Sergio Romero: “Que hayan dudado de mí fue echarle nafta al fuego”
Con fama de estrictos y gruñones, Mourinho y Louis van Gaal están entre los entrenadores más prestigiosos de la historia. “Espectaculares”, es la palabra que elige Sergio Romero para definirlos. Frecuentemente se pone en contacto con ellos, un buen retrato de la dimensión del arquero. “Tengo una relación fluida con José. Cuando firmé en Boca me escribió, y cada vez que atajo penales me escribe; siempre está pendiente de la gente con la que él se ha sentido bien”, confía ‘Chiquito’ sobre el portugués. Y que un país lo haya elegido a Van Gaal como el enemigo perfecto después de Qatar, a Romero no lo confunde. Al contrario, lo distingue del rebaño. “Actualmente Louis está pasando una situación muy particular con su salud, y uno a la distancia no puede acompañarlo, pero siempre me tomo el tiempo de escribirle para hacerle llegar mi inquietud y mis saludos. Quizás al celular se demore un poquito más, pero le escribo al mail y responde enseguida. Y en español te responde”. Romero lo aclara para subrayar la amabilidad del neerlandés.
Se apasiona el arquero. Abre grandes los ojos, un gesto que aparece cada vez que quiere acentuar lo que dice. “Yo tuve la posibilidad de conocer las dos caras de Van Gaal, porque no es sólo un entrenador. Tuve la suerte de conocer al hombre, y es una gran persona. En el AZ Alkmaar nos proponía hacer un montón de cosas que ni aparecían en los planes de un futbolista, como ir a compartir el día con chicos con capacidades diferentes… Él me ayudó mucho al llegar porque yo no hablaba inglés ni holandés, claro, entonces él hablaba con el plantel y después me separaba a mí y me decía lo mismo en español para que no me quedara afuera. Y si intercambiaba puntos de vistas con algún compañero, también se tomaba el tiempo de venir y explicarme que habían conversado. Tuvo sensibilidad y calidez para integrarme a mis 20 años. Y adentro del campo, para mí, fue un maestro desde el día 1, que me dio la mano y me dijo: “Para mí no sos más un arquero, sos mi jugador número 11″. Le tengo un gran aprecio, conmigo se portó excelente”. Van Gaal lo dirigió tres temporadas, dos en Países Bajos y otra en Manchester. Y lo sufrió en el Mundial 2014, la tarde que ‘Chiquito’ se convertiría en héroe.
Mourinho atrapa el relato. “Con José compartimos muchos momentos muy buenos en el United, como la Europa League 2017 que ganamos, y la Community Shield que también ganamos juntos un año antes… Actualmente tenemos mucho contacto. Como persona es un 10, es excelente. Llegó al United y enseguida me dijo qué pretendía de mí y me describió lo que él sabía que podía conseguir de mí. Hemos tenido grandes charlas post partidos, un tipo muy pensante. Quiere mucho, mucho, pero mucho a los sudamericanos. Pero sabía, también, la gran diferencia que hay entre argentinos y brasileños a la hora de compartir un grupo, sabía manejar al brasileño y al argentino, sabía que nosotros somos mucho más temperamentales, entonces aprovechaba eso”.
‘Chiquito’ Romero tuvo por compañeros a delanteros de la jerarquía de Zlatan Ibrahimovic, Wayne Rooney y Lukaku en Manchester United; Yannick Carrasco en Monaco y Samuel Eto’o en Sampdoria… ¿Te hicieron mejor arquero?, escucha. “Sí, sí, claro. De ellos y con ellos aprendí. Y aprendí mucho, y me hice amigos. Con Samuel [Eto´o] teníamos una relación muy linda, como persona el loco es un fenómeno. La última vez que lo vi personalmente fue en el casamiento de Leo [Messi], en Rosario; yo estaba con mi señora en la recepción y siento que de atrás uno me dice: “¿Y qué?, ¿no me vas a saludar papi?”. Cuando escuché el ‘papi’ ya sabía quién era... Me dio un abrazo como si hubiésemos compartido 15 años, y habíamos compartido un año en Sampdoria. Hay gente con la que te podés reencontrar después de mucho tiempo y es como si no hubiese pasado el tiempo. Sentís como si te hubieses conocido de toda la vida. Y con Samuel me pasa eso”.
