La selección: la física cuántica es sexy
La física cuántica es sexy. Muy sexy.
La física cuántica tiene ese nosequé, como los perfumes franceses. La han adoptado los gurús del destino para hablar del alma; la industria de los cosméticos para vender cremas inverosímiles con colágeno cuántico; los amantes, para explicar ese entrelazamiento que nos liga, intangible, como una vibrante dualidad onda-corpúsculo. No debería extrañarnos que triunfe en la pseudociencia: al entrelazamiento cuántico Einstein lo llamó “acción fantasmagórica a distancia”.
Pero también es sexy, muy sexy, para los que no intentan explicar ni el alma ni el amor, para físicos y físicas afanados en desentrañar las rarezas con las que se encuentran cuando estudian lo más pequeño. La física cuántica, ¡oh là là!
Naciones Unidas ha proclamado 2025 como el Año Internacional de la Ciencia y la Tecnología Cuántica (IYQ, por sus siglas en inglés), un salto al vacío si consideramos que 2024 fue el año internacional de los camélidos. La física se ha llevado esta vez el gato al agua. Ese gato icónico, con apellido de físico austriaco, Schrödinger, que sería, si habláramos de pop, el equivalente a Michael Jackson.
En The Conversation estamos seducidos. Arrancamos 2025 con un diccionario muy básico de física cuántica. Y esto no ha hecho más que empezar.
La cuántica es una tormenta para el cerebro: ¿existe la Luna si no miramos? El artículo publicado por Alberto Casas, profesor de investigación del Instituto de Física Teórica (IFT - UAM - CSIC), es una bella explicación de uno de sus principios más populares: la realidad no existe como algo aparte del acto de la observación.
Las tecnologías cuánticas llevan en la cabeza de los científicos al menos 40 años, y están empezando ahora a dar frutos. La industria de la computación tiene en línea de salida esa máquina todopoderosa que soñó Richard Feynman. “Cada minuto que pasa, la computación cuántica aumenta exponencialmente sus posibilidades de éxito”, escribe el investigador Unai Aseguinolaza Aguirreche en The Conversation.
La física es el instrumento más desbordante de creatividad que ha desarrollado nuestra especie. Ni los laberintos de Borges superan en ingenio los artefactos que se construyen para reventar partículas o darles caza. Sólo hay que asomarse al SBND (Short-Baseline Near Detector), en el que participa el CIEMAT, para entender la afirmación anterior. El SBND es un sofisticado tonel con 112 toneladas de argón líquido enfriado a -186 ⁰C con el que esperan detectar partículas indetectables, se llaman neutrinos estériles.
Y, ¿será la cuántica la que algún día explique el insondable cosmos? Busquemos un lugar cómodo y un buen vino para dejarnos seducir por propuestas posibles, como que exista un universo espejo del nuestro.
Los físicos no plantan árboles, pero saben que lo que siembran hoy será el bosque que explicará el mundo (el mundo de todos los tamaños), cuando ellos, y nosotros, seamos ya mucho menos que polvo de estrellas.