Sviatlana Tsikhanouskaya, líder opositora de Bielorrusia: “Si el Kremlin gana esta guerra, no se detendrá en Ucrania”

Sviatlana Tsikhanouskaya durante un discurso en Varsovia (Archivo)
Sviatlana Tsikhanouskaya durante un discurso en Varsovia (Archivo) - Créditos: @Omar Marques

“Los dictadores no son interminables”, dice Sviatlana Tsikhanouskaya. La líder de la oposición democrática de Bielorrusia lo dice por el autócrata de su país, Aleksander Lukashenko. Pero también lo dice por Vladimir Putin, que maneja como a un títere al presidente bielorruso, su principal aliado en la guerra de Ucrania y en los difusos planes mesiánicos que pretende vender como gesta patriótica.

Tsikhanouskaya conoce en carne propia la aplanadora autoritaria de Lukashenko, inamovible desde hace 27 años en el poder. Después del arresto de su marido, el activista opositor Sergei Tsikhanouski, solo dos días después de anunciar su intención de presentarse a las elecciones de 2020, ella tomó su lugar para dar batalla. El hombre fuerte ganó de todos modos, manipulando el sistema a conciencia. El acto final de esa farsa fue una revuelta contra el gobierno y una represión fuera de serie.

La invasión a Ucrania lanzada en febrero pasado puso de nuevo en el mapa a Bielorrusia, por su estratégica alianza con la Rusia de Putin, y convertida, según palabras de Tsikhanouskaya, “en un portaaviones” para los equipos militares y armamentos rusos.

Pero el agravio familiar, el escándalo electoral, la continua represión, y ahora la guerra, hicieron más y más fuerte a esta guerrera sin armas. Tsikhanouskaya lucha con la convicción de la palabra desde su exilio en Lituania, donde coordina la disidencia en su país, o trajinando las capitales europeas, comprometiendo a gobiernos e instituciones con la causa democrática.

“Sin paz en nuestro país, no habrá paz en toda la región”, dijo Tsikhanouskaya en diálogo vía Zoom con LA NACION. Y advirtió que, en caso de ganar esta guerra, las intenciones de Putin son seguir adelante por más.

Sviatlana Tsikhanouskaya con una foto de su marido, Siarhei Tsikhanouski
Sviatlana Tsikhanouskaya con una foto de su marido, Siarhei Tsikhanouski - Créditos: @AP

-¿En qué medida se agravó la situación interna de Bielorrusia desde las elecciones de 2020?

-Después de que Lukashenko no reconociera su fracaso, un enorme número de gente salió a las calles para cuestionar la situación. Eso dio lugar a una masiva represión, cerca de 50.000 personas fueron detenidas y cientos de miles tuvieron que huir del país. En este momento hay 1238 presos políticos, y el número sigue creciendo porque hay nuevas detenciones todos los días. Así que durante estos dos años Lukashenko intensificó su tiranía y su represión para asustar al pueblo. Ahora no hay ningún levantamiento visible porque es demasiado peligroso. La gente es condenada a 15, 18, 20 años de cárcel solo por participar en manifestaciones pacíficas. Se los considera terroristas. Los medios de comunicación alternativos fueron arruinados y declarados extremistas, y el régimen arruinó también a unas 800 ONG. Lukashenko quiere acabar con todo lo que vive en Bielorrusia para promover su dictadura.

-¿Cómo se están manejando desde la disidencia?

-Nuestra estrategia es agotar al régimen todo lo posible y obligarlo a liberar a los prisioneros políticos y a iniciar el diálogo sobre elecciones justas. Así que les pedimos a nuestros socios democráticos que no dejen de presionar a Lukashenko, un cómplice de Putin que renunció a nuestra soberanía. Él y sus secuaces deben ser expulsados de todas las organizaciones internacionales y de cualquier contexto internacional. Y necesitamos ayuda sobre el terreno, a quienes organizan iniciativas clandestinas contra el régimen, a los medios de comunicación libres y a las personas que debieron huir del país. Cualquier ayuda posible para que el pueblo no se sienta abandonado, para tener energía para continuar nuestra lucha.

-¿Cree que es esencial vincular ambas cosas, el movimiento disidente interno y la situación externa? ¿Ayudar a la democracia bielorrusa va a ayudar a toda la región?

-Por supuesto que ayudará. Bielorrusia es históricamente un país europeo. En la historia reciente la URSS atrapó a Bielorrusia en sus manos, pero tenemos que entender que Ucrania y Bielorrusia forman parte de la familia europea, y que el pueblo bielorruso quiere cambios en el país. Estamos hartos de la dictadura, y creo que la gente de la Argentina lo entenderá fácilmente, porque ustedes también pasaron por las mismas dificultades. Estoy segura de que sienten lo mismo que nosotros en este momento. Y tengo que decir que mientras el dictador esté en el poder en Bielorrusia, será una amenaza constante para nuestros vecinos, especialmente ahora, en estas nuevas circunstancias, cuando se desató la guerra en Ucrania y Lukashenko se convirtió en colaborador, en cómplice de Putin. Le dio nuestra tierra como un enorme portaaviones para los equipos militares. Será un peligro constante para todos nuestros países vecinos, y especialmente ahora que Rusia amenaza con el poder nuclear. Por supuesto, sin la paz en nuestro país, no habrá paz en toda la región. Si se resuelve, por ejemplo, la cuestión ucraniana, pero este dictador sigue en el poder y es cómplice de Putin, habrá 1000 kilómetros de fronteras con los países de la OTAN para nuevas amenazas.

