No más en las sombras: la unidad de ovnis del Pentágono hará públicos algunos hallazgos

Una imagen fija del video publicado por el Departamento de Defensa muestra un encuentro ocurrido en 2004, cerca de San Diego, entre dos aviones de combate F/A-18F y un objeto desconocido. (Departamento de Defensa vía The New York Times)
Una imagen fija del video publicado por el Departamento de Defensa muestra un encuentro ocurrido en 2004, cerca de San Diego, entre dos aviones de combate F/A-18F y un objeto desconocido. (Departamento de Defensa vía The New York Times)

A pesar de las declaraciones del Pentágono sobre la finalización de un programa encubierto que investigaba a los objetos voladores no identificados, ese esfuerzo sigue en marcha, renombrado y escondido dentro de la Oficina de Inteligencia Naval, donde los funcionarios continúan estudiando los reportes de encuentros desconcertantes entre pilotos militares y vehículos aéreos no identificados.

Los funcionarios del Pentágono no discutirán el programa, que no está clasificado pero analiza asuntos clasificados. Sin embargo, fue mencionado el mes pasado en un informe del comité del Senado que describe el gasto en las agencias de inteligencia de la nación para el próximo año.

El informe dice que el programa, que tiene el nombre de Fuerza de Tarea de Fenómenos Aéreos No Identificados, busca “estandarizar la recolección e informes” sobre avistamientos de vehículos aéreos no explicados y, cada seis meses, debe informar algunos de sus hallazgos al público.

Aunque los funcionarios retirados involucrados en ese programa —incluido Harry Reid, el exlíder de la mayoría en el Senado— esperan que consigan evidencias de vehículos de otros mundos, su enfoque principal es descubrir si otra nación, especialmente cualquier adversario potencial, está utilizando nuevas tecnologías de aviación que podrían constituir una amenaza para Estados Unidos.

Marco Rubio, senador republicano por Florida y presidente interino del Comité Selecto de Inteligencia del Senado, dijo durante una entrevista reciente con CBS, en Miami, que su principal preocupación eran los reportes de aviones no identificados sobre las bases militares estadounidenses y que al gobierno le interesaba averiguar quiénes eran los responsables.

El parlamentario también expresó su preocupación por la posibilidad de que China, Rusia o algún otro adversario haya dado “algún salto tecnológico” que “les permita ejecutar ese tipo de actividades”.

Luis Elizondo, un exfuncionario de inteligencia militar, fue el director del anterior programa del Pentágono que estudiaba a los vehículos aéreos no identificados. (Roger Kisby/The New York Times)
Luis Elizondo, un exfuncionario de inteligencia militar, fue el director del anterior programa del Pentágono que estudiaba a los vehículos aéreos no identificados. (Roger Kisby/The New York Times)

Rubio dijo que algunos de los vehículos aéreos no identificados que fueron reportados por las bases estadounidenses posiblemente desplegaron tecnologías que no están en el arsenal estadounidense. Pero también afirmó: “Tal vez hay una explicación completamente aburrida para esa situación. Pero tenemos que investigarla”.

En 2017, The New York Times reveló la existencia de una unidad predecesora llamada Programa de Identificación de Amenazas Aeroespaciales Avanzadas. En ese momento, los funcionarios del Departamento de Defensa dijeron que ese proyecto y los 22 millones de dólares en fondos que les habían asignado caducaron después de 2012.

Sin embargo, funcionarios que trabajan en el programa dijeron que continuó operando en 2017 y tiempo después. Posteriormente esas declaraciones fueron confirmadas por el Departamento de Defensa.

El programa fue iniciado durante 2007 en la Agencia de Inteligencia de Defensa y luego se transfirió a la oficina del subsecretario de Defensa para Inteligencia, que sigue siendo el responsable de su supervisión. Pero su coordinación con la comunidad de inteligencia será realizada por la Oficina de Inteligencia Naval, como se describe en el proyecto de presupuesto del Senado. El programa nunca fue suspendido en esos años, pero se ha revelado poca información sobre las operaciones posteriores a 2017.

Nueva transparencia

El anterior director del programa del Pentágono, Luis Elizondo, un exfuncionario de inteligencia militar que renunció en octubre de 2017 después de trabajar durante 10 años en el proyecto, confirmó que la nueva fuerza de trabajo es una evolución del programa aeroespacial avanzado.

