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Su madre se suicidó con ella en brazos y contarlo le permitió vivir, a ella y muchos más

Bertha Angélica Loaiza, de 2 años, junto a su madre en San Diego, California, durante un viaje familiar | Cortesía
Bertha Angélica Loaiza, de 2 años, junto a su madre en San Diego, California, durante un viaje familiar | Cortesía

Por Wilfredo Cancio Isla | ESPECIAL-. A los 17 años, Bertha Angélica Loaiza era una muchacha feliz, consentida por los abuelos y tíos que asumieron su crianza ante la ausencia de la madre, quien falleció cuando ella era aún muy pequeña. La familia le contó que había muerto en un accidente automovilístico y ella no se afanó nunca en hacer preguntas ni buscar detalles sobre el deceso, con la resignación de que nada podía devolverle ya a su madre.

Pero de un tirón, la apacible existencia de la joven dio un giro inesperado con el hallazgo de un video olvidado en el hogar.

El video contenía un reportaje noticioso sobre una niña de tres años, única sobreviviente de un trágico incidente en San Diego, en 1985. Bertha Loaiza lo vio una y otra vez hasta sentirse estremecida por la verdad. La niña del reportaje era ella. El accidente había sido en realidad el suicidio consumado por su madre, que saltó con ella en los brazos desde el puente del Coronado-San Diego, a una altura de 200 pies. Increíblemente, Loaiza sobrevivió a la fatal caída, que le dejó secuelas en la visión del ojo derecho y en la cadera.

La revelación fue como una tormenta emocional. Confrontó a sus familiares, indagó en pormenores de la condición depresiva de su madre, y buscó respuestas para procesar la tragedia y encontrar paz en su vida.

“Tuve una combinación de apoyo de todos lados: familia, amistades, profesionales de la salud… En el transcurso del tiempo muchos me ayudaron a salir de las dudas que yo tenía, porque sola no lo hubiera podido hacer”, relató Loaiza en entrevista con Yahoo Noticias.

Veinte años después de su amargo descubrimiento, Loaiza se ha involucrado en una misión para ayudar a personas afectadas por la depresión y prevenir el suicidio, un flagelo que anualmente causa la pérdida de 45,000 vidas en Estados Unidos. Ella decidió compartir su historia públicamente y sumar su testimonio al proyecto FindYourWords (Encuentra qué decir), un sitio digital bilingüe que se dedica a apoyar a quienes pudieran estar sufriendo problemas de salud mental, especialmente enfocado en los síntomas de la depresión.

Romper el silencio

FindYourWords o Encuentra qué decir es una iniciativa nacional lanzada en 2016 por el consorcio de atención médica Kaiser Permanente con el propósito de romper el silencio y reducir el estigma en torno a la depresión y otras afecciones de salud mental. La idea del proyecto es auxiliar tanto a víctimas de la depresión como a personas que tratan de ayudar a quienes la padecen, sacando a la luz conversaciones que puedan crear un ambiente de aceptación y apoyo para combatir el mal.

“Definitivamente tenemos que tomar el tema de la salud mental, porque sobre todo en la cultura hispana prevalece el miedo a hablar”, consideró el doctor Luis Manuel Sandoval, siquiatra de Kaiser Permamente. “Nos da miedo cada vez que hablamos de la salud mental que la gente diga que estamos locos, y este proyecto está diseñado para poder hablar de algo que está rodeado de estigmas, que se puede tratar médicamente y con lo cual la persona no tiene que estar
viviendo necesariamente toda la vida”.

Kaiser Permanente tiene instalaciones médicas en ocho estados y el Distrito de Columbia, y en 2018 invirtió más de 175 millones de dólares en la expansión y mejoramiento de los sitios específicamente diseñados para brindar atención de salud mental.

El proyecto EncuentraQuéDecir cumple ya su tercer año y cuenta con la colaboración de la organización StoryCorps, organización fundada en Nueva York con la misión de registrar, preservar y difundir las historias de los estadounidenses de todos los orígenes y creencias.

El doctor Sandoval considera que resulta un acto de muchísimo valor y utilidad la decisión de Loaiza de compartir su historia personal.

“Sentí el deber de hablar por los que no podían hablar y ha resultado realmente terapéutico para mí”, reflexionó Loaiza, quien labora como representante de servicio al cliente en un centro médico de Kaiser Permanente en El Cajón, cerca de San Diego.

Loaiza confiesa que tras años de estudiar las enfermedades mentales y meditar sobre la depresión y el suicidio de su madre, llegó un momento en su vida en que sintió la responsabilidad de tratar de ayudar a gente de habla hispana que lo necesitaba. La experiencia vivida le ha permitido comprender que casi siempre la persona afectada busca alivio para aliviar un dolor que no puede describir o manifestar. Un dolor grave que oscurece la visión de la realidad y puede transformarse en pasadizo a la muerte.

Su madre tenía 23 años cuando optó por quitarse la vida. Había sido diagnosticada con trastornos mentales y llegó a recibir algún tipo de medicamentos, pero Loaiza considera que su caso no recibió el tipo de seguimiento terapéutico que ahora, 30 años después, hubiera podido tener.

“Toda la ayuda que no tuvo mi mamá y que existe ahora, puede ayudar a mucha gente”, añadió Loaiza.

Complicidad familiar

La decisión de sacar a la luz su historia personal contó con la complicidad familiar. Lo consultó con su esposo y ambos convinieron en contarles el fatídico episodio a sus dos hijos, un varón de 11 años y una niña de 7. Así lo hizo antes de comparecer a su primera entrevista pública.

