Por qué no es tan buena idea que tus suegros te traten como si fueras su hijo

La calidad del vínculo con los suegros puede predecir el éxito de la relación de pareja. [Foto: Getty Images]
La calidad del vínculo con los suegros puede predecir el éxito de la relación de pareja. [Foto: Getty Images]

Cuando damos el “sí, quiero”, solemos pensar que solo nos comprometemos con la persona que tenemos delante. Sin embargo, sus padres se convierten en nuestros suegros y - lo queramos o no - terminan influyendo en la calidad de nuestra relación. Un estudio realizado en la Universidad de California reveló que la calidad del vínculo con los suegros puede predecir el éxito de la relación de pareja, sobre todo en el caso de las mujeres.

Sin duda, llevarnos bien con los padres de nuestra pareja facilita enormemente la convivencia, pero hay una enorme diferencia entre mantener una buena relación y que nos traten como si fuéramos sus hijos. Replicar la relación paternofilial puede tener algunos “efectos adversos”, por lo que no siempre es una buena idea.

La confusión de roles puede conducir a la intromisión en la relación de pareja

Replicar la relación paternofilial puede tener algunos “efectos adversos”. [Foto: Getty Images]
Replicar la relación paternofilial puede tener algunos “efectos adversos”. [Foto: Getty Images]

Las afirmaciones “es otra hija para nosotros” o “le trato como a un hijo” no suelen ayudar a establecer la relación adecuada con las nueras o los yernos. Así como los padres no pueden ser los mejores amigos de sus hijos porque algunas de sus obligaciones parentales los alejan de ese rol, tampoco el yerno o la nuera son otro hijo.

Sin duda, el vínculo que se establece con los suegros comparte algunas características de las relaciones con los padres, pero también es diferente ya que se forma en la edad adulta y carece de la larga historia que caracteriza a los vínculos paternofiliales.

De hecho, esos lazos tampoco se establecen libremente, sino que se basan en el amor compartido hacia una tercera persona en común. Como resultado, el afecto que los suegros profesan a su yernos o nueras, así como las expectativas que tienen sobre ellos y sus exigencias son diferentes respecto al vínculo que tienen con sus hijos.

Confundir los roles con el yerno o la nueva puede descarrilar la relación. Cuando los suegros asumen el rol de padres también suelen arrastrar consigo las funciones de los progenitores. En muchos casos, eso significa que se ven a sí mismos como los orientadores y/o protectores de la pareja, por lo que pueden terminar interfiriendo demasiado.

Cada familia tiene su propio guion. Estos guiones establecen cuáles son las formas aceptables de comportarse, relacionarse, hablar e incluso pensar. Básicamente, son una expectativa compartida de cómo debería ser la vida en familia. Algunos de esos guiones se han arraigado tanto que determinan incluso la manera en que discutimos o expresamos nuestro afecto.

Los guiones familiares explican por qué terminamos diciéndoles a nuestros hijos las mismas cosas que nos decían nuestros padres y que tanto odiábamos. Los replicamos de manera inconsciente. Asimismo, cuando los suegros convierten a sus yernos o nueras en sus hijos, pueden replicar patrones relacionales que no respetan su espacio personal y resultan demasiado invasivos.

Ese intento de preservar la autoridad, establecer las normas y mantener el control puede hacer que los suegros terminen interfiriendo demasiado en la relación de pareja, lo cual se convierte en una fuente de conflicto. La confusión en los roles puede hacer que se sientan validados para imponer sus criterios, presionar a la pareja o incluso tomar decisiones en su lugar.

Por otra parte, cuando los suegros son tratados como padres sustitutos, probablemente por el desapego con los propios o porque provenimos de una familia disfuncional en la que no nos sentimos a gusto, es más probable que terminemos trasladando los conflictos no resueltos a la nueva relación.

Sin darnos cuenta, podemos proyectar sobre nuestros suegros todas las frustraciones que hemos acumulado con nuestros padres, de manera que la relación se resentirá. Podríamos replicar las relaciones de apego ansioso y ambivalente que hemos asociado a las figura paterna o materna o incluso reaccionar de manera desproporcionada cuando detectamos comportamientos similares a los de nuestros progenitores que en el pasado nos hicieron sentir mal.

Por tanto, tratar a los yernos o nueras como si fueran hijos puede replicar viejos patrones de comportamiento y activar formas de relacionarse disfuncionales que no contribuyen al bienestar familiar y que incluso pueden afectar a la pareja convirtiéndose en una fuente de roces y discusiones.

¿Cómo construir una relación saludable con los suegros?

Para querer a un yerno o una nuera, no es necesario replicar la relación paternofilial. [Foto: Getty Images]
Para querer a un yerno o una nuera, no es necesario replicar la relación paternofilial. [Foto: Getty Images]

No tratar a los yernos o nueras como si fueran sus hijos no significa no quererlos. Tan solo significa no confundir roles ni replicar patrones relacionales inadecuados. Cuando conocemos a una persona con la que pretendemos mantener una relación a largo plazo, ya sea nuestra pareja o los suegros, negociamos inconscientemente los guiones que cada uno trae de sus respectivas familias de origen y solemos aplicar una combinación de ambos.

Sin embargo, una vez que la familia ha establecido sus patrones emocionales, es muy difícil cambiarlos, como comprobaron investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania. Eso significa que es importante dejar claros desde el inicio los roles que estamos dispuestos a asumir y los límites que no se deben traspasar. No se trata de levantar muros sino de evitar conflictos innecesarios para que la relación con nuestros suegros fluya mejor.

¿Cómo lograrlo? Se ha constatado que los primeros encuentros son fundamentales para establecer relaciones adultas saludables. Existen tres claves: las personas involucradas deben abrirse para permitir que los otros las conozcan, expresar afecto y mostrar un interés auténtico por conocer al otro.

Por tanto, es importante crear oportunidades para reunirse en un ambiente distendido que facilite la comunicación y el conocimiento mutuo. La intimidad surge cuando bajamos nuestras defensas y nos mostramos abiertamente.

También es fundamental partir con buen pie porque las relaciones que comienzan con sentimientos positivos suelen consolidarse a lo largo del tiempo. Las primeras emociones positivas o negativas de los lazos con la familia política tienden a persistir en los años posteriores de matrimonio, lo cual significa que debemos esforzarnos por crear un clima positivo que facilite el acercamiento y el entendimiento.

De hecho, la manera en que abordemos la relación con nuestros suegros es decisiva. Nuestras creencias y expectativas sobre el tipo de vínculo que podríamos mantener en el futuro influyen en la relación, actuando como una profecía autocumplida. Las personas que creen que mantendrán lazos serán positivos desarrollan vínculos más fuertes. En cambio, quienes albergan expectativas negativas encuentran problemas antes de lo previsto y mantienen relaciones más insatisfactorias con sus suegros.

En resumen, se trata de comprender que estamos estableciendo una nueva relación familiar que debemos cuidar para que florezca con sus propias peculiaridades, sin lastrarla con el peso de roles que no le corresponden. Son personas con las que podemos establecer vínculos afectivos profundos y con las que compartiremos momentos especiales de nuestra vida. No es necesario que esa nueva relación se convierta en una réplica de la paternofilial.

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