Vladimir Putin y Alexander Lukashenko
Vladimir Putin y Alexander Lukashenko

-No sabemos mucho sobre lo que ocurre con la opinión pública rusa, pero usted ha dicho que un alto porcentaje de bielorrusos están en contra de la guerra, y eso podría ser una diferencia con Rusia. ¿Cree que ese consenso puede funcionar como un trampolín hacia la democracia?

-El 86% del pueblo bielorruso no apoya la participación de Bielorrusia en esta guerra. Pero tenemos que distinguir el régimen bielorruso del pueblo bielorruso, estamos enfrentados. En Rusia la situación es distinta, la propaganda trabaja muy duro para poner a la población de su lado. Pero en Bielorrusia la situación es absolutamente diferente. Desde el comienzo de la guerra el pueblo bielorruso se declaró en contra de la guerra. Las tropas rusas pasaron por Bielorrusia para bombardear Ucrania, para bombardear Bucha, utilizaron los aeropuertos bielorrusos y diferentes sitios militares para lanzar misiles a Ucrania. Así que nuestros partisanos cortaron la circulación de los trenes para frenar el equipo ruso. Se realizaron unos 80 actos de sabotaje para detener a las tropas rusas, para romper estos esquemas logísticos. También la gente común tomó fotos de los equipos rusos, de los aviones, de las diferentes máquinas que pasaban por nuestro país, y enviaron esta información al ejército ucraniano. Son gente común, entienden las consecuencias, podrían recibir penas de muerte o años de prisión, pero entienden que tenemos que estar con los ucranianos. El hecho de que las tropas rusas no se sintieran seguras en Bielorrusia fue uno de los factores por los que los rusos se retiraron de Kiev.

Miles de personas tomaron las calles de Minsk tras las escandalosas elecciones de 2020
Miles de personas tomaron las calles de Minsk tras las escandalosas elecciones de 2020 - Créditos: @Agencia AFP

-¿Cómo es la relación con la Rusia de Putin?

-En realidad estamos bajo ocupación rusa. Porque Lukashenko apenas puede tomar decisiones sobre las tropas rusas en Bielorrusia y tiene que estar de acuerdo con Putin todo el tiempo. Putin lo tiene con la correa corta. Porque en 2020, después del escándalo electoral, Lukashenko sobrevivió gracias al apoyo de Putin. Y ahora está pagando sus deudas dándole nuestro suelo. Solo gracias a dos años de resistencia a este régimen, mucha gente logró salvar la cara de nuestro país, mostrando que no somos enemigos de los ucranianos. Lukashenko es un colaborador, ya está participando en esta guerra. Pero no es el pueblo. Él está en contra de la opinión del pueblo bielorruso.

-¿Cuán fuertes son esos dos elementos, el movimiento democrático y los heroicos bielorrusos que usted mencionó, por un lado, y Putin por otro?

-No estamos luchando con Putin. Estamos luchando con la dictadura en nuestro país. Este es el comienzo de nuestra revolución. Siempre hemos dicho que nuestro levantamiento no es geopolítico. Queremos resolver nuestro problema interno. No es a favor o en contra de Rusia. Es a favor de Bielorrusia. No tenemos armas, solo podemos luchar con nuestra inteligencia. Tenemos que ser creativos en esta resistencia, porque Lukashenko ha construido durante 27 años un poder vertical, donde las fuerzas del orden le son leales porque están conectadas con diferentes lazos. Pero desde hace dos años, a pesar del terror, la tiranía, la represión y el miedo de la gente, nuestro movimiento está vivo. Durante dos años hemos conseguido suficiente apoyo, apoyo político y apoyo técnico de los países democráticos para mantener nuestra energía. Porque sin los medios de comunicación alternativos no se podría dar información correcta a la gente en Bielorrusia, ni siquiera sobre la guerra. La propaganda del régimen reitera la narrativa del Kremlin: la desnazificación de Ucrania y todas estas cosas, y nosotros queremos mostrar a la gente la realidad.

-¿Cuáles cree que son los planes de Putin con respecto a Bielorrusia? ¿Cree que quiere una Rusia enorme?

-La idea del Kremlin es restaurar el Imperio Ruso. Y no se trata solo de Bielorrusia. Se trata de Ucrania, Moldavia o quién sabe qué otros países. Tenemos que entender esto porque si el Kremlin gana esta guerra -estoy segura de que no sucederá, pero imaginemos que pase- no se detendrá en Ucrania. Habrá otros y otros y otros países. Así que tenemos que detener la amenaza ahora mismo. Es un momento histórico muy importante para mantener la paz no solo en nuestra región, sino en todo el mundo. Ahora Lukashenko es conveniente para Putin. Recién decía que lo tenía atado con una correa, pero no es una correa, es una cadena. Putin puede acortar esa cadena, puede aflojar esa cadena… para él es cómodo y conveniente. Pero nosotros tenemos nuestro propio interés nacional y estamos dispuestos a defender nuestra tierra. Por supuesto que no tenemos armas. No queremos una guerra en nuestra tierra, pero estamos dispuestos a defenderla con otros medios. Puede ser una guerra mediática. Puede ser una guerra clandestina. Hay muchas oportunidades en este momento. No podemos predecir lo que ocurrirá, pero veo que los bielorrusos estamos dispuestos a seguir luchando. No estamos dispuestos a rendirnos. Entendemos que los dictadores no son interminables, y tenemos que estar preparados desde ahora para estos cambios democráticos. Esta es nuestra apuesta. Muchos países pasaron por esto y tenemos muchos ejemplos. Así que ya estamos trabajando en ello.