“Ya no será necesario que permanezca en las sombras”, dijo Elizondo. “Tendrá una nueva transparencia”.

Elizondo forma parte de un pequeño grupo de exfuncionarios gubernamentales y científicos con autorizaciones de seguridad que, sin presentar pruebas físicas, dicen estar convencidos de que algunos objetos de origen indeterminado se han estrellado contra la Tierra y se han recuperado algunos de esos materiales para ser sometidos a estudios.

Durante más de una década, el programa del Pentágono realizó sesiones informativas clasificadas para comités del Congreso, ejecutivos de compañías aeroespaciales y otros funcionarios gubernamentales, según entrevistas con participantes del programa y documentos informativos no clasificados.

En algunos casos, se han encontrado explicaciones terrenales para incidentes que previamente fueron inexplicables. Los astrofísicos afirman que aunque no exista una explicación terrestre, y plausible, eso no hace que la hipótesis extraterrestre sea la más probable.

Reid, el exsenador demócrata de Nevada que presionó para financiar al anterior programa ovni cuando era el líder de la mayoría, dijo que creía que se habían producido choques de vehículos provenientes de otros mundos y que durante décadas los materiales recuperados fueron estudiados en secreto, a menudo por compañías aeroespaciales que fueron contratadas por el gobierno.

La Zona 51, en el desierto de Nevada, donde los adeptos a las teorías conspirativas sospechaban que el ejército estadounidense ocultaba la prueba de la existencia de los ovnis, era en realidad la base de pruebas de los aviones-espía U-2, según la CIA. (AFP/Archivo | Joshua Roberts)
La Zona 51, en el desierto de Nevada, donde los adeptos a las teorías conspirativas sospechaban que el ejército estadounidense ocultaba la prueba de la existencia de los ovnis, era en realidad la base de pruebas de los aviones-espía U-2, según la CIA. (AFP/Archivo | Joshua Roberts)

“Después de analizar esto llegué a la conclusión de que había informes, algunos eran sustantivos, otros no tanto, que mostraban la existencia de materiales reales que estaban en poder del gobierno y el sector privado”, dijo Reid en una entrevista.

Ninguno de esos artefactos que supuestamente chocaron contra la Tierra han sido presentados públicamente para ser sometidos a un proceso de verificación independiente. Algunos objetos recuperados, como fragmentos metálicos inusuales, han sido analizados en pruebas de laboratorio que determinaron que fueron hechos por los seres humanos.

Eric W. Davis, un astrofísico que trabajó como subcontratista y luego fue consultor del programa ovni del Pentágono desde 2007, dijo que, en algunos casos, el análisis de los materiales no había podido determinar su procedencia y eso lo había llevado a concluir que: “No pudimos hacerlos nosotros mismos”.

Las limitaciones para discutir programas clasificados, y la ambigüedad de la información citada en diapositivas de las sesiones informativas que no habían sido clasificadas, han hecho que los funcionarios que estudiaron a los ovnis tengan que expresar sus puntos de vista sin presentar ninguna evidencia sólida.

Davis, quien ahora trabaja para Aerospace Corp., una empresa contratista de defensa, dijo que en marzo pasado le entregó una sesión informativa clasificada a una agencia del Departamento de Defensa sobre las recuperaciones de “vehículos que no fueron fabricados en este planeta”.

Davis dijo que también dio informes clasificados sobre la recuperación de objetos inexplicables a los miembros del personal del Comité de Servicios Armados del Senado el 21 de octubre de 2019 y, dos días después, a los miembros del Comité de Inteligencia del Senado.

Los miembros del personal del comité no respondieron a las solicitudes de comentarios sobre este tema.

La fascinación pública con el tema de los ovnis ha atraído al presidente Donald Trump, quien le dijo a su hijo, Donald Trump Júnior, en una entrevista concedida en junio que sabía cosas “muy interesantes” sobre Roswell, una ciudad en Nuevo México que se ha estado en el epicentro de las especulaciones sobre la existencia de los ovnis. Sin embargo, cuando le preguntaron si desclasificaría alguna información sobre Roswell, el mandatario dijo: “Tendré que pensar en eso”.

Reid sostiene que, de cualquier manera, hay que divulgar más información al público para aclarar lo que se sabe y lo que no. “Es extremadamente importante que se presente la información sobre el descubrimiento de materiales físicos o naves recuperadas”, dijo.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company