-¿Cómo se gestionan vestuarios con tantos egos como celebridades?
-… No son vestuarios tan difíciles como se puede suponer. Obviamente los egos están y a veces chocan, sí, sucede. Yo llegué al United y lo vi a Rooney y dije “paaaa, éste es leyenda, éste ganó todo”, y el loco desde el día 1 me recibió y yo le aclaré: “Mirá que mi inglés es malísimo”. Y a él no le importó nada y siempre trató de ayudarme. Me preguntaba qué me hacía falta, se acercaba todos los días… Lo mismo Michael Carrick, gente de primera que dejaron una huella en la Premier. Gente a la que si hoy les mando un menaje, me contesta y se pone a disposición.
-¿Y Zlatan Ibrahimovic? ¿Cómo se convive con él?
-Él, puertas adentro, era el mismo que veían afuera. Esas cosas que decía en la prensa, que era Dios en la Tierra y cosas así, era igual en el vestuario. Las 24 horas era así y en el grupo, todo el tiempo, te hacía ver que él estaba. Pero con nosotros, con los argentinos, con Marquitos [Rojo], tenía algo distinto. Zlatan sabía que los argentinos éramos de una manera y los brasileños de otra. Él sabía que si a nosotros nos mordía un poquito, nos levantaba y no nos caíamos. Si nos buscaba, encontraba ese lado competitivo nuestro. Si nos tocaba, nosotros íbamos a saltar como leche hervida y eso iba a potenciar a todos. Tocaba esa fibra y sabía que le íbamos a responder como él lo exigía. Más de una vez nos agradeció, a Marquitos y a mí, porque le daba gusto entrenar con nosotros, porque si nos tocaba la fibra nosotros trabajábamos más duro. Y eso contagiaba a los demás. Porque muchas veces sucedía que él decía algo y no le respondían, al contrario, muchos se pinchaban y el entrenamiento empezaba a caerse. Entonces lo buscaba a Marquitos, a mí, al serbio Nemanja Matić, gente de carácter, de personalidad, para que apareciéramos y el entrenamiento otra vez se iba para arriba.
-¿Y Riquelme quién es? Fueron compañeros y hoy, simbólicamente, es tu jefe.
-Fui compañero de Román desde los Juegos Olímpicos en 2008, si bien ya había compartido algún que otro entrenamiento siendo yo sparring, siendo parte del Sub 20, cuando nos preparábamos para el Mundial de Canadá 2007. En los Juegos nos tocó compartir un montón porque estuvimos 40 días encerrados. Un tipo muy sencillo, espectacular como persona; tuvimos feeling y una gran amistad desde que nos conocimos. Al poco tiempo que volvimos de los Juegos, el ‘Coco’ Basile me cita a la selección mayor, y si bien conocía a algunos chicos, como al Kun, a Leo, a Ángel, Román fue uno de los más grandes que me agarró enseguida y me dio esa mano para ingresar a un grupo donde había gente de mucha espalda, como el ‘Pupi’ Zanetti, la Bruja [Verón], Samuel, Heinze… Yo me sentaba en ese vestuario y me la pasaba mirando porque no podía creer donde estaba. Y que Román te llame y te invite a tomar mates fue algo espectacular. Y hoy, en la posición de vicepresidente, lo veo muy bien, muy centrado, muy ocupado de que esté todo de primer nivel en el predio y en la Bombonera, y ocupado también, a la hora del mercado, de que lleguen compañeros con las condiciones para ser parte de este club… Creo que Román está haciendo un gran trabajo, y nosotros desde la cancha estamos colaborando para que a la dirigencia le vaya bien. Entre todos estamos haciendo nuestra parte para que Boca siga siendo grande y para hacerlo crecer más todavía.
-¿Qué encontraste en Boca?
-Me encontré lo que esperaba, un club organizado, con unas instalaciones increíbles. Acá tenemos todo al alcance de la mano. Yo siempre les digo a los muchachos jóvenes que aprovechen lo que tienen, porque en todos los clubes del mundo no están todas las herramientas que te da Boca. El trato de la gente es muy cálido, desde la gente que limpia hasta la que nos cocina y la gente de seguridad que nos cuida. Pasando el portón de ingreso, uno accede a un lugar espectacular. En Boca encontré un club en el mismo nivel de los clubes con los que me venía manejando en Europa.
