Si Estados Unidos quiere consumir ternera sosteniblemente deberá reducir su cabaña un 55%

Ganado pastando en Benedict, Maryland, Estados Unidos. (AFP Photo/Mark Wilson)
Ganado pastando en Benedict, Maryland, Estados Unidos. (AFP Photo/Mark Wilson)

Hace años que se habla del “despilfarro” ecológico que supone destinar suelo cultivable a la cría de ganado bovino. Está claro que gramo por gramo, producir carne de ternera tiene costos mucho más elevados en tierra, agua y emisiones de gases invernadero (a este “flatulento” respecto hubo quien propuso crear vacunas) que la mayoría de las hortalizas y frutas que cultivamos.

Es por eso que los expertos en medioambiente intentan dar con métodos alternativos para la producción de proteína animal, que permitan reducir drásticamente la cabaña bovina mundial que destinamos a carne y leche.

¿Debería llegar entonces el Armagedón vacuno? Pues no, cuando hablan de una reducción drástica no llegan tan lejos. Los medioambientalistas de hecho creen que acabar con todas las reses no sería en absoluto una buena noticia, ya que producen buena parte del fertilizante que usamos y además consumen grandes cantidades de residuos vegetales derivados de la industria, tales como las cañas del maíz, la pulpa de la remolacha, o los granos de destilería.

Las consecuencias de un ganado sostenible

Pero entonces ¿dónde está el equilibrio? ¿cuántas vacas debemos criar? Para encontrar la respuesta un grupo internacional de investigadores dirigidos por Maureen E. Raymo (Universidad de Columbia, Nueva York) y Ron Milo (Instituto Científico Weizmann, Israel) han intentado imaginar un mundo “perfecto” en el que las vacas se alimentasen únicamente de pastos y de residuos vegetales como los antes mencionados, y no de cultivos plantados especialmente para ellas.

Si la tierra que se emplea en Estados Unidos en el cultivo de forraje para las vacas se destinase a generar cosechas de gisantes, cebada y otros productos aptos para la alimentación humana, la producción cárnica bovina en el gigante de Norte América se reduciría en un 55%. El equipo responsable de este trabajo afirma que, en cifras contantes y sonantes, esta reducción significaría pasar de las actuales 31 millones de vacas a solo 14 millones.

Todos a régimen

Obviamente esto implicaría aceptar una reducción igual de drástica en el consumo de carne vacuna por parte del pueblo estadounidense, conocidos internacionalmente por su amor por las hamburguesas, barbacoas, pastel de carne, etc. Por algo son los mayores consumidores de carne bovina del mundo.

Para alcanzar esta (hoy por hoy) utopía cárnica, los estadounidenses tendrían que reducir en más de la mitad su consumo semanal de carne de vacuno, establecido actualmente en 460 gramos. ¿Podría un norteamericano medio vivir con “solo” 207 gramos de carne de vaca a la semana? McDonalds tiembla solo de pensarlo. En fin, incluso si consiguiesen adaptarse a esos 207 gramos por semana, el consumo de carne de vaca en los Estados Unidos seguiría duplicando la media global, aunque lograrían empatar con países como Sudáfrica y Corea del Sur.

En cuanto a España, según las cifras de este informe, en 2016 consumimos un total de 246.377 toneladas de carne de vacuno. Haciendo la cuenta eso implica que cada español consume unos 5,61 kilos de ternera per cápita al año, es decir unos 107 gramos a la semana (menos de una cuarta parte del consumo medio estadounidense). Parece que los ganaderos asturianos y gallegos no tendrían que sacrificarse tanto. ¡Es un consuelo!

El trabajo acaba de publicarse en la revista Nature ecology & evolution.

Me enteré leyendo Science.