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¿Sabotaje o injusticia social? Lo que hay detrás de las protestas en América Latina

Osorno, Chile. 21 October 2019. Strong clashes occurred after thousands of people marched to protest against Sebastian's government policies. The special forces police and the PDI repressed the protesters by registering serious clashes, barricades, destruction, injuries and violent detentions. The government also decreed a state of emergency and curfew for the province of Osorno. The military has already taken control of the city in Osorno, Chile. (Photo by Fernando Lavoz/NurPhoto via Getty Images)
Las manifestaciones antigubernamentales se extendieron fuera de la capital chilena y llegaron a la provincia de Osorno, donde el lunes 21 de octubre ser registraron serios disturbios, enfrentamientos con la policía y decenas de detenciones. (Fernando Lavoz/NurPhoto via Getty Images)

La inestabilidad y la turbulencia tomaron por asalto a América Latina. El estado de emergencia en Chile, que ya suma 15 muertos, es el episodio más sorpresivo de un escenario regional tomado por la agitación política y manifestaciones masivas de descontento popular.

Los sobresaltos no han cesado desde el 1 de octubre cuando los peruanos amanecieron con un Congreso disuelto y dos presidentes. Y aunque la crisis política más grave de Perú de las últimas décadas no desencadenó manifestaciones violentas y el presidente electo Martín Vizcarra logró mantenerse en el poder, sus niveles de gobernabilidad han mermado en un ambiente político caldeado por las acusaciones de corrupción.

En Ecuador, el presidente Lenin Moreno aún enfrenta desafíos tras contener el violento rechazo de un paquete de medidas económicas que incluía la reducción al subsidio al combustible, que dejó ocho muertos y unos mil heridos en once días.

El nivel de las protestas llegó a tal punto que Petroecuador suspendió las exportaciones de crudo entre el 9 y el 20 de octubre. Las revueltas afectaron la extracción y bombeo de crudo de unos 100 pozos ubicados en el Amazonas, mermando el 70% de los 534.000 barriles diarios que produce la firma estatal.

Pero el gobierno de Moreno continúa en alerta. El ministro de Defensa ecuatoriano, Oswaldo Jarrín, advirtió que se preparaban para detectar a "los grupos de insurgentes" extranjeros que actuaron durante las protestas.

Tormentas en el paraíso

Y cuando se comenzaba a calmar la situación en Ecuador se enturbió el panorama en Chile.

La cara menos amable del país consentido por los inversionistas quedó al descubierto con el anuncio del alza del precio de los pasajes del metro de Santiago. Y lo que comenzó con el derecho a la manifestación pacífica, con estudiantes furiosos que se negaban a pagar la nueva tarifa, el viernes 19 de octubre ya se había transformado en una situación caótica con actos de vandalismo y saqueos.

“Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, que está dispuesto a usar la violencia sin ningún límite”, advirtió el presidente Sebastián Piñera en una declaración televisada ante el atribulado pueblo chileno.

Para el martes 22 de octubre , Chile contaba 15 muertos, más de 1000 heridos, 2.000 detenidos y decenas de las estaciones de metro y autobuses, supermercados y tiendas destruidas.

Las fotos de Piñera en una sala situacional improvisada, rodeado de una treintena de militares, distaban mucho de la imagen de éxito y control que acostumbra a proyectar el multimillonario conservador que comenzó en marzo de 2018 su segundo período como líder de una de las naciones más prósperas y estables de América Latina.

Pero ni la declaración de estado de emergencia y ni las restricciones a la libre circulación por el toque de queda han calmado a los manifestantes, que han continuado sus reclamos aunque Piñera dio su brazo a torcer y revirtió los aumentos.

Hay quienes opinan que el alza del pasaje de metro fue a penas el detonante de una "rabia que salió a flote" por la inmensa desigualdad entre las clases, el deterioro de la salud y la educación pública y la precariedad de los salarios y las pensiones frente a "una minoría que lo tiene todo".

Las manifestaciones también parecieran desarrollarse en dos niveles: La movilización estudiantil ampliada por la clase trabajadora y profesional que exige un cambio de rumbo económico y los actos vandálicos de desconocidos contra los servicios público que dicen defender.

El sacudón se sintió el lunes en los mercados bursátiles y de divisas, que se tambalearon ante una crisis para la que no estaban preparados. El peso chileno se desplomó un 1,93% , en lo que habría sido su mayor retroceso en 6 años. Mientras que el índice IPSA de la Bolsa de Comercio de Santiago perdió 4,61%, su mayor caída en dos años.

Los trabajadores de La Escondida, la mina de cobre más grande del mundo, dijeron que no están dispuestos a aceptar toques de quedas y decretos especiales que no veían desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet en 1990 y anunciaron que realizaran paros de advertencia en solidaridad a las protestas. Los temores sobre restricciones en el suministro del metal impulsaron los precios en los mercados internacionales.