-¿Enseguida percibiste que en Boca la Libertadores es una obsesión?
-La Copa para este club es algo único. Se sabe que es un deseo, es ese objetivo mayor en el año calendario. Todos tenemos la misma ilusión y las mismas ganas, trabajamos para eso. Logramos llevar a Boca hasta unas semifinales después de lo que fueron las últimas ediciones, aunque a mi entender también mereció avanzar contra Atlético Mineiro y contra Corinthians. Ahora nos quedan dos partidos, dos batallas muy difíciles, tendremos un gran rival enfrente como Palmeiras, pero quién nos quita la ilusión, ¿no? Tenemos que hacer nuestro trabajo, tenemos grandísimos jugadores en el plantel, tenemos un gran entrenador. Dos quiera que esos dos días, porque serán dos días, los planetas estén alineados y las cosas nos salgan muy bien en el campo de fútbol para llegar a la final.
-La mística de Boca en la Copa está emparentada con los penales. Una vía que fue clave en 2000 y 2001, y justo contra Palmeiras…
-Sí, los penales han sido grandiosos en la historia de Boca en la Copa Libertadores. Gracias a Dios en esta Copa también hemos tenido penales y los pudimos sortear para seguir adelante. Pero cómo no recordar las ediciones de 2000 y 2001 con Oscar [Córdoba] en el arco, tapando lo que tapó allá en Brasil y acá en Buenos Aires. Los penales son algo espectacular para el arquero porque nos pone en una situación distinta. Sabemos que podemos tener una equivocación en los 90 minutos, pero a la hora de los penales todo está volcado en nosotros. Pero tanto contra Nacional, como contra Racing, también las ejecuciones de mis compañeros han sido espectaculares, y esa es una gran parte del trabajo. Yo siempre les digo lo mismo cuando nos juntamos: “No erren a los tres palos, que la pelota vaya entre los tres palos, porque si la pelota va ahí, yo después les voy a dar una mano. Pero yo necesito que ustedes también me den esa mano a mí”. Y la verdad que ver que en las dos últimas tantas, el Changuito [Zeballos], que es uno de los más jóvenes, agarra la pelota con esa determinación para patear el primer penal, que siempre es el más difícil, es algo espectacular. Y eso nos da confianza a todos los demás, a mí para ir a atajar y a los demás para seguir pateando. Contar con alguien que agarre la pelota y diga “me hago responsable del primer penal” es espectacular. Gracias a Dios los muchachos están bien.
-Penales, tu especialidad. ¿Suerte, ensayo, intuición?
-Siempre hay un trabajo atrás. Y siempre los nombro porque sin ellos yo sería un arquero más: el trabajo de Gayoso, de Javi [García], de Lea Brey… entre los cuatro hacemos un gran grupo. Si el grupo está unido, nos podemos enfrentar contra cualquier cosa, esa es la realidad. Y por más que uno pueda tener intuición, o tirarse bien o mejor que otro arquero, la suerte siempre tiene que estar. Mirá la definición contra Almagro, por la Copa Argentina... yo la termino sacando con el pie izquierdo y soy derecho… Entonces la cuota de suerte siempre tiene que estar, y más en la posición del arquero. Por ahí metés esa mano increíble y pega en el palo y sale, por eso necesitás esa cuota de suerte. Los penales están ayudando y desde mi posición le estoy pudiendo dar ese respaldo al equipo.
-Hubo mucha desconfianza alrededor de tu llegaba a Boca. ¿Necesitabas demostrar que estabas vigente?
-No sé si decir que lo necesitaba, pero al llegar recibí muchos comentarios durísimos: “No puede jugar”, “la rodilla no le da más” y “está todo roto”. Pero lo bueno, sabés… es que eso fue querosene, que hayan dudado fue echarle nafta al fuego, me levantaron… ¡no sabés cómo me levantaron! Y también levantaron a la gente que estaba a mi alrededor. Porque los kinesiólogos no me dejaron caer, estuvieron conmigo cuando debían estar de vacaciones, y el doctor Jorge Batista, lo mismo. Él me dijo: “Ahora van a tener que tragarse las palabras, porque entre todos nosotros vamos a hacer que vos estés en una cancha de fútbol, y no por un partido, sino con continuidad”. Y lo logramos. Y soy un agradecido de todos ellos. Cuando llegué me faltaba ritmo, y no sólo eso, además me tuve que volver a operar. Pero ellos nunca dejaron de creer en mí. Ellos lo hicieron: en Boca me volví a sentir arquero.
