, declaró además que “todos los voluntarios desarrollaron altos niveles de anticuerpos contra la COVID-19. Además, ninguno tuvo complicaciones graves de inmunización”. Esto es una barbaridad, este es el tipo de resultados que se esperarían de un ensayo en fase 1, no en una fase 3. John Moore, virólogo del Colegio Médico Weill Cornell de Nueva York, explicaba que “Putin no tiene una vacuna, simplemente está haciendo una declaración política”. La vacuna Sputnik V ha finiquitado las dos fases más importantes del proceso de una vacuna con apenas una treintena de voluntarios. Esto es inadmisible, o más que eso, Carl Zimmer en su artículo en el New York Times destroza la vacuna rusa en un artículo que deja pocas dudas: “esto va más allá de la estupidez”.

Ante las críticas por el ridículo número de voluntarios de estas fases de seguridad, hace solo dos días, el 11 de agosto, el instituto ruso anunció en la web oficial de la vacuna Sputnik, que iban a iniciar un ensayo que involucraría a más de 2.000 personas. Asistimos por tanto a algo inaudito: Putin anuncia la aprobación de la vacuna, sin que el principal ensayo de seguridad haya siquiera empezado. La temeridad va aún más allá cuando comparas las cifras: Cualquier ensayo serio de Fase 3, de cualquier otra candidata, de cualquier otro país involucra diez veces más voluntarios que la de Rusia. “Los ensayos que se están realizando en la actualidad cuentan con al menos 30.000 voluntarios cada uno”.

Lo que nos lleva al siguiente factor característico de Rusia en esta carrera: la falta absoluta de transparencia. Una de las piezas claves de la ciencia es mostrar abiertamente tus resultados. La publicación de los métodos y conclusiones de una investigación científica significa que enseñas tu trabajo al mundo y al resto de la comunidad científica para que se pueda controlar, revisar y analizar. Este paso es fundamental para que una investigación demuestre las evidencias a todo el mundo de que sus conclusiones son acertadas, seguras y eficaces.

Aquí llega el segundo adjetivo de Rusia, la falta de transparencia: Los resultados obtenidos en esas escasas pruebas de la vacuna Sputnik V ni siquiera se han publicado. Los responsables rusos del desarrollo no han hecho públicos los datos y resultados de los ensayos de las fases 1 y 2. El único documento de ensayos con seres humanos que Rusia ha hecho público es una pequeña prueba de seguridad y tolerancia de la vacuna, con ¡solo 38 voluntarios!. Un número tan bajo que ni siquiera arañaría la superficie de una Fase 1. Obviando los anuncios de políticos y la aparición estelar y propagandística de Putin, este diminuto ensayo es lo único que sabemos, real y palpable, de esta vacuna. Si recordamos ahora que la Fase 3, con diez veces menos de voluntarios de lo normal, ni siquiera ha empezado, entonces ¿qué clase de vacuna ha anunciado Putin?

Temeridad y falta de transparencia de Rusia en una carrera. Durante los intensos años de la Guerra Fría estos dos elementos consiguieron que el bloque soviético se adelantara a los americanos. Abrazaron los riesgos, trabajaron en secreto y, es justo reconocer, que al menos durante algún tiempo ganaron la carrera. Sin embargo, en aquellos días la única vida que ponían en peligro al lanzar un cohete era la de un par de cosmonautas, ahora se trata de inocular una vacuna a millones de personas… no parece que la carrera sea la misma.

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