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Tañarandy: un vía crucis sui géneris en Paraguay

SAN IGNACIO, Paraguay (AP) — A las cuatro de la mañana del Viernes Santo, el artista plástico Delfín Ruiz abrió los ojos y se levantó para echar un último vistazo a su obra.

En Paraguay no hay flagelaciones ni crucifixiones, pero el retablo de Ruiz captura la esencia de la celebración que anualmente acontece en la comunidad de Tañarandy, a unos 240 kilómetros al sur de Asunción. Realizada con granos y productos de granja, su obra retrata un vía crucis que no contempla la aprehensión, crucifixión y sepulcro de Jesús, sino cuadros teatrales que recrean la expulsión de los misioneros jesuitas en 1767 por orden del Rey español Carlos III.

El retablo del artista paraguayo se inspira en la historia de su país: donde hoy hay fiesta, hace 300 años hubo una población de aborígenes rebeldes que rechazaron la evangelización llevada adelante por los monjes de la Compañía de Jesús.

El especialista en lengua guaraní, Jorge Galeano, dijo a The Associated Press que hace aproximadamente 400 años el lugar era "conocido con el nombre Aña raity (sitio en donde se reúnen los "endemoniados" aborígenes de la etnia mbya guaraní), es decir, quienes no aceptaron ser evangelizados por los jesuitas, decidiendo continuar como monteses e indomables".

Los idiomas oficiales de Paraguay son el español y el guaraní.

"Con los años, la denominación original se transformó en Tañarandy (lugar de los irreductibles), una expresión menos peyorativa", explicó el académico.

Por su parte, Ruiz dijo a la AP: "hace 25 años puse en marcha esta expresión cultural, pero con raíces católicas. Consiste en celebrar el vía crucis con elementos autóctonos de Tañarandy, en donde viví mi infancia antes de radicarme en Asunción".

"En los primeros años, la autoridad eclesiástica local no vio con buenos ojos mi obra artística realizada en la granja de mi familia, pero con el correr del tiempo la aceptó", comentó.

Ruiz hace algunas variaciones a su obra año con año y en 2017 decidió concentrarse en la expulsión de los jesuitas a mediados del siglo XVIII. En aquel entonces, los miembros de la Compañía de Jesús trataron de evangelizar a 30 pueblos de aborígenes con una población de 40.000 individuos.

"A lo largo de la presencia de la Compañía de Jesús entre 1587 y 1767 hubo decenas de lugares constituidos por los indígenas mbya guaraníes nómadas en Paraguay, Argentina, sur de Brasil y Uruguay que se negaron a ser reducidos", dijo la historiadora Adelina Pusineri a la AP. Y, según explica, en Tañarandy se reunieron todos aquellos que no aceptaron las enseñanzas católicas y formaron un ejército de indios armados.

"Hoy su vía crucis es un sincretismo", dice Pusineri.

Paraguay expresa su fe y cercanía al catolicismo de distintas maneras, como demuestra la obra de Ruiz. Según explica, su fuente de inspiración no fue directamente la crucifixión de Jesús, sino rituales asociados al catolicismo. "Los vi en mi niñez: los velorios con asistencia masiva de vecinos y amigos y las mujeres, familiares del difunto, vestidas de negro; la silla vacía del muerto en la mesa familiar, los rezos con mucho fervor, los faroles con velas de cebo y otros detalles".

"En la actualidad, el legado de los jesuitas es abundante", señaló.

El sacerdote Celestino Ocampo, de la diócesis San Juan Bautista, vecina de San Ignacio, está de acuerdo con Ruiz. Según explicó a la AP, "la fe tiene muchas formas de expresarse y en Tañarandy ocurre un fenómeno cultural y social con trasfondo religioso". Ocampo apunta que Ruiz rescató una tradición antigua a la que incorporó elementos artísticos

"Ruiz rescató una tradición antigua en un lugar donde vivieron los irreductibles incorporándole aspectos artísticos para el vía crucis —como las 10.000 candelas, así como faroles tacuara (similar al bambú) y papel de colores_, con el objetivo de iluminar la procesión de fieles.

"No es un acontecimiento rigurosamente bíblico, pero le gusta a los fieles y lleva 25 años de vigencia", acotó.