Piñera apeló a la ley de seguridad nacional para luchar contra "delincuentes" y recuperar la paz social y dejó caer toda la culpa del estallido a un inescrupuloso enemigo intangible que no ha señalado con nombre y apellido.

Los indicadores económicos y sociales de los organismos regionales respaldan los grandes avances de Chile y pero también los enormes desafíos de un país con una mala distribución de la riqueza.

Según el Panorama Social de América Latina publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en 2018, Chile es uno de los países que mayores avances ha obtenido en materia de reducción de la pobreza y uno de los que más invierte en gasto social.

Pero también es uno de los que posee una mayor desigualdad con una alta concentración de la riqueza. "Mientras que el 50% de los hogares menos favorecidos tenía, en 2017, solo un 2,1% de la riqueza neta del país, el 10% más rico concentraba dos terceras partes (66,5%) y el 1% más rico el 26,5%", dijo el informe.

Las brisas bolivarianas

Las sospechas de la actuación de actores externos expresadas por Santiago y Quito coincidieron con una declaración emitida por la secretaria de la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre unas "corrientes de desestabilización de los sistemas políticos del continente", que provendrían de "las dictaduras bolivariana y cubana".

En pocas palabras, Venezuela y Cuba estaría infiltrando personas que cobran por protestar.

Las sospechas de la OEA tienen su fundamento en las declaraciones del presidente venezolano Nicolás Maduro y del hombre fuerte de la revolución bolivariana Diosdado Cabello sobre los momentos de tensión que atraviesa América Latina.

"Lo que está pasando en Perú, Chile, Ecuador, Argentina, Honduras es apenas la brisita, y viene un huracán bolivariano. Nosotros no estamos aislados en el mundo, por el contrario Venezuela cada día está más consolidada", declaró Cabello a medios locales.

La ex eurodiputada Beatriz Becerra va un poco más allá y asegura que "nos encontramos ante un genuino plan marco de desestabilización global".

En un artículo de opinión en el diario La Información, la parlamentaria equiparó lo que ocurre en Chile con la ola de protestas ocurridas en Cataluña luego de que un grupo de políticos catalanes independentistas fueran declarados culpables de sedición por el Tribunal Supremo de España. "Tanto en Barcelona como en Santiago, se trata de atacar de forma ilegítima el Estado de derecho".

Becerra incluyó las masivas protestas en Hong Kong para mantener su autonomía frente a China como parte de estas células de desestabilización organizada. "No son las víctimas de inequidad económica o desigualdad jurídica las que protestan con violencia: son grupos que instrumentalizan cualquier reclamación legítima de manera perfectamente coordinada y destructiva, con el objetivo común de desmontar el orden constitucional y asaltar el poder por la fuerza, maquillado de reivindicación".

El narcopoder

El narcotráfico es otro ingrediente que desestabiliza las instituciones del continente.

En Honduras, una coalición de partidos de oposición convocaron el lunes protestas masivas para exigir la renuncia del presidente Juan Orlando Hernández, luego de que un tribunal de Nueva York declaro a su hermano culpable de tráfico de drogas, porte ilícito de armas y falso testimonio.

Hernández ya había sido acusado de ser un “narco-usurpador” por sus adversarios desde que llegó a la presidencia y de haber triunfado en unas elecciones fraudulentas en 2017. Los delitos de su hermano Juan Antonio Hernández podrían empeorar su situación y tener un alto costo político ante una coalición que pide su renuncia y un pueblo golpeado por la delincuencia y la pobreza.

Otro capítulo oscuro de este octubre turbulento lo protagonizó México el fin de semana pasado cuando el popular el presidente Andrés Manuel López Obrador demostró señales de debilidad frente al crimen organizado y liberar al hijo de "El Chapo" Guzmán, luego de que las fuerzas del cartel acorralaron a un batallón del ejército mexicano.

Desgaste revolucionario

Al menos nueve ciudades bolivianas vivieron situaciones de protestas en la noche del lunes 22 de octubre, luego de una confusa situación en el conteo de los votos daría el triunfo electoral al presidente Evo Morales en la primera vuelta.

En los resultados preliminares del Tribunal Supremo Electoral, Morales no había alcanzado una victoria amplia de más de 10 puntos frente a su rival Carlos Mesa, por lo que tendrían que enfrentarse nuevamente en unos segundos comicios en diciembre. Morales había recibido el 45,3 por ciento de los votos, frente al 38,2 por ciento de Mesa, con luego de que se habían escrutado el 83,8% de las actas.

Pero el TSE dejó de transmitir el 20 por ciento de los votos restantes y luego de una horas anunció que Morales había ganado las elecciones con una diferencia de 10,12 puntos porcentuales, lo que eliminaba la necesidad de una segunda vuelta.

