Se dieron por muertos durante el Holocausto y se reencuentran 75 años después

Los dos primos que se dieron por muertos y acabaron reencontrándose 75 años después.
Los dos primos que se dieron por muertos y acabaron reencontrándose 75 años después.

El reencuentro de dos primos judíos que se perdieron de vista hace 75 años ha puesto sobre la mesa una historia de emociones y reflexiones. El vídeo muestra el momento en que Morris Sana, de 87 años de edad, se reencontró con Simon Mairowitz, de 85, después de que vivieran durante más de siete décadas convencidos de que el otro había fallecido en algún campo de concentración nazi. A finales de este mes de septiembre, justo cuando se conmemoró el 80 aniversario del inicio de la Segunda Guerra Mundial, las familias de ambos lograron unir a estos dos primos que además eran mejores amigos cuando eran niños.

En el momento en que se inició el conflicto en 1939, ambos vivían en Rumanía. El país europeo fue neutral durante el comienzo de la guerra, sin embargo, cuando Ion Antonescu llegó al poder como dictador en 1940, decidió formar parte de las fuerzas del Eje (formado por Alemania, Italia y Japón). Durante ese periodo, las tropas rumanas fueron responsables de la masacre, persecución y deportación de alrededor de 260 mil judíos. Morris y Simon fueron dos de los niños que nunca supieron qué sucedió con sus seres queridos. Hasta ahora.

Ion Antonescu, a la izquierda junto a su intérprete (medio) y Adolf Hitler (derecha). (Heinrich Hoffmann/ullstein Getty Images).
Ion Antonescu, a la izquierda junto a su intérprete (medio) y Adolf Hitler (derecha). (Heinrich Hoffmann/ullstein Getty Images).

La conversación que ambos primos tuvieron durante su reencuentro refleja las dificultades de una generación que vivió uno de los periodos más vergonzosos de la historia moderna.

“Me alegro de verte”, afirmó Sana, quien en la actualidad reside en Israel.

“Qué bueno verte después de todos estos años”, replicó Mairowitz, que vive en el Reino Unido, mientras sujetaba el rostro de su primo, y sin que ninguno de los dos pudiera contener las lágrimas.

“Has esperado durante 75 años”, apuntó el primero.

“Lo sé, es mucho tiempo. Ahora nos tenemos y podemos vernos”, aseveró el segundo.

La dulzura de la conversación puso en contexto las memorias que cada uno tenía del otro. Sana recordaba a menudo a su primo correteando de niño, mientras que Mairowitz no alcanzó a guardar aquellas imágenes debido a que era más pequeño. Y entre medio, en esos tres cuartos de siglo: la crueldad, la desazón, la liberación y una vida entera marcada por el episodio de un momento histórico traumático para los que lo pudieron sobrevivir.

Cementerio judío en Bucarest, capital de Rumanía. (REUTERS/Bogdan Cristel).
Cementerio judío en Bucarest, capital de Rumanía. (REUTERS/Bogdan Cristel).

Dicen los expertos que no hay historia si no hay generación que la sostenga con su vivencia, por eso, la experiencia vital de estos dos primos y víctimas del Holocauto guarda una reflexión no exenta de polémica: la de no olvidar. El pasado está repletos de vergüenzas en todos los países, y muchas de ellas se han producido - y se siguen llevando a cabo - durante el siglo XX y XXI. El filósofo español, Ortega y Gasset, dedicó un texto a la teoría de las generaciones, y en él indicó que el encuentro de dos generaciones en un mismo periodo temporal es esencial, porque cada una tiene el deber moral de transmitir y legar los valores y usos a la generación sucesora. También, el cometido de recordar los errores perpetrados para que no vuelvan a suceder.

Por eso, la historia de Sana y Mairowitz no es simplemente el cuento de dos octogenarios que llevan separados toda su vida por culpa de dos maneras de ver el mundo, sino una oportunidad para la reflexión; una ocasión para que ese ansia constante de adaptación del ser humano, ese deseo de modificar aquello que se ha heredado para ajustarlo a nuestra propia sensibilidad, no nos haga tropezar de nuevo con la misma piedra. Que esta historia sirva, al menos, para no olvidar algo que jamás debería repetirse y que desafortunadamente todavía sucede en muchas partes del mundo: la barbarie.