-¿Pero en cuántos puntos estabas al llegar?
-En 3. Sí, tres puntos. Si bien había entrenado con Ale Santillán, mi amigo y entrenador de arqueros, y me sentía bien, cuando llegué a Boca me di cuenta de que estaba bajo. En todos los sentidos. Necesitaba más músculo en mis piernas, por ejemplo, y de eso te das cuenta cuando comenzás a compartir un equipo. Recuerdo que volví a casa y le dije a mi señora: “Estoy muuuuuuuy lejos”. Y al poco tiempo terminé, otra vez, con la rodilla operada. En Boca creyeron y nunca me apuraron.
-El equipo reaccionó en Santiago del Estero. Pero puertas adentro, ¿no les inquietaba el nivel del equipo en estas últimas semanas?
-Obviamente no hay equipo en el mundo que se sostenga y que no tenga un momento de bajón. Estamos en un buen momento en la Copa Libertadores y en la Copa Argentina, y sí necesitamos levantar en la Copa de la Liga para cambiar la imagen en este campeonato y para agarrar la senda ganadora. Porque siempre, los triunfos arrastran cosas positivas y afirman la tranquilidad, la confianza y la armonía.
-¿Boca puede ser el puente a la selección?
-Nunca perderé la ilusión de volver. Entré al predio con 17 años y me ha tocado estar muchísimo tiempo ahí adentro. Tengo muchísimos amigos ahí. La selección es un lugar mágico, salís con una energía totalmente potenciada. Ahí hay gente que te da un abrazo y te sentís como en casa, esa es la verdad. Yo trabajo diariamente pensando en que le vaya bien al Boca y después, en volver a vestir los colores de la selección.
-¿Cómo viviste Qatar?
-Fue una alegría inmensa para el país, para todos, y particularmente muy feliz por gente que ha compartido años conmigo como Leo, Ángel, Ota [Otamendi], y con muchísimos estos chicos, como Paredes, Dybala, también compartí muchos momentos…, como también con el departamento médico, los kinesiólogos, los utileros…, que ellos hayan alcanzado el objetivo de traer esa copa al país, eso que deseábamos desde hace años, fue espectacular.
-Conociste al primer Messi, ¿es el mismo?
-Leo… Leo, primero, te tiene que conocer, le lleva un tiempito hasta que entrás. Ahora, una vez que entraste, el loco es humilde, el loco es tranquilo, el loco es predispuesto… El tipo está siempre para lo que vos necesites. Y es generoso, viste que en River, en el primer partido post Mundial, se hizo tiempo para recordar a las generaciones anteriores. Para nosotros, los que también batallamos por esto y no se nos dio, fue un mimo, una caricia. Fueron mil batallas, la tuvimos ahí, porque la tuvimos ahí a la Copa, y no quiso. Pero yo soy un convencido de que las cosas son cuando tienen que ser. Esas cosas llegan en el momento justo, cuando deben ocurrir. Y Argentina hizo un gran recambio, encontró gente predispuesta a entregarse, a darlo todo, y esa gente consiguió aquello por lo que nosotros batallamos mucho tiempo y quedamos en la orilla. Pero también siento que hicimos el camino, que lo fuimos zanjando, que hicimos todo el laburo para lograr un objetivo que estaba destinado que iba a llegar. Gracias a Dios pudimos disfrutar, primero de la Copa América, y después del Mundial, luego de tantos años de búsqueda.
-Maradona te dio el arco de la selección.