“Mis hijos están creciendo en una era de pura tecnología y se podían enterar con una simple búsqueda de Internet. Preferí que se enteraran por mí. Fue muy triste e impactante”, recordó.

Sin embargo, hoy ambos niños la apoyan en sus presentaciones, la acompañan en eventos públicos, y se solidarizan con las personas afectadas. “Los he visto agarrarles las manos a personas que lloran, compadecerse y llorar con ellas. Son mis dos ángeles en esta misión”, manifestó Loaiza.

Uno de cada 10 estadounidenses adultos padece de depresión, según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Pero el doctor Sandoval piensa que las estadísticas son en realidad superiores, porque mucha gente afectada no habla del problema por temor a que le pongan una etiqueta de exclusión. Aunque una reciente encuesta señaló que la gente está hoy más dispuesta a hablar de salud mental que hace 10 años, permanece un tabú entre los hispanos para reconocer los síntomas de la depresión y aceptar la medicación para tratarla.

Angelica Medina, madre de Bertha Loaiza. Foto de estudio en Tijuana, México, a los 18 años | Cortesía
Angelica Medina, madre de Bertha Loaiza. Foto de estudio en Tijuana, México, a los 18 años | Cortesía

Una enfermedad como cualquier otra

Un reciente sondeo de Kaiser Permanente indicó que el 69% de los hispanos cree que las enfermedades mentales son causadas por una debilidad personal, no por factores químicos en el cerebro. Solo uno de casa 11 hispanos con padecimientos mentales suele ponerse en contacto con especialistas para obtener ayuda profesional.

“La salud mental no es diferente a la salud física y las personas deben entender que es una enfermedad como cualquier otra que pueda pasarle al cuerpo”, observó Sandoval.

“Yo les digo a muchos de mis pacientes que no quieren tomar medicinas para la depresión crónica que es igual a si un diabético no se tomara las medicinas para controlar el azúcar en la sangre”. Una depresión severa sin tratamiento puede desembocar en el suicidio, cuya tasa de crecimiento entre los estadounidenses promedia más de un 30% desde 1999. Un serio problema de la salud pública del país que atañe a todas las comunidades, etnias y sectores sociales, convertido en la décima causa de muerte de la nación americana.

La epidemia de suicidios impacta en particular a las jóvenes madres y es responsable de una de cada cinco muertes postparto.

Por eso, Encuentra qué decir ha dedicado en su sitio digital una sección a la depresión y el suicidio. Sandoval señala que cuando la depresión se torna insoportable es común que afloren los pensamientos suicidas, y es el momento preciso de abordar a la persona afectada sin temor a hacerle la pregunta difícil de si está pensando en suicidarse.

“La persona que llegó a ese punto ya no se siente conectada con la vida”, comentó el siquiatra. “Está viviendo en un infierno donde no percibe ningún gozo o esperanza y, contrario a lo que se piensa, escuchar a alguien que se decida a hablarle directamente sobre el acto de quitarse la vida, puede darle mucho alivio y prevenir un desenlace trágico”.

Bertha Angélica Loaiza en una foto reciente en su casa en San Diego, California | Cortesía
Bertha Angélica Loaiza en una foto reciente en su casa en San Diego, California | Cortesía

Conexión humana

¿Pueden las redes sociales cumplir un fin terapéutico para personas que atraviesen estados de depresión? Sandoval piensa que pueden jugar un papel positivo en la medida que ocupan una actividad interactiva a través de la Internet, pero está consciente de que nunca podrán reemplazar
el papel de la presencia humana y la socialización entre amigos.

“Estamos muy conectados a la tecnología y la Internet, pero lo que nos falta es la conexión humana”, manifestó Sandoval. “Un ‘amigo’ que te da un Like en Facebook no es alguien con quien tienes una comunicación estrecha como para poder confiarle preocupaciones, estados de ánimo, secretos, ideas”.

El siquiatra piensa que los programas sociales sobre salud mental deben expandirse a los centros laborales y propiciar que cada empleado tenga un sitio donde pueda compartir sus problemas y ser evaluado, sin miedo a perder el puesto de trabajo. Como mismo tienen gimnasios para ejercitarse físicamente.

Días atrás Loaiza conoció de una historia muy similar a la suya que recorrió los titulares de la prensa internacional. Agobiada por el desamor, las deudas y el miedo a fallar como madre, Jessy Paola Moreno Cruz se lanzó al vacío desde un puente de 100 metros en la ciudad de Ibagué, Colombia. Lo hizo junto a hijo de 10 años, en un desenlace fatal para ambos. La tragedia la sacudió como suele ocurrir cada vez que recibe la noticia de un suicidio, sea de una celebridad o una persona anónima. Lo enfrenta con una dosis de dolor y motivación para seguir adelante en su misión educativa.

“Si una cosa sí he aprendido es que sí se puede prevenir el suicidio. Antes de que una persona llegue a este momento de desesperación, ha habido muchas oportunidades perdidas para poder ayudarla”, aseguró Loaiza.

La grabación de su testimonio ha impactado a decenas de personas que se han comunicado con ella para agradecerle la confesión, enviarle mensajes de aliento y decirle que les ha servido de motivación en la búsqueda de ayuda para sus seres queridos.

“Tan solo con que se salvara una vida tendría sentido haber contado mi historia trágica”, comentó Loaiza.