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La sospechosa fiebre de las tierras raras desde el golpe militar en Birmania

Ho Chi Minh (Vietnam), 21 may (EFE).- Las explotaciones ilegales de tierras raras, valiosos minerales empleados en electrónica, se han multiplicado en zonas fronterizas de Birmania desde el golpe de Estado, lo que alimenta las sospechas de que la junta militar en el poder se vale de este tráfico y el de otros recursos naturales para financiarse en un momento de aislamiento internacional.

"Históricamente, cuando el régimen militar ha sido aislado de la economía global, la manera en que han ganado dinero ha sido con la venta de madera, y la minería de oro y gemas, es decir la venta de recursos naturales. Y eso nos da una pista de lo que puede estar pasando con las tierras raras", apunta a Efe Clare Hammond, de la organización Global Witness.

Según datos del grupo Red de Transparencia y Responsabilidad Kachin (TANK), el número de explotaciones ilegales en la zona fronteriza con China del estado Kachin se ha duplicado desde el golpe de Estado del pasado 1 de febrero, con al menos 50 nuevas explotaciones en la región y con zonas donde el número de minas se ha multiplicado por cinco.

"Hay muchas más inversiones que con el gobierno anterior y se ha extendido en muchas zonas", declaró a Efe Ja Hkaw Lu, miembro de la organización.

Aunque la información es difícil de obtener debido a las restricciones impuestas por los militares y a la situación caótica del país, varios analistas coinciden en que este aumento significativo puede deberse a la connivencia de los militares y a su posible beneficio.

"Es muy probable que mientras la comunidad internacional impone sanciones y trata de cortar las fuentes de financiación de los militares, estén beneficiándose de la venta de recursos naturales a otros países", dice Hammond, en referencia a las sanciones selectivas contra los intereses económicos de los militares aprobadas por Estados Unidos o la Unión Europea.

La experta explica que estas explotaciones se abren de manera clandestina en zonas fronterizas controladas por milicias con las que el Ejército selló una alianza en 1989, dejándoles beneficiarse de los recursos naturales a cambio de que ejercieran labores de seguridad y posiblemente de recibir una parte del beneficio.

SIN BENEFICIO PARA LOS LOCALES

Según TANK, las minas son explotadas por inversores chinos que llevan a sus propios trabajadores, a los que pagan el doble que a los locales, extraen el mineral y lo transportan sin procesar al otro lado de la frontera, donde puede ser preparado para su uso en equipos eléctricos y electrónicos.

Cuando llegan, talan la zona de bosque, agujerean las montañas y levantan depósitos donde mezclarán agua con productos químicos para extraer los minerales de la tierra.

Una vez agotadas todas las tierras raras de la zona, abandonan el lugar, dejando tras de sí montes devastados y depósitos de agua contaminada que a menudo termina emponzoñando los ríos locales, provocando la muerte del ganado y problemas de salud en los lugareños, que lejos de beneficiarse de esta fiebre de las tierras raras, sufren sus peores consecuencias.

"No solo reciben la mitad del salario de los chinos, también afecta a los agricultores. Antes vendían frutas a China, pero ahora como los chinos saben que provienen de una zona de minería no las quieren comprar por miedo a que estén contaminadas", afirma el representante de TANK.

MADERA, GEMAS Y JADE

Además de la explotación de tierras raras, desde el golpe de Estado también se ha incrementado la deforestación, según imágenes por satélite compartidas por la ONG británica Conflict and Environment Observatory.

"Desde el golpe militar de febrero, ha habido una proliferación de tala en bosques primarios cuya madera habría sido exportada ilegalmente a países vecinos. No está claro cuánto durará este auge de la deforestación o qué forma tomará, históricamente la junta militar ha usado la venta de madera como una fuente de ingresos a corto plazo", señaló esta organización en un informe en abril.

Estas fuentes de financiación se suman a la producción de gemas y jade, que desde hace años reporta beneficios suculentos a empresas vinculadas al Ejército y que en 2015 generaba unos ingresos de 31.000 millones de dólares al año, casi la mitad del PIB del país aquel años, según un informe de Global Witness.

"Todo el jade de buena calidad pertenece a las familias de los generales", declaraba un empresario anónimo en el informe, publicado en 2015.

Estas empresas han sido uno de los grandes objetivos de los distintos paquetes de sanciones impuestos en los últimos meses por Estados Unidos, la Unión Europea y Reino Unido, entre otros, pero el efecto es limitado porque siguen pudiendo vender sus mercancías a China, su principal cliente.

Al igual que Rusia, China ha expresado su descontento con la situación en Birmania, pero ha usado su derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para evitar una condena más contundente del levantamiento militar, y la imposición de sanciones económicas y un embargo de armas global a la junta encabezada por el general golpista Min Aung Hlaing.

Eric San Juan

(c) Agencia EFE