Telegramas revelan lo que hizo el buque rescatista con los cadáveres recuperados tras el hundimiento del Titanic

El hundimiento del Titanic, uno de los peores desastres del siglo XX, sigue dando mucho de qué hablar más de un siglo después.

Wikimedia Commons
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Recientemente han salido a la luz telegramas secretos que revelan nuevos y espeluznantes detalles sobre lo que les sucedió a las personas que murieron a bordo del Titanic.

Las comunicaciones muestran cómo la línea White Star, propietaria del Titanic, quería recuperar el mayor número de cuerpos posible del desastre. Sin embargo, el buque de Mackay-Bennett era demasiado pequeño para los 334 cuerpos recuperados por la tripulación, lo que llevó a su capitán, Frederick Larnder, a tomar una decisión difícil: arrojar más de un centenar de cadáveres al mar.

Los telegramas que detallan el proceso han sido publicados por el historiador titánico Charles Haas, de Nueva Jersey. Fueron conservados por un antiguo empleado de la Línea Cunard, que se fusionó con la White Star en 1934, antes de llegar a manos de Haas.

El intercambio de unos 181 mensajes revela que la tripulación optó por deshacerse de los cadáveres de las víctimas de tercera clase para dar cabida a los pasajeros de primera y segunda clase que murieron. En total los rescatistas encontraron 334 cuerpos, pero 116 fueron arrojados al Océano Atlántico, incluidos los de miembros de la tripulación -en estos casos, siguiendo una antigua tradición.

Un telegrama enviado al barco de rescate dice: “Absolutamente esencial llevar al puerto todos los cuerpos que pueda acomodar”. Pero el Mackay-Bennett respondió: “Se ha hecho un registro cuidadoso de todos los billetes y objetos de valor encontrados en los cuerpos. ¿No sería mejor enterrar a todos los cuerpos en el mar a menos que los familiares los pidieran especialmente para preservarlos?”

Los telegramas revelan que la tripulación del Mackay-Bennett estaba abrumada por el número de cuerpos del desastre, y sólo tenía espacio limitado en el pequeño barco destinado a reparación de cables.

Entonces se decidió dar prioridad a los pasajeros de primera y segunda clase. Fueron recuperados, embalsamados y devueltos a sus seres queridos.

Telegramas posteriores muestran el enorme estrés de los empleados en tierra de White Star cuando intentaban procesar decenas de cuerpos que llegaban cada día.

“[La oficina de Halifax] ha colapsado por completo esta noche. Por favor, instruir a la oficina de Nueva York que no puede realizar ningún trabajo mañana. Debemos dejar de lado las exigencias de respuestas rápidas hasta que no hayamos descansado”, dice un mensaje.

El trasatlántico británico, publicitado como el barco más seguro y lujoso del mundo, se hundió el 15 de abril de 1912 en su primer viaje entre Southampton, Inglaterra y la ciudad de Nueva York.

De los 2.224 pasajeros y tripulantes a bordo, más de 1.500 murieron, y de estos, casi todos quedaron sepultados en las gélidas aguas del Atlántico norte.

La operación de recuperación de los cadáveres concluyó en mayo, un mes después del peor desastre marítimo civil de la historia contemporánea.