Sexualidad y coronavirus: la difícil ecuación entre el riesgo y el deseo en plena segunda ola

La pandemia produjo un tipo especial de depresión, la depresión pandémica
La pandemia produjo un tipo especial de depresión, la depresión pandémica

Los especialistas coinciden: las personas no han dejado de ejercer su sexualidad durante la pandemia. Junto con las alternativas como el sexo virtual y el goce con uno mismo, también se pone en juego la manera más conocida de estar con otro: en contacto estrecho, sin ninguna clase de distancia. “Lo que la pandemia nos demuestra es que el deseo siempre está presente y que aunque implique un riesgo no siempre es posible evitarlo. La gente se sigue encontrando, no solo los más jóvenes, sino también hombres y mujeres de 70 y más años. Por eso es tan difícil cumplir con las pautas de distanciamiento social. El riesgo está, pero el deseo arrasa”, dice la psicoanalista Any Krieger, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).

¿Qué pasará con estos encuentros “cuerpo a cuerpo” a partir de las restricciones de circulación impuestas por el explosivo aumento de los contagios? Florencia Salort, médica del servicio de ginecología del hospital Italiano y sexóloga clínica, anticipa una importante restricción en el terreno sexual. “Después de un ‘veranito’ en que la gente salió como si hubiera estado en una jaula, ahora empezaron a decir ‘no salgo más’. Vamos a tener que volver temprano a nuestras casas; si bares y restaurantes están cerrados… ¿dónde nos encontramos?”.

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Efectivamente, coincide Silvina Valente, presidenta de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH): en los últimos tiempos las personas se han abierto mucho más. “Los jóvenes por lo general no tienen nada de miedo, pero la vacunación abrió también cierta libertad entre los mayores. Puede ser que ahora menos personas busquen relaciones nuevas. Pero creo que dependerá de la edad, personalidad, si tienen algún problema de ansiedad o del ánimo, más o menos miedos. De acuerdo a la experiencia de la primera ola, en la Argentina hay muchas realidades en un mismo país. Algunos no llegan a tenerle miedo al virus y otros tienen pánico de solo pensarlo”.

Una nueva intimidad

Salort, que es autora de Sexo Sentido (Ed. El Ateneo) y difunde información sobre sexualidad a través de su cuenta Flordegineco en Instagram, dice que la pandemia implicó una revalorización de los vínculos que también se ve reflejada en lo sexual.

La pandemia, comenta, redujo la infidelidad, una conducta que según estudios internacionales practican hasta el 40% de quienes sostienen una relación estable, bajo la forma de contactos esporádicos con personas desconocidas o amantes, a veces durante años. Lo novedoso es que ahora, “si alguien decide intimar con otra persona pone en riesgo a su pareja, que además no sabe que está siendo expuesta. Ya no es cuestión de cuidarse con preservativo. Hoy eso no alcanza. Los vínculos, incluidos los sexuales, pasaron a ocupar posiciones en la lista de prioridades y, antes de poner en riesgo a la propia familia y los contactos estrechos manteniendo un encuentro sexual con alguien fuera de la burbuja, se lo piensa, se toma una decisión. Hay vínculos más importantes que otros”.

Andrés Flichman, sexólogo clínico acreditado por la Federación Latinoamericana de las Sociedades de Sexología (FLASSES), brinda un dato que podría confirmar la idea de Salort: durante la pandemia disminuyó la venta de fármacos para tratar la disfunción sexual eréctil. “Esto puede haber ocurrido por dos motivos: por dificultades económicas y porque los hombres los usan generalmente con sus amantes, no con una pareja. Durante la pandemia hubo menos relaciones de este tipo”, dice el sexólogo.

