(FOTOS) Dirige una orquesta de arañas y polvo cósmico... y expone alrededor del mundo

Por Catalina Oquendo B. – Buenos Aires, Argentina

En un subsuelo ubicado entre las calles Defensa y San Juan, en el barrio de Santelmo, a escasos minutos del centro de Buenos Aires y mientras la ciudad dormía, una tropa de 7.000 arañas trabajaba en una obra de arte. En un Museo. Durante seis meses. Por el día, alimentándose de grillos. Por la noche, construyendo su universo.

La escena puede sonar al relato de un cuento de terror y algo muy tirado de los pelos, pero fue una realidad: el reconocido artista plástico argentino, Tomas Saraceno, le propuso hace dos años al Museo de Arte Moderno de Buenos Aires una obra en la que traería 7.000 arañas y necesitaría cerrar una sala durante seis meses para que ellas tejieran sus redes.

Con ellas, construiría un instrumento musical vivo, que reunía sus sonidos al tejer, las trazas de polvo que hay en el aire y la respiración y el movimiento de los espectadores.

Algo similar a lo que presenta ahora en el Palais de Tokio de París, donde se exhibe su megaobra On Air, de la serie Carte Blanche (Carta Blanca). Allí, en el famoso espacio parisino le dieron un espacio de 13 mil metros cuadrados para hacer lo que quisiera y él, como siempre estudioso de los universos y cómo se tejen, metió 500 arañas que están tejiendo, junto a otras enormes obras.

-Quién es el artista de las arañas-

Tomas Saraceno está obsesionado con los arácnidos. O más bien, como aclara él, con las redes que éstos construyen. Algunos lo han llamado el spiderman del arte.

No sabe en qué momento comenzó esa obsesión que lo lleva a tener 300 arañas en su estudio en Berlín. Ni por qué en 2008 llevó a la primera: una Viuda Negra a la que analizó durante dos años mientras tejía una telaraña. Con sensores, escaneó su recorrido para construir más adelante la instalación ‘14.000 millones’, una escultura de 8.000 cuerdas y 23.000 nudos en un espacio de 400 metros cúbicos, que recreaba la red hecha por la araña pero a escala mayor.

“Me interesa eso de volar con los pies sobre la tierra, como una urgencia planetaria”

Pero en su estudio, además de arañas, hay enormes estructuras y redes que revelan la relación de su trabajo con la ciencia. Fue becado para hacer una residencia en el centro de investigaciones Ames de la NASA, en la que experimentó con distintas formas de microgravedad y trabaja también con científicos del Instituto Max Plank, el Massachusetts Institute of Technology (Mit) y el Museo de Historia Natural de Londres.

Nacido en la provincia de Tucumán, en el norte argentino, partió a los once años hacia Italia huyendo de la dictadura. Con el tiempo, cuando el régimen cayó, regresó y estudió arquitectura en la Universidad de Buenos Aires donde inició su pasión por las estructuras que lo conectan directamente con las que hacen las arañas.

“Lo que me interesa es la arquitectura de las cosas, la construcción o la articulación o composición de las cosas, la arquitectura de la música, de una telaraña, de un sistema. Y me gusta hacer construcciones que vuelen”, dijo en una entrevista en Berlín.

Cuando Saraceno habla lo hace en alemán, inglés, italiano o español, pero parece tener un idioma personal. Cuando le hacen preguntas, responde a veces con risas u olvidos, como si le costara expresarse o como si internamente estuviera cambiando de idioma y construyendo las ideas como en una especie de telaraña que reverbera.

Y sin embargo, expresa con total claridad conceptos abstractos o sobre su interés artístico que roza con el científico: “Gira en torno al origen del universo, a cómo podemos seguir viviendo en este planeta. Por eso también he hecho esculturas que vuelan en el aire igual que lo hace el polvo cósmico tal como nosotros que estamos volando en el planeta tierra, porque a veces nos olvidamos que orbitamos alrededor del sol. Me interesa eso de volar con los pies sobre la tierra, como una urgencia planetaria”.

Como en una telaraña, su obra tiene varias autopistas pero todas convergen en dos temas recurrentes: el origen del cosmos y la afectación de nuestros movimientos y actos en el universo

Su trabajo se basa en conceptos de la astrofísica o la astronomía y parte desde una plataforma llamada Aeroecene, en la que él reúne a astrofísicos, ingenieros, arquitectos y, en este caso aracnólogos, para hacer construcciones que muchos han llamado utopías.

Como en una telaraña, su obra tiene varias autopistas pero todas convergen en dos temas recurrentes: el origen del cosmos y la afectación de nuestros movimientos y actos en el universo.

Por eso, se pueden encontrar por un lado lo que él llama trabajos Aerosolares, enormes esculturas o especies de globos de aire que flotan solo levantados por la energía solar o las Ciudades Nubes, una serie de obras en las que Saraceno propone “prototipos para vivir en el aire”, como la que presentó en el Met de Nueva York en 2012. Y otras como Orbit o ‘Space Time Foam’, una estructura transparente y flotante ubicada a 20 metros de altura y con tres niveles, similar a un juego de niños inflable, en las que los espectadores podían caminar, lo que daba la sensación de estar caminando sobre el aire, de estar flotando.

Y por el otro, está precisamente el trabajo con las arañas, de lo cual se destacan los conciertos de arañas donde se reúne el sonido de las vibraciones que produce una araña (Nephila clavipes) al tejer, las trazas de polvo que hay en el aire y la respiración o los movimientos de los espectadores al pasar. Todo, ayudado por un algoritmo que traduce estos sonidos y los hace audibles en 24 parlantes ubicados en la sala.

Lo que el artista ha llamado un concierto de arañas con polvo cósmico. O, como se le conoce una jam session de agentes humanos y no humanos, en la que “cada partícula resuena en un tono diferente: cuando entran en colisión, cada tono se multiplica”.

Una experiencia única que se teje entre todos, como el universo.