La misión de observadores de la OEA denunció las irregularidades, que comenzaron con una pronunciada "inequidad" en las candidaturas y el uso de fondos públicos para la campaña electoral de Morales.

"A las 20.10 de ayer, el TSE dejó de divulgar resultados preliminares, por decisión del pleno, con más del 80% de las actas escrutadas. 24 horas después, el TSE presentó datos con un cambio inexplicable de tendencia que modifica drásticamente el destino de la elección y genera pérdida de confianza en el proceso electoral", dijo la OEA, al tiempo que instó a respetar la voluntad del pueblo boliviano.

De inmediato, algunos electores se lanzaron a la calle para rechazar la cuarta victoria presidencial de Morales y de un proyecto político que muestra señales de agotamiento después de 13 años en el poder.

Si el pueblo boliviano acepta los resultados electorales, no está claro si Morales será capaz de sortear los impactos negativos de la desaceleración económica y la merma de la ayuda petrolera venezolana para mantener la estabilidad de su mandato.

Venezuela en el foso

En el norte de América del Sur el panorama tampoco es alentador.

La situación venezolana continúa en franco deterioro aunque han disminuido las protestas callejeras. Ante la dura represión militar y la incapacidad del régimen de Nicolás Maduro de reactivar la economía y garantizar los servicios básicos, los venezolanos han optado por salir caminando del país para huir del hambre.

Unos 40.000 venezolanos cruzan a diario el Puente Internacional entre la localidad de San Antonio del Táchira, en Venezuela y Villa del Rosario, en Colombia, con lo poco que pueden llevar a cuestas. El ministro español de Relaciones Exteriores en funciones, Josep Borrell, calificó de dantesca la situación humanitaria de los migrantes y prometió ayuda para contribuir con la atención en los refugios.

Pero no se vislumbra una solución política a corto plazo, especialmente con el espaldarazo dado por la Asamblea General de las Naciones Unidas al régimen de Maduro, tras incluirlo como miembro formal de la Comisión de Derechos Humanos. El nombramiento ocurrió aunque un informe de la Alta Comisionada de Derechos Humanos, Michelle Bachelet, denunció que el régimen bolivariano incurría en graves violaciones a los derechos de sus ciudadanos, como desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, torturas y discriminación política.

El privilegio como maldición

Hay posiciones encontradas sobre el papel real que puedan ejercer La Habana y Caracas sobre la crisis de estabilidad regional. La destrucción de la industria petrolera venezolana y las sanciones estadounidenses no permiten la inyección masiva de recursos para exportar su modelo político, como lo hizo Hugo Chávez en la primera década del 2000.

Lo que sí es cierto es que América Latina y el Caribe es la región más desigual del mundo, con importantes índices de pobreza y economías asediadas por el dispendio y la corrupción que no aguantan vendavales.

Según la CEPAL, "la cultura del privilegio y el actual estilo de desarrollo aumentan las diferencias entre los centros y las periferias territoriales y sociales, a la vez que generan un grado insostenible de polarización de los ingresos y la riqueza, que aumenta el poder de los grupos más privilegiados para establecer y mantener reglas de juego que los favorecen".

La solución estaría en la igualdad de medios, derechos, oportunidades y capacidades para todos.

Pero observadores internacionales son escépticos en nuestra capacidad de lograrlo. El diario Neue Zürcher Zeitung, de Zúrich, dijo en su artículo ¿Cuándo será la hora de América Latina? calificó la situación política y económica como "peligrosamente inestable" y se preguntó hasta cuándo seremos capaces de sobrevivir de economías que dependen de la extracción de materias primas.

No somos el ombligo del mundo

Aunque la situación latinoamericana es crítica, el resto del mundo también enfrenta serios desafíos. El forcejeo británico para definir su desincorporación de la Unión Europea, las protestas mundiales para frenar el cambio climático, la lucha visceral de los Chalecos Amarillos contra el presidente Emmanuel Macron en Francia, manifestaciones por el independentismo en Cataluña, las protestas contra la corrupción y los impuestos a las redes sociales en Líbano son sólo algunas muestras de que las confrontaciones y la inconformidad popular están a la orden de día.

La mayoría de las protestas son desencadenadas por una causa específica como ser un escándalo de corrupción, un desastre que pudiera ser endilgado a la negligencia gubernamental, según estudio de Carnegie’s Civic Research Network. En el caso de Ecuador y de Chile, el detonante fue un alza en los precios del transporte.

Pero esa chispa inevitablemente se alimenta de malestares que las sociedades han aguantado durante años como el lento deterioro de las libertades políticas y de la situación económica. La precaria situación de los indígenas en Ecuador, la enorme brecha entre ricos y pobres en Chile, el desmoronamiento de las instituciones y la economía en Venezuela, la corrupción y la pobreza en Honduras son materias pendientes que deben resolver los gobiernos de la región.

Y allí hacen estragos los alborotadores de oficio y los que pescan en río revuelto.