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Sospechan colusión en asesinato de testigo clave

Ignacio Ramírez

CIUDAD DE MÉXICO, agosto 29 (EL UNIVERSAL).- Para ejecutar a Víctor Manuel Padilla Murillo, alias "El Chatarras" —un testigo protegido de la Fiscalía General de la República (FGR)—, al menos dos sicarios pudieron ingresar en el edificio de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) en pleno Paseo de la Reforma, para cometer el delito.

Padilla Murillo era un operador del Cártel de Sinaloa, colaboraba como testigo protegido para la SEIDO y era resguardado en un edificio ubicado sobre la calle de Lerdo, casi esquina con Reforma.

La noche del viernes "El Chatarras" salió al bar La Mansión, en la avenida Gustavo Baz, de Tlalnepantla, donde pagó a dos mujeres por su acompañamiento y, junto con su escolta, regresaron al edificio en Lerdo.

Al llegar a dicho inmueble, las cuatro personas ingresaron al elevador, pero al llegar al quinto piso, desconocidos dispararon directamente contra el testigo protegido. Tanto el guardia personal como las dos mujeres resultaron ilesos.

"Al subir al quinto piso lo estaban esperando dos masculinos, quienes realizan detonaciones", señaló la policía.

"El Chatarras" cayó sentado dentro del elevador con varios disparos; en la parte trasera de su cintura las autoridades le encontraron fajada una pistola Pietro Beretta. El escolta aseguró que se le encasquilló el arma mientras los sicarios escapaban en una camioneta Honda CR-V blanca, placas NYC5761, misma que fue hallada en el cruce de Fray Servando Teresa de Mier y Bolívar.

La policía halló dentro del auto dos pistolas, una con silenciador adaptado, que presuntamente fue disparada contra la víctima. En la puerta de acceso al edificio, las autoridades también encontraron una llave pegada por dentro, que los hace sospechar de una posible colusión del personal de la SEIDO para facilitarles el acceso y el escape.

Aunque agentes capitalinos acudieron al lugar de los hechos, fue la misma FGR la que absorbió las indagatorias del caso.

Según fuentes, Padilla Murillo inició su carrera criminal hace 15 años, formaba parte de una célula de contrabandistas del Cártel de Sinaloa en Ensenada Baja California. Su apodo se debe a que poseía una recicladora sobre la carretera Ensenada-Tecate. En 2011 lo apresaron por fraude, adquisición y ocultación de bienes producto de un delito, pero salió libre en 2013. En 2019 fue detenido en el aeropuerto de Los Ángeles, tras intentar ingresar a Estados Unidos.