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SAR María Teresa, Gran Duquesa de Luxemburgo: cuarenta años de entrega a las causas humanitarias

Entrevisto en París a la Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo, esposa del jefe de Estado de ese pequeño y poderoso país en el corazón de Europa. Nos encontramos mientras dirige su propia mudanza, de un barrio a otro de la ciudad. Constato enseguida la fuerza que emana de ella. Fuerza de voluntad, por supuesto, pero también mucha cordialidad, simpatía y profesionalismo. La Gran Duquesa acaba de recibir la triste noticia del fallecimiento de su hermano Luis Laureano Mestre Batista en Ginebra, de quien estaba muy pendiente pues había enfermado meses antes.

'Un amor soberano', libro de SAR la Gran Duquesa de Luxemburgo María Teresa y Stéphane Bern, Ed. Albin Michel, París.
'Un amor soberano', libro de SAR la Gran Duquesa de Luxemburgo María Teresa y Stéphane Bern, Ed. Albin Michel, París.

SAR María Teresa nació en La Habana (Cuba) en 1956 y cuatro años después salió con su familia al exilio. Desciende de una de las familias más prominentes de la isla, desde el punto de vista económico, pero muy querida también por su labor filantrópica. Agustín Batista González de Mendoza, su abuelo materno, fue propietario, hasta que el castrismo embargó sus bienes, del banco Trust Company of Cuba, de doce centrales azucareros, del cine-teatro Payret, una fábrica de pinturas, otra de fertilizantes, entre otras empresas. También fundó el Patronato Pro Música Sinfónica de La Habana, la Orquesta Filarmónica, y fue benefactor de hospitales y de la sociedad Pro-Arte. Su esposa, María Teresa Falla Bonet, hija de santanderinos originarios de Hoz de Anero, junto con su hermano Eutimio, también propietario de colonias e ingenios, fundó el dispensario “Dolores Bonet” (nombre de su madre fallecida de cáncer), el Colegio Salesiano de enseñanza técnica para niños pobres junto a Rosa Pérez Velasco, el Oncológico Curie del Vedado, y financió la restauración de las iglesias de Bejucal y Remedios. La fortuna de ambas familias, en la que no mediaba capital norteamericano alguno, era netamente cubana, o sea, parte de la riqueza nacional.

SAR la Gran Duquesa de Luxemburgo, embajadora ante la UNICEF, 2007 © Jean-Marc Ferré Bastista, antes del matrimonio, 1979-Ginebra.
SAR la Gran Duquesa de Luxemburgo, embajadora ante la UNICEF, 2007 © Jean-Marc Ferré Bastista, antes del matrimonio, 1979-Ginebra.

También cabe recordar la intensa labor de Víctor Batista Falla, tío de SAR María Teresa, quien fue mecenas literario en el exilio, fundador de revistas, así como de la editorial Colibrí de temas cubanos, en Madrid, y quien falleció hace apenas dos años debido al Covid-19.

Como dice el viejo refrán español “de casta le viene al galgo ser rabilargo” porque SAR María Teresa tras casarse en 1981 con el gran duque heredero de Luxemburgo se dio cuenta de que su posición privilegiada no significaba mucho si no ponía toda su energía en ayudar a los necesitados dentro del país, pero en el exterior también.

Agustín Batista González de Mendoza y María Teresa Falla Bonet, abuelos de la Gran Duquesa en los 15 de su hija María Teresa.
Agustín Batista González de Mendoza y María Teresa Falla Bonet, abuelos de la Gran Duquesa en los 15 de su hija María Teresa.

¿Se considera heredera del legado moral de sus padres y abuelos cubanos?

Mi abuelo Agustín decía siempre “Cuando has recibido mucho, tienes que dar mucho”. Nosotros nos exiliamos en 1960. Vivimos primero en Nueva York, pero cinco años después, tras una breve estancia en Santander (Cantabria), nos instalamos en Ginebra (Suiza). Allí estudié en el internado Marie-Thérèse en donde obtuve mi bachillerato en 1975 y comencé inmediatamente mis estudios de Ciencias Políticas en la Universidad de Ginebra. Durante mi carrera conocí a mi esposo Henri, entonces heredero del Gran Ducado de Luxemburgo. Siempre tuve muy claro que si estudiaba Ciencias Políticas no era para dedicarme a la política propiamente dicha, sino para defender a quienes no podían ni tenían recursos para hacerlo. Mi ideal se situó siempre del lado de las causas humanitarias desde una visión holística del ser humano. Y esta ha sido una de mis funciones, además de representar junto a mi esposo al Estado y ocuparme de la educación de mis cinco hijos.

Los cuatro hermanos María Teresa, Antonio, Catalina y Luis Laureano Mestre Batista.
Los cuatro hermanos María Teresa, Antonio, Catalina y Luis Laureano Mestre Batista.

