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Sin sentencia firme, exdictador guatemalteco Ríos Montt muere a los 91 años

Por Sofia Menchu

CIUDAD DE GUATEMALA (Reuters) - Condenado por genocidio, el exdictador guatemalteco Efraín Ríos Montt murió el domingo a los 91 años sin cumplir sentencia firme después de que un tribunal anulara el juicio por los crímenes durante su sangriento gobierno de facto en el país centroamericano durante su guerra civil.

Su mandato de apenas 17 meses entre 1982 y 1983 fue símbolo de las crueles dictaduras que gobernaron Centroamérica con apoyo de Estados Unidos en las décadas de 1970-1980 y consideradas por historiadores como una de las semillas de la violencia y el subdesarrollo que todavía azotan a la región.

No estaban claros de inmediato los detalles del fallecimiento, que fue confirmado a Reuters por su abogado Luis Rosales, quien dijo que el exgeneral se mantuvo convencido de su inocencia hasta su muerte, ocurrida la mañana del domingo.

"Murió enfrentando la justicia", escribió en su cuenta de Twitter Claudia Paz y Paz, exfiscal general guatemalteca que jugó un rol decisivo en la presentación de cargos contra militares acusados ​​de cometer atrocidades durante la guerra civil. "Gracias a los sobrevivientes por su dignidad y valentía. Para que nunca más ocurra", añadió.

Ríos Montt fue enterrado a las pocas horas de su muerte en la tarde del domingo, en un cementerio exclusivo de la capital, acompañado por oficiales del Ejército de alto rango que le rindieron honores, en una ceremonia a la que sólo se permitió el ingreso a familiares y amigos cercanos al exgeneral.

"Que hermoso que en este día él (Dios) recoja a mi papi. Quiero que siempre recuerden sus palabras, que recuerden su fe, que recuerden su valentía y que recuerden que se fue libre y está libre", dijo su hija, la política conservadora Zury Ríos, en un breve discurso en el funeral, según las transmisiones de medios locales.

Mientras tanto decenas de personas se aglutinaron en la plaza central de la ciudad con carteles que decían "No habrá perdón" y pintaron en el suelo en letras color rojo frente al Palacio Nacional la frase: "Ríos Montt, genocida, los pueblos no perdonan ni olvidan".

El exgeneral fue condenado a 80 años de prisión en mayo de 2013 por una ofensiva en la que sus militares torturaron, violaron y masacraron a miles de indígenas de origen maya, pero apenas 10 días después la Corte Suprema del país ordenó repetir el "histórico" juicio por errores de procedimiento.

Organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional denunciaron la decisión como una burla a la justicia, que dejó impune uno de los episodios más sangrientos de las cuatro décadas de guerra civil entre militares y guerrilleros izquierdistas.

El proceso judicial se reactivó en 2015, pero quedó paralizado de nuevo un año más tarde por apelaciones. Un tribunal le abrió una nueva causa en marzo de 2017 por la masacre de Las Dos Erres, donde los militares asesinaron a unas 160 personas en diciembre de 1982.

Sin embargo, tras ser diagnosticado con demencia senil irreversible en 2015, el nonagenario exmilitar de poblado bigote y gruesas gafas de pasta se libró de volver a acudir personalmente a tribunales y nunca pisaría la cárcel.

"NO SOY UN GENOCIDA"

Ríos Montt, quien llegó al poder en un golpe sin sangre en 1982 y fue derrocado al año siguiente por su ministro de Defensa, ha sido comparado con otros militares latinoamericanos que gobernaron con mano de hierro y sin escrúpulos, desde Augusto Pinochet en Chile a Manuel Antonio Noriega en Panamá.

En su momento, Ríos Montt recibió el abierto respaldo de la Casa Blanca, que temía que la mayor economía de Centroamérica pudiera caer en manos del comunismo en plena Guerra Fría, y el presidente Ronald Reagan llegó a describirlo como "un hombre de gran integridad personal" y "comprometido con la democracia".

En la década de 1990, trató de volver a la presidencia mediante las urnas. Sin embargo, cuando finalmente logró ser candidato en 2003, tras dos intentos bloqueados por la Constitución, fue derrotado.

Aún así, fue congresista por casi dos décadas y presidente del legislativo como líder del Frente Republicano Guatemalteco, un partido de derecha que fundó con su hija Zury Ríos, mientras activistas trataban de procesarlo en España por crímenes de guerra.

Al renunciar en 2012 perdió la inmunidad legislativa y una corte guatemalteca lo acusó de concebir una operación en la que murieron al menos a 1.771 miembros de la tribu Ixil y miles más fueron torturados o desaparecidos.

Ríos Montt se declaró inocente durante un accidentado juicio en el que decenas de testigos relataron las atrocidades del Ejército, desde soldados jugando al fútbol con la cabeza de una anciana a violaciones masivas de mujeres y niñas.

"Nunca he tenido la intención, ni el propósito de destruir una etnia nacional (...) No soy un genocida", dijo el general retirado, entonces de 86 años, asegurando desconocer qué hacían sus tropas en el frente.

Unos 200.000 civiles fueron asesinados y otros 45.000 desaparecieron durante la guerra (1960-1996), en la que hubo más de 400 masacres perpetradas en su gran mayoría por el ejército y paramilitares contra poblaciones de origen maya, según una comisión de la verdad respaldada por Naciones Unidas.

"Ríase general, pero los gusanos lo vomitarán por asesino", lo acusó la activista Marylena Bustamante en el juicio.

SOLDADO Y EVANGÉLICO

Tercero de 11 hermanos, Ríos Montt quedó fascinado desde pequeño con la vida militar tras ver a un pelotón desfilar por su natal Huehuetenango, un municipio rural en el occidente del país donde nació el 16 de junio de 1926.

Pese a su astigmatismo, ingresó de adolescente en la academia militar y en 1954, siendo un joven oficial, jugó un papel menor en el golpe "anticomunista" respaldado por la CIA contra el presidente democráticamente electo Jacobo Arbenz, uno de los detonantes de los 36 años de brutal guerra civil.

Siendo general, Ríos Montt se lanzó y perdió la presidencia 1974 en un supuesto fraude, tras el cual fue enviado a España como agregado militar hasta 1977. El 23 de marzo de 1982, llegó al poder elegido por la junta militar que derrocó a Ángel Guevara, hasta su deposición en agosto del año siguiente.

Tras autodeclararse presidente de Guatemala por "voluntad de Dios", Ríos Montt, ministro laico de la Iglesia Verbo evangélica, anuló la Constitución, disolvió el Congreso y suspendió los partidos políticos.

Con un discurso nacionalista y religioso, pronto endureció la ofensiva contra la insurgencia reprimiendo los poblados rurales de Guatemala, a los que acusaba de refugiar rebeldes, con una estrategia de "tierra quemada" que provocó cientos de muertos y decenas de miles de desplazados.

"Si están con nosotros, les alimentaremos", dijo Ríos Montt en un famoso mensaje a una multitud de indígenas en julio de 1982. "Si no, los mataremos".