¿Para qué nos sirve la música? Darwin nunca lo entendió

Cuatro de los 75 colaboradores del proyecto: Aleksandar Arabadjiev, de Macedonia; Gakuto Chiba, de Japón; Neddiel Elcie Muñoz Millalonco, de Chile; y Latyr Sy, de Senegal, cada uno cantando y tocando un instrumento tradicional. (Latyr Sy, Gakuto Chiba, Neddiel Elcie Muñoz Millalonco, Aleksandar Arabadjiev via The New York Times)
Cuatro de los 75 colaboradores del proyecto: Aleksandar Arabadjiev, de Macedonia; Gakuto Chiba, de Japón; Neddiel Elcie Muñoz Millalonco, de Chile; y Latyr Sy, de Senegal, cada uno cantando y tocando un instrumento tradicional. (Latyr Sy, Gakuto Chiba, Neddiel Elcie Muñoz Millalonco, Aleksandar Arabadjiev via The New York Times)

La música desconcertó a Charles Darwin. La capacidad del ser humano para producir y disfrutar melodías, escribió en 1874, “debe contarse entre las más misteriosas de las que está dotado”.

Todas las sociedades humanas hacían música y, sin embargo, para Darwin la música no parecía ofrecer ninguna ventaja para nuestra supervivencia. Especuló que esta evolucionó como una forma de conquistar posibles parejas. Nuestros “antepasados medio humanos”, como él los llamaba, “despertaban las ardientes pasiones de los demás durante su cortejo y rivalidad”.

Otros científicos victorianos se mostraron escépticos. William James rechazó la idea de Darwin, argumentando que la música es simplemente un subproducto del funcionamiento de nuestras mentes, una “mera peculiaridad incidental del sistema nervioso”.

El debate continúa hoy en día. Algunos investigadores desarrollan nuevas explicaciones evolutivas de la música. Otros sostienen que la música es una invención cultural, como la escritura, que no necesitó de la selección natural para llegar a existir.

En los últimos años, los científicos han investigado estas ideas con macrodatos o big data. Han analizado las propiedades acústicas de miles de canciones grabadas en decenas de culturas. El miércoles pasado, un equipo de 75 investigadores publicó una investigación más personal sobre la música. Para el estudio, todos los investigadores cantaron canciones de sus propias culturas.

El equipo, formado por musicólogos, psicólogos, lingüistas, biólogos evolutivos y músicos profesionales, grabó canciones en 55 idiomas, entre ellos el árabe, el balinés, el vasco, el cheroqui, el maorí, el ucraniano y el yoruba. Los investigadores descubrieron que, en todas las culturas, las canciones comparten ciertas características que no se encuentran en el habla, lo que sugiere que Darwin podría tener razón: a pesar de su diversidad actual, la música podría haber evolucionado en nuestros lejanos antepasados.

“Nos muestra que puede haber algo universal para todos los humanos que no puede explicarse simplemente por la cultura”, dijo Daniela Sammler, neurocientífica del Instituto Max Planck de Estética Empírica de Fráncfort que no participó en el estudio.

Las bases de datos de canciones recopiladas por etnomusicólogos a veces carecen de detalles importantes. También puede resultar difícil para los investigadores entender la estructura y la letra de las canciones de otras culturas. Asimismo, las computadoras no son muy buenas reconociendo muchas características de la música.

“Pensamos que debíamos implicar a los investigadores”, dijo Yuto Ozaki, quien consiguió su doctorado en la Universidad de Keio, Japón, ayudando a dirigir el proyecto.

El colega de Ozaki, Patrick Savage, se encargó de reclutar a los cantantes. “Fue una combinación de la red de contactos que ya había creado durante la primera década de mi carrera y de ir a conferencias, entablar charlas triviales y conocer gente”, explicó Savage, ahora musicólogo en la Universidad de Auckland.

Todos los miembros del equipo eligieron canciones tradicionales de sus culturas para grabarlas.

Además de cantar, recitaron la letra de las canciones sin melodía para que el equipo pudiera comparar posteriormente la música y el habla. Y para tener otro punto de comparación, los investigadores tocaron sus canciones con una amplia gama de instrumentos, incluidos citaras y melódicas.

En cada grabación, los investigadores midieron seis características, como el tono y el tempo. A pesar de su variedad, todas las canciones compartían una serie de características que las diferenciaban del habla. Por ejemplo, el tono era más alto y estable, y el tempo más lento.

Sammler advirtió que los cantantes del nuevo estudio eran en su mayoría académicos, y que las canciones que eligieron podrían haber introducido algún sesgo en la investigación. “Esencialmente, se trata de académicos que cantan material que puede no ser representativo”, dijo.

Pero también señaló que otro estudio, aún no publicado en una revista científica, llegó a una conclusión similar. En ese estudio, los investigadores analizaron canciones en 18 idiomas y señalaron muchas de las mismas características.

Según Aniruddh Patel, psicólogo de la Universidad de Tufts que no participó en el estudio, es posible que las canciones tengan características distintas porque desempeñan un papel especial en la comunicación humana, aparte del habla. Es más, nuestros cerebros parecen ser sensibles a esas características. En 2022, señaló Patel, los investigadores descubrieron neuronas humanas que solo respondían al canto, no al habla ni a la música interpretada con instrumentos.

“Hay algo distintivo en el canto en todo el mundo como señal acústica que tal vez nuestros cerebros han ido sintonizando a lo largo de la evolución”, dijo Patel.

Qué tipo de beneficio evolutivo se derivaría de esa señal sigue siendo objeto de debate.

“Quizá la música fuera necesaria para mejorar la cohesión del grupo”, dijo Ozaki. Cantar en coros, compartiendo ritmos y melodías, podría haber unido a la gente, ya fuera como comunidad o como preparación para una batalla”.

Pero Sammler no cree que el nuevo estudio descarte otras funciones de la música, como ayudar a los padres a establecer vínculos con sus hijos. “Podría respaldar muchas teorías”, concluyó.

Audio por cortesía de Patrick Savage. Canciones de Marin Naruse, Tutushamum Puri Teyxokawa y Tadhg Ó Meachair. Instrumental de Tutushamum Puri Teyxokawa.


Carl Zimmer
cubre noticias de ciencia para el Times y escribe la columna Orígenes. Más de Carl Zimmer

c. 2024 The New York Times Company