Usted ha trabajado infatigablemente en el ámbito humanitario, algo que le han criticado porque en el medio al que pertenece no es corriente que una monarca consorte se dedique en cuerpo y alma a este tipo de acciones. ¿Podría contarnos un poco de su labor al respecto?

Al casarme con Henri de Luxemburgo, el gran duque heredero de Luxemburgo, recibí como legado la Fundación María Teresa (maria-teresa.lu) creada para ayudar a personas con dificultades o necesidades específicas. Muy pronto, quise sobrepasar el marco nacional y comencé a implicarme en causas humanitarias en otras regiones y contextos. En 1997, fui declarada Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO y tras acceder mi esposo al trono, en el 2000, comencé a recorrer el mundo para ayudar a los niños con dificultades. Visité Nepal, Malí, Tailandia, Bosnia, Laos, Kenya, Senegal, Burundi, siempre trabajando codo a codo con el UNICEF. Así fue como llegué al proyecto “Tender una mano” que trabaja directamente con los niños prisioneros de Burundi y que me permitió no solo visitar las cárceles, sino intervenir para que cientos de ellos fueran puestos en libertad y reintegrados a la vida cívica. También me ha interesado mucho el tema de los trastornos en el aprendizaje, porque en realidad la causa es siempre más profunda. Fue así como creé el Primer Foro Mundial sobre Trastornos del Aprendizaje.

Boda Real en Luxemburgo de SAR Henri y María Teresa, 14 de febrero de 1981.
Boda Real en Luxemburgo de SAR Henri y María Teresa, 14 de febrero de 1981.

No ha de extrañarnos que Usted haya recibido numerosas distinciones (Honoris Causa de la Seton University de Nueva Jersey, el premio Path to Peace que otorga la representación de la Santa Sede ante la ONU a una personalidad del ámbito humanitario, entre otras). ¿Cómo surgió la idea de crear la fundación Stand Speak Rise Up y cuál es su función?

Fue al final de una intervención del Dr. Denis Mukwege, Premio Nobel de la Paz, sobre el tema de la violación de mujeres como arma de guerra, que le pregunté cómo podía ayudarle. Fue entonces que surgió la idea de organizar, en marzo de 2019, un Foro Internacional en Luxemburgo en el que recibimos a 50 supervivientes de este tipo de violaciones y a 1,200 personas influyentes para que escucharan los testimonios de estas mujeres. Muchas de las víctimas llegaban con la cabeza gacha, apenadas por tener que evocar algo tan doloroso, pero salieron del encuentro fortalecidas y listas para valerse de su experiencia y ayudar a otras víctimas en todo el mundo. Fue así que se me ocurrió fundar Stand Speak Rise Up (www.standspeakriseup.lu), junto al Dr. Mukwege y a Céline Bardet, jurista del Tribunal Penal Internacional. Siempre he pensado que una causa tan difícil como esta necesita de alguien con mucha visibilidad. Hoy contamos con el apoyo de tres premios Nobel de la Paz y ayudamos de forma concreta y eficaz a las víctimas, pues las violencias sexuales y la tortura son bombas de fragmentación cuyos daños repercuten en todo el tejido social.

SAR la Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo en París.
SAR la Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo en París.

Usted acaba de publicar en París, en las prestigiosas ediciones Albin Michel y en colaboración con Stéphane Bern, el libro “Un amor soberano”, que describe sus orígenes, su familia, su vida antes de que su esposo accediera al trono. ¿Cómo y por qué surgió esta idea?

Quisiera precisar que debo mucho a la generosidad de Stéphane Bern, uno de los actores principales de la vida cultural francesa de hoy, su amistad incondicional y su apoyo. Un amor soberano surgió para festejar mis 40 años de matrimonio con mi esposo, con quien me casé justamente un 14 de febrero. También conté con la colaboración de Chékéba Hachemi, la primera mujer afgana diplomática, quien ha sido mi consejera estratégica.

Durante muchos años me dediqué a labores que muchos desconocen porque la familia real luxemburguesa siempre ha sido muy discreta. El libro significó también la oportunidad de recaudar fondos para mi fundación Stand Speak Rise Up. Cuando le pusimos punto final me di cuenta de que mi historia de amor lo era también con mi pueblo. Uno de los cambios que introduje en la Casa Real tuvo que ver con mi necesidad de llevar una vida normal fuera del contexto oficial, es decir, salir de compras, ir al cine, reunirme con amigos para cenar o visitar una exposición. Una necesidad imperiosa de tener una vida normal en paralelo con mis obligaciones y deberes. La gente estaba encantada de verme en la calle como una luxemburguesa más y no solo en las tribunas y actos oficiales como sucede con muchas familias reinantes. El libro aborda todo esto, además de la vida junto a nuestros cinco hijos, y algo sobre mis orígenes cubanos. Mi esposo siempre ha dicho: “La Monarquía es una pareja”. Le agradezco infinitamente su confianza y enorme respaldo. Sin él este libro no hubiera tenido razón de existir.

William Navarrete escritor franco-cubano establecido en París.