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“Me siento responsable”: ¿Cómo las mujeres procesan la agresión sexual cuando proviene de un hombre conocido?

Harvey Weinstein, el ganador de un Oscar, se ha tomado una baja indefinida de su compañía cinematográfica en espera de una investigación interna relacionadas a las demandas de acoso sexual presentadas en su contra. (Foto: Richard Shotwell/Invision/AP)
Harvey Weinstein, el ganador de un Oscar, se ha tomado una baja indefinida de su compañía cinematográfica en espera de una investigación interna relacionadas a las demandas de acoso sexual presentadas en su contra. (Foto: Richard Shotwell/Invision/AP)

Entre las 13 mujeres que cita el explosivo y condenatorio reportaje de investigación del New Yorker y que acusan de acoso y agresión sexual al mega productor Harvey Weinstein, se encuentra la directora italiana Asia Argento. Cuenta que en el año 1997 Weinstein le practicó sexo oral a la fuerza mientras ella le repetía que se detuviera. Sin embargo, se trata tan solo de una de las muchas historias particularmente gráficas y desgarradoras. Aún así, Argento admite que no cortó la relación con él después de la agresión y que incluso mantuvo una relación sexual consensuada. “Sentí que tenía que hacerlo”, le confesó Argento a New Yorker. “Porque la película estaba a punto de estrenarse y no quería enojarlo”.

“El problema de ser víctima es que me sentí responsable. Si fuera una mujer fuerte, lo hubiera pateado y habría huido. Pero no lo hice. Por eso me sentí responsable”, confesó.

Los expertos explican que los casos de agresión sexual son delitos ambiguos de procesar, sobre todo cuando están involucradas personas que se conocen y han mantenido algún tipo de relación. A menudo el comportamiento o la reacción de la víctima no se corresponde con las expectativas de la sociedad, explicó Mindy Mechanic, profesor de psicología en la Universidad Estatal de California en Fullerton, quien se ha especializado en las consecuencias de la violación en las mujeres. “Por ejemplo, casi nadie invitaría a cenar a casa a su atacante o a un ladrón”.

Sin embargo, la víctima procesa de manera diferente las agresiones sexuales cometidas por una persona conocida, ya se trate de un compañero de trabajo, la persona con la que tienes una cita, una pareja o un amigo. Es más probable que juzgue lo ocurrido bajo una luz diferente o que incluso se culpe por ello, lo cual alimenta la sensación de que se ha producido una intensa violación de la intimidad y la confianza. En vez de sentir miedo o terror, muchas víctimas se sienten confundidas después del evento o incluso niegan lo sucedido. A menudo es un mecanismo para “seguir confiando en la persona con la que probablemente ya comparten una historia, un deseo de recuperar la confianza en su habilidad para evaluar bien a los demás”, explicó Mechanic.

“Nunca he encontrado a una persona que haya sufrido una agresión sexual que no se culpe a sí misma”, agregó.

Auto inculparse ofrece un valor funcional que ayuda a lidiar con el abuso y la violencia: permite que la víctima recupere la percepción de control sobre la situación.

En la historia del New Yorker, Lucia Evans relató que una noche de 2004 la llevaron a una oficina repleta de máquinas de gimnasio para que se reuniera con Weinstein. Evans contó que Weinstein la obligó a practicar sexo oral. “Yo decía una y otra vez: ‘No quiero hacerlo, detente, no’”, pero al final se rindió. Evans dijo que pasó años lidiando con los recuerdos de aquel incidente: “Fue culpa mía porque no lo detuve”, solía pensar.

Tomi-Ann Roberts contó que experimentó un sentimiento similar cuando Weinstein la recibió “en una bañera” intentando convencerla para que “se desnudara”, en el año 1984. Roberts dijo que lo rechazó, pero que también se disculpó por ello.

“Realmente pensé que era… culpa mía, que era melindrosa o que tenía miedo”, le dijo Roberts a Juju Chang, del ABC, en una entrevista para el programa “Nightline”.

Las agresiones sexuales que perpetran las personas conocidas generalmente implican menos violencia que las violaciones de un extraño. A menudo el atacante recurre a tácticas más sutiles, como la presión verbal, el engaño, la manipulación o las amenazas tácitas. “Estas tácticas confunden a la víctima, quien no sabe si catalogar la experiencia como un acto criminal como una violación o una agresión sexual”, explicó Mechanic. “También contribuye a que la persona se sienta confundida y se culpe”.

Cuando las personas culpan a la víctima por la agresión sexual recurriendo a frases como “Se lo estaba buscando”, “Para empezar, ¿qué hacía allí?” o “¿Por qué no se lo contó a alguien?”, están cayendo en el mismo proceso psicológico que la víctima. “Cuando nos decimos que jamás haríamos lo que ella hizo, en realidad nos estamos asegurando de que somos fuertes e invulnerables a la victimización”, añadió Mechanic. “Nada de eso es cierto, son más bien distorsiones cognitivas que cumplen una función de autoprotección a corto plazo”.

A menudo, es necesario que otras personas ayuden a la víctima a identificar lo ocurrido como un asalto. “Esa es la razón por la que en los medios de comunicación vemos que muchas víctimas de agresión o acoso sexual solo dan la cara después de que otras personas han contado el delito”, explicó Mechanic. “La unión de varias personas empodera y fortalece pero cuando alguien se encuentra solo se siente vulnerable y creerá que no es capaz de presentar una acusación de asalto sexual contra una figura pública y respetada”.

El escándalo de Weinstein motivó a varios actores a contar sus historias de acoso sexual y expresar su solidaridad con las presuntas víctimas. Terry Crews contó en una serie de tuits que un ejecutivo de Hollywood, a quien no quiso nombrar, le “tocó” sus “partes privadas”.

Sin embargo, el actor admitió que nunca lo dijo públicamente:

Decidí no llevar el asunto más allá porque no quería que me condenaran al ostracismo, en parte porque el acosador tenía poder e influencia. (9/cont.)

De hecho, varias de las presuntas víctimas femeninas expresaron su temor a que Weinstein pudiera arruinar sus incipientes carreras si lo denunciaban. La ex secretaria y recepcionista que trabajó para Weinstein, Emily Nestor, rememoró una de las situaciones de acoso: “Le tenía mucho miedo. Yo sabía que tenía mucha influencia y que si lo molestaba, nunca llegaría a tener una carrera en esta industria”.

“La distribución desigual del poder y los recursos entre dos personas a menudo determina la respuesta de las víctimas”, confirmó Mechanic. “Los predadores suelen elegir conscientemente a víctimas que tienen menos poder o un estatus social inferior como objetivos de sus ataques sexuales precisamente porque se dan cuenta de que el poder y la posición de la que gozan probablemente los protegerán de las acusaciones, mientras que sus víctimas serán percibidas como “prostitutas” que podrían estar aprovechando la ocasión para allanar su camino profesional. El poder y el género cuentan mucho en esa ecuación”.

Mikaela Conley