Solo hombres y cocina kosher: aquí emprenden los ultraortodoxos de Jerusalén

Jerusalén, 26 nov (EFE).- Un espacio de cotrabajo en Jerusalén permite a judíos ultraortodoxos integrarse en la "nación startup" en un marco adaptado a sus tradiciones. Un templo en el que rezan todos juntos, filtros a contenido inapropiado en internet y una política de solo hombres son algunos de los elementos que lo hacen único.

Aaron Breuer se describe como alguien introvertido, que ama la diversidad y disfruta de trabajar con gente distinta a él. Su trabajo, al frente de una plataforma que asiste al diseño de productos que se imprimen en tres dimensiones, lo ha llevado a interactuar con personas de diversos orígenes y religiones, algo que, confiesa, le generó más problemas de los que hubiese creído.

Breuer es judío ultraortodoxo y cuenta que su religiosidad, estilo de vida y vestimenta fueron causantes de discriminación en el mundo laboral, donde en varias ocasiones se sintió menospreciado.

Radicado en Jerusalén desde hace tres años, tras emigrar de su Nueva York natal, explica a Efe que incluso en Israel fue difícil para él poder encontrar un espacio laboral donde se sintiera cómodo y pudiera establecer buenos vínculos personales.

Pesach Parkoff, también ultraortodoxo, padre de cuatro hijos y trabajador autónomo dedicado a mejorar la imagen de empresas inmobiliarias, cuenta que en su casa no tiene un espacio propio para trabajar y que en los públicos la presencia de mujeres "vestidas de manera inapropiada" era un factor de distracción que dificultaba su concentración.

Estos dos hombres haredíes (temerosos de dios) comparten hoy oficina con otros más de 100 ultraortodoxos, en un espacio de cotrabajo llamado Bizmax, ubicado en el corazón de Jerusalén, y donde no se alquilan oficinas a mujeres. Además, la red de internet no permite acceso a determinados sitios "inapropiados" y la cocina está separada entre carne y leche (acorde a las normas de alimentación del judaísmo).

"Aquí la gente se viste como yo, tiene una formación similar a la mía, rezan conmigo, ayunan conmigo, y juntos atravesamos los sacrificios que conllevan las fiestas religiosas", señala a Efe Kalman Labovitz, mientras decenas de hombres regresan a sus asientos tras culminar el rezo de la tarde, que realizan en la sinagoga del edificio.

Labovitz, fundador y CEO de una empresa emergente que provee soluciones de mercadotécnia y desarrollo web, explica que llegó a Bizmax tras un fallido paso por WeWork, cuyos espacios de cotrabajo no tienen reglas específicas, donde le costaba "acercarse a la gente y establecer vínculos".

Uno de los elementos que más valoran quienes trabajan en este espacio, que cuenta con una gran sala común, salas de reuniones y oficinas privadas, es el factor comunitario, algo que Breuer considera fundamental: "Porque es muy distinto trabajar en un espacio donde te sientes apreciado por quién eres, en lugar de menospreciado".

UN CAMBIO DE TENDENCIA

Según un reciente informe del Banco de Israel, solo el 54 % de los hombres ultraortodoxos -colectivo que representa cerca del 12 % de la población israelí- trabaja, mientras que el resto se dedica al estudio de la Torá, tarea por la cual reciben un subsidio.

Menor aún es la cifra de haredíes empleados en empresas emergentes y de alta tecnología, en su mayoría ubicadas en la laica Tel Aviv y alrededores.

Estos datos llegan a ser preocupantes cuando la proyección de crecimiento de este grupo poblacional, que en 2017 constituía el 8 % de la población israelí, llegará a representar cerca de un 28 % en el año 2065.

Para Parkoff, sin embargo, hay una tendencia a que más ultraortodoxos se integren al mercado laboral, porque, según explica, algunos de los ingresos que reciben los hombres de esta comunidad por estudiar la Torá han disminuido. Mientras los costos de vida se han incrementado, por lo que, debido a la cantidad de hijos que tienen, no trabajar implica vivir bajo la línea de pobreza.

Además, considera que "hoy en día, por la velocidad con la que se maneja el mundo, es menos importante los conocimientos que traes que la capacidad de aprender cosas nuevas": "Los haredíes somos muy buenos en eso, porque nos dedicamos a aprender y a absorber información", valora.

MÁS QUE UN ESPACIO DE TRABAJO

Bizmax, además de ofrecer un lugar adaptado a las costumbres religiosas de quienes allí trabajan, cuenta con una aceleradora propia, donde Gil Shourka y un equipo de mentores, en su mayoría laicos, capacitan a emprendedores en cuestiones como ventas y desarrollo de negocios y de producto.

"Hicimos una investigación y descubrimos que las empresas emergentes fundadas por ultraortodoxos cierran más rápido que el resto", apunta, sentado en una de las mesas de la sala común, decorada con cuadros con frases religiosas inspiradoras y grandes bibliotecas con textos bíblicos.

Entre otras cosas, argumenta, "esto se da porque no tienen mucho acceso al ecosistema emprendedor, carecen de conexiones, mentores profesionales y conocimiento sobre aspectos relacionados con cómo conseguir inversores".

La mayoría de las empresas allí desarrolladas, apunta Shourka, no generan productos vinculados a la religión, con excepción de algunas como una que creó una plataforma similar a Wikipedia, cuyo contenido está adaptado a la Halajá (ley judía).

Para Labovitz, cuya empresa apunta a un público genérico y no necesariamente judío o religioso, la comunidad ultraortodoxa se encuentra en un momento de "cambio enorme", en gran parte debido a un cambio de actitud de los rabinos de la comunidad, "que están a favor, tal vez no públicamente pero sí en privado, y cuando alguien necesita salir a trabajar, lo entienden".

Pablo Duer

(c) Agencia EFE