La 'tasa tampón' y la desigualdad: ¿Quitar el IVA de los productos menstruales es suficiente?
La desigualdad económica entre los hombres y las mujeres es una realidad incuestionable. Hoy en día, las mujeres todavía cobran significativamente menos que los hombres, pero más allá de las diferencias en los ingresos, las normas y políticas discriminatorias siguen muy presentes en Europa.
De hecho, las europeas gastan miles de euros a lo largo de su vida en tampones, copas menstruales y compresas, un gasto extra que recae exclusivamente sobre las mujeres. Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), menstruar supone un gasto medio adicional de unos 50 euros al año en España, dependiendo del tipo de producto que se use.
Si se tiene en cuenta que una mujer promedio tiene la regla durante 40 años de su vida, este gasto asciende a unos 2.000 euros, sin tener en cuenta los analgésicos u otros medicamentos y productos que muchas mujeres necesitan para aliviar los dolores menstruales.
En este contexto, la denominada 'tasa tampón' podría considerarse como una política fiscal discriminatoria. En muchos países de la Unión Europea, los productos de primera necesidad, como por ejemplo la leche, están gravados a una tasa de IVA menor que la tasa estándar de al menos 15%. No obstante, los productos de higiene femenina aún no son considerados en todos los países europeos como bienes esenciales. Como resultado, esto puede generar una mayor carga fiscal a las mujeres que menstrúan.
Pocos países europeos permiten vender productos menstruales sin IVA
Desde el año 2022, la Unión Europea permite a los Estados miembros no sólo poder aplicar una tasa reducida de IVA, sino también aplicar una tasa cero. Irlanda es el único país europeo que ha implementado una tasa cero a un rango amplio de productos femeninos.
Sin embargo, todavía hay muchos políticos que se muestran reacios a cambiar esta tasa en otros países. Hace apenas dos años, el IVA aplicado sobre los productos de higiene menstrual en España era igual al que se aplicaba sobre un café. A partir de enero de 2023, se redujo del 10% al 4%, mientras que en otros países europeos, como Hungría y Dinamarca, el IVA que se aplica hoy en día se sitúa en el 27% y 25%, respectivamente.
En 2020, Escocia redobló la apuesta y se convirtió en el primer país del mundo en garantizar por ley la gratuidad de productos de higiene femenina. En marzo de 2024, Cataluña comenzó a repartir productos menstruales reutilizables gratis en las farmacias.
Según explica a 'Euronews' la economista e investigadora sénior de ODI Global, la doctora Laura Abramovsky, hay poca evidencia de que la reducción del IVA se traslada realmente a los consumidores que más la necesitan. Una reducción del IVA de los productos de higiene femenina no es lo que hace falta para combatir la desigualdad financiera entre hombres y mujeres.
"Centrarse en la 'tasa tampón' distrae de cuestiones muy, muy importantes que debemos abordar como sociedad (...). El coste de los productos de higiene menstrual es una pequeña parte de estas desigualdades", comenta. "Hay que centrarse en las causas primarias de estas desigualdades y en utilizar los ingresos recaudados por el Gobierno a través de los impuestos, incluyendo el IVA, para financiar políticas de gasto dirigidas a los más necesitados, incluyendo a las mujeres con bajos ingresos", afirma.
La penalización por tener hijos, motor de la desigualdad
Aunque una reducción del IVA de los productos de higiene menstrual parece una solución sencilla, supone, según Abramovsky, "una victoria rápida" que no soluciona el problema de base. Según la experta, uno de los mayores factores de la desigualdad económica entre hombres y mujeres sigue siendo la penalización en el mercado laboral por el rol principal que tienen normativamente las mujeres en la crianza de los hijos.
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En 2020, el Banco de España publicó un informe que concluyó que las ganancias de las mujeres se ven reducidas en un 11,2% durante el primer año tras la maternidad, mientras que los ingresos de los padres aumentan en un 0,15%. "Es importante que sigamos pensando en estas cuestiones de una manera más holística y observando más de cerca cuáles son las principales barreras o factores que impulsan estas desigualdades y cómo queremos abordarlas realmente", concluye Abramovsky.