Los supremacistas blancos tienen estos motivos para intentar atacar las redes eléctricas
Tres hombres relacionados con grupos supremacistas blancos fueron sentenciados el mes pasado a prisión por planear un ataque contra una red eléctrica en el noroeste de Estados Unidos.
El año pasado, agentes policiales federales presentaron cargos de conspiración para destruir instalaciones eléctricas contra dos personas y las acusaron de crear un plan racista para cortar la energía en Baltimore, una ciudad predominantemente negra.
Además, en febrero de 2022, tres hombres también asociados con grupos supremacistas blancos se declararon culpables de un esquema para atacar subestaciones de todo el país con la intención de causar “angustia económica y agitaciones civiles”, según el FBI.
Aunque estos complots no tuvieron éxito, forman parte de una tendencia más generalizada entre los grupos extremistas de ultraderecha en años recientes a fin de destruir la infraestructura eléctrica que mantiene en funcionamiento a la sociedad con la intención de crear caos, según expertos en extremismo.
Los complots de supremacistas blancos se hicieron más comunes
Existe un largo historial de ataques extremistas contra infraestructura vital en Estados Unidos. De los ataques contra el sector energético ocurridos en el último medio siglo, la mayoría fueron realizados por actores no identificados. En los casos en que se identificó a los atacantes, un tercio de los ataques ocurrieron en los años setenta y estuvieron a cargo de personas asociadas con el grupo extremista de izquierda New World Liberation Front, según el Consorcio Nacional para el Estudio del Terrorismo y las Respuestas al Terrorismo.
Sin embargo, los ataques planeados más recientemente contra el sector energético surgieron del extremo político opuesto.
Un estudio realizado en 2022 por investigadores de la Universidad George Washington en el que analizaron los ataques planeados contra infraestructura entre 2016 y 2022 reveló que esos planes entre los grupos supremacistas blancos “aumentaron drásticamente en frecuencia” en ese periodo. En esos años, se presentaron cargos contra 13 individuos asociados con grupos supremacistas por planear ataques contra el sector energético; los cargos contra 11 de esas 13 personas se presentaron después de 2020.
Si bien ha aumentado el número de amenazas por parte de individuos vinculados con grupos supremacistas blancos, los pocos ataques contra redes eléctricas en Estados Unidos que han logrado ocasionar apagones en años recientes no tenían ninguna relación con esos grupos.
Las autoridades creen que los dos hombres que fueron arrestados en relación con un ataque contra una estación eléctrica en el estado de Washington en 2022 intentaban crear una distracción para cometer un robo. No se ha realizado ningún arresto en relación con dos ataques contra estaciones eléctricas en Carolina del Norte ocurridos en 2022 y 2023, y no se identificó ningún motivo en los documentos judiciales respectivos para que un sospechoso dañara una subestación eléctrica en Oregón en 2022.
Sus ideas se originaron en los años sesenta
Las ideas de ataques contra la infraestructura eléctrica compartidas en línea entre los grupos neonazis y de derecha actuales en general se derivan de escritos e ideología de los años sesenta, según Jonathan Lewis, investigador del Programa sobre Extremismo de la Universidad George Washington.
La nueva oleada de ataques violentos de la extrema derecha por lo regular se inspiran en los escritos de James Mason, un líder neonazi que elaboró un boletín llamado “SIEGE” en los años ochenta. Mason, que se afilió al Partido Nazi Estadounidense en su adolescencia, promovió acciones más clandestinas y letales para conseguir las metas de los supremacistas blancos en Estados Unidos.
En vez de utilizar el proceso político existente para implementar una política racista, algo en lo que trabajaron los grupos supremacistas blancos como el Ku Klux Klan, en el siglo XX, Mason escribió sobre su deseo de una “guerra total” contra el sistema, un principio de una ideología llamada “aceleracionismo”. Mason y sus seguidores creían que era necesario el derrumbamiento total de la sociedad estadounidense para reconstruirla con su plataforma extremista y “abrir espacios para la creación de un Etnoestado blanco”, indicó Lewis.
Los expertos en extremistas descubrieron que la interpretación actual de estos escritos se ha manifestado en una gran determinación de destruir el sector eléctrico.
Las ideas de Mason, conocidas como “cultura siege”, comenzaron a circular de nuevo en 2015 en un foro en línea llamado Iron March, que arrancó a principios de la década de 2010 y era un lugar central de encuentro para que los grupos neonazis y quienes compartían su ideología se comunicaran y compartieran ideas.
“No es el Klan, que quiere tener unas oficinas centrales y realizar algunas marchas”, explicó Lewis, y añadió: “El núcleo de su ideología es que el propio sistema está inherentemente descompuesto, que no existe ninguna solución política”.
Dos de los tres hombres sentenciados el mes pasado por el plan para atacar la red eléctrica se conocieron en 2017 en Iron March.
El foro se cerró en 2017 y, en la actualidad, la mayoría de estos grupos se comunican por Telegram, aplicación de mensajería codificada que les permite a los usuarios transmitir videos y mensajes para que los vean personas con intereses similares.
A este ecosistema fracturado, en línea, de conspiradores de derecha ahora se le conoce como “Terrorgram”. La comunidad comparte con frecuencia documentos y revistas digitales que incluyen doctrinas, propaganda e instrucciones para ataques terroristas.
“No me sorprende que estemos viendo un repunte en estos arrestos al mismo tiempo que observamos un repunte en la propaganda a favor del sabotaje”, comentó Oren Segal, vicepresidente del Centro sobre Extremismo de la Liga Antidifamación.
Se frustraron las amenazas, pero es difícil enfrentarlas
Según los expertos, las agencias policiales federales interceptaron los ataques de grupos de extrema derecha planeados contra la red eléctrica antes de que ocurrieran, pero Segal, que investiga y le da seguimiento a la retórica extremista de derecha en línea, afirmó que eso no significa que no tendrán éxito en el futuro.
“Muchas veces las cosas arrancan, paran y fracasan, y aprenden de la experiencia”, aseveró. “Y esta propaganda nunca para”.
Lewis explicó que la naturaleza descentralizada de los foros en línea dificulta que la policía y las empresas tecnológicas le respondan al extremismo de la ultraderecha. No todos los grupos terroristas de extrema derecha actuales tienen un líder y un logotipo identificable.
Por eso, la policía se ha visto obligada a descubrir estos planes con agentes encubiertos o informantes. Lewis comentó que es un poco “inútil” intentar encontrar y arrestar a individuos y grupos pequeños que planean ataques contra la infraestructura.
“Las trabas para ser activo en este caso no son muchas”, señaló. “Basta un neonazi que esté en línea, en su computadora, leyendo manifiestos de extremistas de ultraderecha y que se sienta inspirado a levantar la pistola que adquirió legalmente, conducir a alguna subestación en algún lugar y comenzar a disparar”.
c.2024 The New York Times Company