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La tarta de espinaca con papa es como un abrazo

El hojaldre congelado es la base de una tarta de espinacas y chermoula, en Nueva York, 28 de agosto de 2020. (Andrew Scrivani/The New York Times)
El hojaldre congelado es la base de una tarta de espinacas y chermoula, en Nueva York, 28 de agosto de 2020. (Andrew Scrivani/The New York Times)
Una tarta de espinacas y chermoula, en Nueva York, 28 de agosto de 2020. (Andrew Scrivani/The New York Times)
Una tarta de espinacas y chermoula, en Nueva York, 28 de agosto de 2020. (Andrew Scrivani/The New York Times)

LONDRES — Hace poco, cuando publiqué una fotografía de una tarta casera rellena de espinacas congeladas en mi cuenta de Instagram, recibí muchos me gusta. Por lo general, los tomates rojos son los que reciben muchos corazones, así que fue interesante pensar por qué esta tarta sencilla provocó tantas reacciones de aprobación.

Hay muchos adjetivos que podría usar para describir el atractivo de esta tarta, y todos serían precisos. Cumple con muchas características. Por ejemplo, es “versátil”, pues tiene un relleno que se puede adaptar con facilidad a lo que ya tienes en tu refrigerador. La acelga funciona bien en lugar de las espinacas (incluso igual de bien); la menta y el perejil junto con el eneldo (o en lugar de este); el queso cheddar en lugar del queso feta, si lo prefieres; o incluso cubos de tofu firme para un relleno vegano.

También podemos describirla como “rústica”, un adjetivo que a menudo se usa como eufemismo para señalar que “quizá no se vea tan bonita o prolija, pero aun así tendrá un sabor genial”. “Frugal” también funciona y hace alusión a su atractivo: no necesitas herramientas o habilidades sofisticadas, no requiere ingredientes que te compliquen la vida.

Por ejemplo, puedes hacerla más “sofisticada” con una salsa chermoula, o bien, “sutil” con solo un chorrito de limón, para mantener su sencillez. Una tarta de hojaldre rellena de espinacas y queso feta es “accesible” y “agradable para el público”; “saludable” y “abundante”; “sin pretensiones”, con un poco de “asombro” incorporado.

No obstante, en esta lista de adjetivos hace falta lo que la hace tan adorable y deseable y eso que te hace decir: “Necesito esto en mi vida en este momento”. Como todos los buenos platillos (y las buenas relaciones), se siente como un gran abrazo íntimo y hogareño… y eso es exactamente lo que todos necesitamos en estos momentos.

Tras meses de no poder abrazar a quienes amamos, creo que la gente está recurriendo a la comida cada vez con más frecuencia para obtener el consuelo que se le niega en su día a día. Era esto (el abrazo, el consuelo) con lo que la gente se conectaba al ver la fotografía de mi tarta.

Los abrazos desde la cocina tienen muchas formas, lo sé, pero a menudo tienen la forma de una papa. Sí, la papa rústica, versátil, accesible, sin pretensiones, sana y abundante es lo que, en mi opinión, hizo que este pastel obtuviera tantos me gusta.

La fina capa de papas rebanadas que se encuentra en la parte superior del relleno representa “consuelo”. Dice “amor”; dice “abrazo”. Ahora, más que nunca, cuando durante meses se nos ha negado tanto el abrazo al que estábamos acostumbrados, esto es lo que necesitamos y deseamos.

Cuando llegue el otoño y nos demos el gusto de cenar en el sofá, todo el mundo tendrá antojo de una papa entera: horneada en un horno caliente y cubierta con queso gratinado; sin embargo, por ahora, mientras seguimos viendo cómo se marcha el verano y comenzamos a preguntarnos dónde están nuestras pantuflas, una papa es suficiente para darle al platillo esa sensación de “abrázame aquí, ahora”.

Hasta que vengan tiempos mejores, sigue abrazando a las personas de tu burbuja, pero prepara esta receta para aquellos con los que puedas compartir comida o entregarla. “Para entregar” y “compartir”, otro par de frases para añadir a la lista.