-Uhhhh, el primer llamado de Diego… Estaba en Holanda jugando al básquet en un parque con Eli, con mi mujer. Suena el teléfono, atiendo rápido, todo ahogado, y del otro lado me dicen: “Hola Sergio, te habla Diego…” Y le digo a mi señora: “No sé quién es, no reconozco el número de teléfono, no es Diego mi hermano…”. Y corté. Seguimos jugado. Vuelve a llamar, lo vuelvo a atender y ahí me dice: “Sergio, soy Diego… Maradona”. Cuando me dice… me quería caer de culo. Le digo a Eli… “es Maradona”. Y Diego me agrega: “Que sea la primera y la última vez que me cortás el teléfono”. Lo conocía de los Juegos Olímpicos, nos había acompañado, comía con nosotros, veía los entrenamientos, si hasta el día previo a la final con Nigeria pidió permiso para entrenarnos a los arqueros. La verdad, formé una gran relación con él; muchos años después me enteré que una vez le dijo a otra persona: “Ese Negro que está ahí va a ser mi arquero cuando yo dirija a la selección”.
-¿Cómo atravesaste su muerte?
-Cuando murió yo estaba en Manchester, cerca de venirme para Argentina por las Fiestas de fin de año. Eli ya estaba en la Argentina y ella me avisó por teléfono. Nos quedamos helados. En Inglaterra hubo un respeto reverencial. La dicha de haberlo conocido… ¿Te acordás la imagen del Mundial de Rusia, el rayo solo iluminándolo a él? Bueno, Diego era eso. Con las disculpas por el dolor para Claudia y sus hijas, pero, ¿viste esa frase que la gente repite y repite: ‘no me importa lo que hiciste con tu vida, sino lo que hiciste con la mía’? Bueno, Diego nos marcó a todos. Hasta que Leo no salió campeón en Qatar le recriminaban que no era nada y el tipo ya era todo, le faltaba solamente un Mundial. Lo que pasaba era que Diego nos había impuesto que el Mundial es todo. Diego tenía esas cosas… antes de un partido venía, te daba un abrazo, te miraba a los ojos y te decía “confío en vos”. Lo cuento y lo siento al lado, como si me lo estuviera diciendo de nuevo…
El lanzamiento del streamer que se amarga por la inflación
¿Le aparece un competidor a Agüero? El ‘Kun’ tiene más de 4,5 millones de seguidores en Twich, probablemente es el personaje del fútbol con mayor audiencia a nivel mundial. Y en ese océano se sumerge ‘Chiquito’ Romero, a sus jóvenes y curiosos 36 años. “Hace mucho tiempo que vengo con ganas de meterme en el mundo del streaming, y la gente de Corsair Latam decidió apoyarme en este momento y juntos vamos a empezar a transitar este nuevo desafío. Me divierte. Obviamente, respetando todo y sin salirme de mi eje que es el fútbol”, cuenta Sergio, y da más detalles después de sorprender hace unos días en su Instagram con la noticia: próximamente se sentará en su silla gamer y empezará con las transmisiones. Un imán que, entre otros, atrapó a Gerard Piqué, Neymar, Ronaldo Nazario, Antoine Griezmann, Courtois, Nicolás Tagliafico, Luis Enrique durante el Mundial de Qatar… y habrá más.
Romero se fue a Europa como un muchacho, en 2007, después de un puñado de partido en Racing, el club que tiñe de albiceleste su corazón. Jamás renegará de eso, aunque las últimas semanas hayan sido agitadas. “Claro que me dolió que me puteen los hinchas de Racing, porque no me lo esperaba, pero las pasiones del fútbol son así, inexplicables”, y ya prefiere no avanzar. Hoy es un hombre. Todo comenzó en la ciudad de Alkmaar, a 40 kilómetros de Amsterdam. Le siguieron Génova, Mónaco, Manchester, Venezia… fueron 15 años en Europa. Viajaron solos Sergio y Eliana, y el año pasado regresaron a Buenos Aires junto con Jazmín (13 años), Chloe (10), Meghan (5) y Luca, de un año y medio. “Yo tuve suerte en mi vida con la mujer que conseguí…”, murmura. Y se lanza: “Se dijeron tantas cosas de nuestra relación, la gente siempre habla antes de tiempo, quiere opinar y casi nunca, nadie, pide disculpas. Yo tuve la suerte de que Eliana se haya cruzado en mi vida. Desde el día 1 ella nunca dudó y se subió al barco: le dije ‘vamos a Holanda’, y se fue para Holanda. A una cultura nueva y dejando su vida profesional. No le importó nada porque ella también iba atrás de su sueño, que era formar una familia. Llegó a Holanda, se puso a estudiar holandés, intentó todo para sentirse cómoda, y encontró gente maravillosa, que hasta el día de hoy mantiene el vínculo”.
