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¿Podría servir la autofagia para combatir la obesidad?

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Puede que entre a leer este artículo pensando aliviado que al fin se ha descubierto una nueva dieta milagrosa para adelgazar. O quizás haya deducido que es otro artículo más sobre el ayuno intermitente, esa dieta que ayuda a “depurarnos” y entrar en “cetosis” tras 16 horas sin probar bocado.

Pero nada de eso. Lo que queremos contar es que, como científicos, trabajamos buscando soluciones a los problemas de la sociedad, y la obesidad es uno de los prioritarios. Lo que queremos compartir es que, pensando en obesidad y ayuno, una de las dudas que surgen es si tenemos algún mecanismo celular que nos ayude o proteja en caso de ayuno. Y si fuera así, ¿podemos estimularlo?

Autofagia, un “súperpoder”

La autofagia es el mecanismo que interviene en el reciclaje celular, a través de la eliminación de macromoléculas, patógenos o productos derivados de una situación de estrés celular de manera controlada. El pistoletazo de salida para que se desencadene puede ser la privación de nutrientes (falta de aminoácidos o ácidos grasos) o situaciones de estrés metabólico como la inflamación.

Técnicamente, al practicar autofagia nos comemos a nosotros mismos. Pero no es para asustarse, tiene su sentido. Si nuestra función celular está comprometida a causa de un estrés energético o mal funcionamiento, se activa este mecanismo de regeneración que permite la formación de nuevas estructuras celulares.

Como bien sabemos, todo gran poder conlleva una gran responsabilidad. En este caso, el exceso de autofagia puede inducir la muerte celular pero es que, además, su defecto puede inducir un agotamiento y envejecimiento de nuestras células. ¡Menuda encrucijada!

La pregunta que surge a continuación es: ¿qué ocurre si esta herramienta no es capaz de funcionar correctamente? ¿Guarda alguna relación con enfermedades como la obesidad?

La obesidad y la autofagia

El sobrepeso y la obesidad son enfermedades metabólicas cuya prevalencia, según la Organización Mundial de la Salud, se ha triplicado en las últimas décadas, con proporciones epidémicas a nivel mundial. A nivel fisiopatológico, se caracteriza por una acumulación de grasa en el tejido adiposo. Hasta ahí no debería haber problema, pero cuando se sobrepasa su capacidad máxima de almacenamiento, el exceso de nutrientes se almacena en otras localizaciones como el hígado, el páncreas o el músculo, lo que favorece un proceso inflamatorio crónico de bajo grado y la instauración de enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus tipo 2 o cáncer.

A priori, si el ayuno prolongado activa el proceso autofágico como mecanismo de supervivencia celular, cabría esperar que en la obesidad estuviera inhibido. Primera asunción errónea: las evidencias apuntan a que, como consecuencia del estrés metabólico de la obesidad, podría haber un aumento en la expresión de marcadores de autofagia en el tejido adiposo. El objetivo podría ser reducir la sobrecarga de nutrientes y favorecer la diferenciación de los adipocitos.

Sin embargo, un artículo publicado en la revista Autophagy advierte que este proceso no llega a ser del todo efectivo, por lo que provocaría un defecto en la autofagia. Por si fuera poco, investigadores expertos en el campo han afirmado recientemente que la inhibición prolongada de la autofagia puede precipitar la acumulación de estrés celular e inflamación. Vaya, la pescadilla que se muerde la cola.

Por si esto no fuera suficiente, la respuesta autofágica puede variar en función del tipo celular, la edad del paciente o la duración de la enfermedad y patologías asociadas, lo que da lugar a una gran controversia respecto a los resultados.

Entonces, ¿qué pasa cuando falla la autofagia? El aclamado investigador en autofagia Daniel Klionsky expone que la alteración de la autofagia está relacionada con enfermedades inflamatorias, neurodegenerativas, endocrinas, cardiovasculares o cáncer, entre otras. Estudios en ratones añaden que la insuficiencia en el reciclaje celular facilitaría la progresión hacia la diabetes mellitus tipo 2, por lo que la autofagia efectiva adquiere un papel importante en la prevención y tratamiento de estas enfermedades.

Activación de la autofagia en pacientes con obesidad: ¿es la solución?

La activación de la autofagia no es algo instantáneo, sino que se activa gradualmente en función de las necesidades energéticas. Por lo que conocemos, los hábitos de vida que activan la autofagia como el ejercicio, intervenciones dietéticas, fármacos o intervenciones quirúrgicas (¡todo siempre consultado con profesionales!) podrían retrasar la aparición de las enfermedades asociadas a la alteración en la autofagia y la obesidad.

Hasta ahora no hay una solución y se desconoce si los cambios en la autofagia son resultado directo del aumento de grasa corporal o es un mecanismo compensatorio de protección para eliminar el exceso de lípidos.

Por lo tanto, la autofagia y la obesidad siguen siendo un reto para la comunidad científica. Adaptando la mítica frase de Groucho Marx, estos son los resultados, y si no le gustan, tengo otros.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Milagros Rocha Barajas recibe fondos del Fondo de Investigación Sanitaria del Instituto de Salud Carlos III.

Zaida Abad Jiménez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.