RECETA:

Tarta de espinacas y chermoula

Rinde: de 4 a 6 porciones

Tiempo total de preparación: 2 horas, más el enfriamiento y la refrigeración

Ingredientes:

Para la salsa chermoula:

5 dientes de ajo, finamente picados

3/4 de taza/30 gramos de cilantro fresco picado

1/2 chile rojo fresco y suave (unos 10 gramos), picado en trozos, con todo y semillas

2 cucharaditas de semillas de comino, tostadas y machacadas en un mortero

1 cucharadita de pimentón dulce

Sal kosher y pimienta negra recién molida

4 cucharadas/60 mililitros de aceite de oliva

Para la tarta:

4 cucharadas/60 mililitros de aceite de oliva

1 cebolla amarilla grande (aproximadamente 360 gramos), cortada a la mitad y en rodajas finas

350 gramos de espinacas congeladas, descongeladas y escurridas para eliminar el exceso de agua

Sal kosher y pimienta negra recién molida

1/3 de taza/15 gramos de eneldo fresco picado en trozos grandes

1 1/2 cucharaditas de cáscara de limón recién rallada, más 1 1/2 cucharadas de jugo de limón

Harina de trigo normal, para espolvorear

1 hoja de hojaldre congelado de al menos 24 centímetros de ancho, descongelada

1 taza/130 gramos aproximadamente de queso feta griego desmoronado

1 papa para hornear (de unos 250 gramos), con cáscara, lavada y tallada

Preparación:

1. Prepara la salsa chermoula: Añade el ajo, el cilantro, el chile, el comino, el pimentón, 1/2 cucharadita de sal, una buena cantidad de pimienta molida y 3 cucharadas de aceite en un procesador de alimentos. Muele hasta formar una pasta densa y aparta.

2. Prepara la tarta: Vierte 3 cucharadas de aceite en un sartén grande y caliéntalo a fuego medio-alto. Una vez caliente, agrega la cebolla y cocina, revolviendo ocasionalmente, hasta que se ablande y se dore bien, unos 12 minutos. Añade la mitad de la salsa chermoula (reserva el resto), las espinacas, 1 cucharadita de sal y una buena cantidad de pimienta molida, y cocina por 2 minutos más, revolviendo para incorporar. Retira del fuego y añade el eneldo y la cáscara de limón. Deja enfriar unos 20 minutos.

3. Forra un molde (de estaño) de 24 centímetros para tarta con una base extraíble y con un trozo de papel encerado lo suficientemente grande como para cubrir la base y un poco por los lados. (El exceso te ayudará a levantar la tarta cuando esté horneada.) Sobre una superficie de trabajo ligeramente enharinada, extiende la tarta con un rodillo enharinado hasta obtener un cuadrado de 30 centímetros. Coloca la pasta de hojaldre sobre el papel, presionando la pasta para que encaje en la base y los lados del molde y cortando cualquier exceso para que sobresalga unos 2 centímetros.

4. Haz agujeros en la base con un tenedor (unas 10 veces), y luego extiende la mezcla de espinacas enfriadas sobre la base de manera uniforme. Espolvorea el queso feta encima, luego dobla y aplasta los lados sobre el relleno para crear un borde. (No te preocupes si no queda perfecto.) Refrigera la tarta durante al menos 20 minutos, o toda la noche, cubierto.

5. Calienta el horno a 200 grados Celsius.

6. Corta y desecha los extremos de la papa y usa una mandolina para verduras o un cuchillo muy afilado para cortar la patata en rodajas finas como una hoja de papel. Mezcla en un tazón con 1 cucharada de aceite, más 1/2 cucharadita de sal y una buena cantidad de pimienta molida. Extiende las rodajas sobre las espinacas y el queso feta en forma circular, superponiéndolas ligeramente, para cubrir el relleno, pero no el borde de la pasta.

7. Coloca la tarta fría en un recipiente para hornear y hornea hasta que esté bien cocido y adquiera un tono dorado, 50 minutos, aproximadamente. Déjalo enfriar unos 15 minutos, antes de transferirlo suavemente a una tabla de madera o un platón.

8. Cuando esté listo para servir, revuelve el jugo de limón y la cucharada de aceite restante en la salsa chermoula reservada. Con una cuchara, usa la mitad de la chermoula para cubrir la tarta y sirve el resto en un tazón a un lado. Sirve caliente o a temperatura ambiente.

© 2020 The New York Times Company