‘Chiquito’ cuenta que Europa le abrió la cabeza. Lo ayudó a formarse. Cuenta con orgullo que hoy puede hablar en inglés con comodidad, que también incorporó el italiano y se atreve con expresiones en francés. La vuelta tuvo ganancias afectivas…, y obligaciones de adaptación. “Yo sabía que al regresar nos íbamos a encontrar con algo que buscábamos, que era el afecto, la contención de sentirse arropados. Mis hijos se iban a encontrar con algo que no habían vivido nunca en sus vidas. Nunca, porque los contactos con los afectos estando afuera habían sido mínimos, nulos te diría. De hecho, en Inglaterra, para ir a la casa de un compañero, quedaba agendado desde la semana anterior, se establecía que tal día y en tal hora se registraba la cita para que jueguen. Y acá, yo sabía, iba a ser todo lo contrario: me iban a llamar desde la escuela para avisarme que se iban a tal o cual casa de las amigas, o directamente iban a caer en casa en banda. Eso iba a ser espectacular y les iba a hacer muy bien a sus vidas. Y está sucediendo, más los abuelos, los primos…”
‘Chiquito’ disfruta de la cercanía, de la familiaridad. “Jazmín ya es una señorita. Mi mujer siempre me dice “la ves y te babeás”. Y sí, es la realidad. Meghan, la más chiquita de las mujeres, es la que todavía está totalmente pegada a mí, incluso a veces me acompaña al predio de Ezeiza y les hace dibujitos a todos los chicos de la cocina. Si entrás a la cocina, vas a ver las paredes empapeladas de dibujitos”, cuenta Sergio, con la felicidad de que esos momentos también pesaron cuando eligió volver.
¿Cómo ha sido vivir rodeado de damas… hasta que el año pasado llegó Luca? “No me preguntes por qué, pero antes de Luca ya había pelotas en nuestras casas, jaja. El ‘Enano’ está creciendo feliz, por supuesto tiene sus tres o cuatro pelotas y su raqueta de tenis… y anda a los raquetazos por la casa. Porque si sus hermanas tienen sus raquetas, pero porque las tres van a tenis, él también quiere la suya… es un aparato”, bromea.
Detrás de la ganancia afectiva, los Romero evaluaron que el retorno también tendría otra cara. “Sabíamos que todo el resto iba a ser complicado –agrega–. Porque acá no tenemos nada, pero nada, de lo que es habitual y cotidiano en Europa. No nos respetamos entre nosotros, conducir acá es caótico, y no me refiero a la cantidad de autos, sino a la conducta, al respeto por las normas. No estamos acostumbrados, ni siquiera a respetar que en una rotonda, la prioridad la tiene el que viene circulando por la rotonda. Allá, en Inglaterra, seguro terminás chocando porque nadie se espera que hagas lo que no corresponde. Y si te equivocás en una salida, seguís hasta la próxima. Y por todas las faltas, además del rechazo social porque la gente condena los malos comportamientos, tendrás una multa”, detalla.
El ciudadano Romero entiende el contexto, social y económico. Argentina es afectos, familia, amigos… y un escenario de país que enciende inquietudes. “Del dólar y devaluaciones no entiendo mucho, pero por supuesto que sé que lo que vas a comprar un día, al día siguiente ya no te alcanza con la misma plata. Me sucedió el otro día: le di plata a mi hija mayor para que comprara cuatro cosas en el supermercado y volvió con dos. ¿Qué pasó? “No me alcanzó”, me dijo. Y el tema de los piquetes me desespera, porque no te permiten ir a trabajar… Son cosas difíciles porque le estás sacando la posibilidad al otro de que sí haga lo que necesita hacer, que es cumplir con sus obligaciones. Esto no ocurre en Europa, claro. Quizás en Italia, ahora, empezaron a verse algunos movimientos, pero están programados, te avisan: el miércoles, de 15 a 17, en tal y tal lugar. Te lo anuncian con antelación para que vos evites circular por ahí. Acá te cortan mil quinientos lugares diferentes y no tenés por dónde ir”.