Flichman añade que es muy difícil determinar qué actitud tendrán las personas desde el punto de vista sexual frente a las mayores restricciones de circulación. “Habría que ser un chamán –bromea-. Pero más allá de eso la pandemia extendió las conductas de cortejo, y eso seguramente seguirá pasando. Los medios virtuales para conocer gente nueva hicieron que las personas sepan más de la otra. La virtualidad no permite conocer el gusto de la boca del otro pero, hasta poder besarlo, nos deja conocerlo más. El miedo puede favorecer el desarrollo de un conocimiento más amoroso del otro. Y esto es algo positivo. Esperar, tomarse su tiempo.”

De manera figurada, Flichman dice que este cortejo extenso que implica la virtualidad sería como una suerte de un retorno a aquel zaguán del que tanto hablaban nuestros abuelos: “Antes de llegar al coito propiamente dicho, las parejas mantenían un largo tiempo de conocimiento previo”.

Florencia Salort comenta que entre personas que recién se conocen cambiaron completamente las preguntas: “¿Tuviste síntomas? ¿Cómo te cuidás? ¿Tenés contactos de alto riesgo? ¿Tuviste Covid? ¿Te vacunaste? ¿Nos cuidamos durante 10 días, nos hisopamos y nos encontramos?.”

Separaciones y depresión

Durante la pandemia hubo muchas separaciones: según una encuesta informal de Salort en su Instagram, sobre 2000 casos, el 30% se había separado.

“Después de separados, muchos tomaron el riesgo y conocieron gente nueva, y ahí a veces aparecieron trastornos de la sexualidad ―dice Silvina Valente, que está al frente del consultorio de Sexología Clínica del departamento de Tocoginecología del hospital de Clínicas—. Por ejemplo, dolor durante el coito, anorgasmia en las mujeres, disfunción sexual eréctil y eyaculación precoz en los varones pero también falta de deseo, el no tener ganas. Mientras no genera malestar, esa falta de ganas no es un trastorno. Pero en algunos casos oculta dificultad de afrontamiento por el miedo y la inseguridad que nos ha creado la pandemia. Esta actitud de desgano puede encubrir una depresión, de no tener ganas de tener ninguna actividad que conecte con la vida.”

“La pandemia nos produjo un tipo especial de depresión, la depresión pandémica —dice Any Krieger—. Tiene algunos puntos en común con la depresión más conocida, como el cansancio, pero lo que tiene de diferente es un grado de enojo, una irritación que en general se vehiculiza como enojo contra los gobernantes. Aunque también la sexualidad está ‘sazonada’ con este enojo, que tiene características de rebeldía”.

El placer de los cybercuerpos

Francesca Gnecchi, periodista diplomada en sexualidad y directora de Erotique Pink, tienda de productos eróticos, afirma que por miedo al contagio, la ola de sexo virtual va a aumentar. “Creo que será algo similar al inicio de la cuarentena el año pasado”, dice.

Gnecchi recuerda que desde que comenzó la pandemia muchas personas se cuidaron y cumplieron con el aislamiento pero encontraron maneras alternativas de encontrarse con otro a través del sexo virtual por zoom, video llamadas, sexting, que es el intercambio de imágenes y mensajes eróticos. Todo eso puede terminar en un encuentro sexual a distancia. También, agrega, se produjo un boom de los juguetes sexuales: de hecho, su boutique incrementó un 50% las ventas el año pasado. “Los juguetes más vendidos son los que se manejan mediante una aplicación —explica―. Una persona tiene el juguete y otra en su celular la App para manejarlo a distancia”.

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Junto con los juguetes eróticos para usar en pareja se vendieron también más juguetes sexuales de uso personal. “Muchos mayores de 50 contaban que era su primera experiencia —dice Francesca—. Lo que dejó la cuarentena fue poder pensar que hay otras formas de vivir la sexualidad y abrirse a la vivirla con uno mismo. A mitad de la cuarentena desde el Ministerio de Salud se recomendó la masturbación, el uso de juguetes sexuales y el sexo virtual. Esto puso el tema de la sexualidad en los medios de comunicación como nunca antes y se habló mucho. Es el lado positivo.”