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Símbolos de cambio y cinco desafíos para el nuevo presidente de Colombia

La llegada al poder de Gustavo Petro es histórica por ser el primer presidente de izquierda en los doscientos años de historia de Colombia. Internacionalmente despierta gran interés por su pasado como miembro de la guerrilla M-19 y su agenda progresista. Localmente, por las enormes expectativas del pueblo sobre su mandato. Un gobierno cargado de simbolismos, que deberá enfrentar grandes desafíos para cumplir con las complejas demandas políticas, económicas y sociales del pueblo colombiano.

La llegada al poder de Petro se considera histórica por tres razones:

  1. El triunfo de la izquierda en un país que hasta ahora había sido marcadamente conservador en sus opciones políticas.

  2. El control del Congreso por una fuerza progresista.

  3. La presencia en el poder de líderes comunitarios. Por ejemplo, Petro ha nombrado vicepresidenta de Gobierno a Francia Márquez, una feminista y activista medioambiental afrocolombiana que trabajó como empleada doméstica. Sin duda, este nombramiento es una reivindicación a la pluralidad y diversidad del pueblo colombiano.

Estos tres puntos y su agenda progresista han generado grandes expectativas en las clases marginadas colombianas. Los ciudadanos han visto en Petro al líder de la transformación política del país y al artífice de una gran reivindicación social. Frente a los enormes retos a afrontar, las acciones del Gobierno de Petro están cargadas de simbolismos que nos permiten comprender cómo enfrentará estos cinco grandes desafíos.

1. Cumplir con las expectativas sociales

Petro prometió una agenda con un alto sentido social, centrada en la igualdad, la paz, el medioambiente, los derechos de las mujeres y la reivindicación de los más desfavorecidos. El gran reto no es cómo implementarla, sino cómo financiarla. Para ello ha propuesto una profunda reforma tributaria.

Para lograr un cambio profundo en la gobernanza y la sociedad colombiana, el nuevo presidente deberá manejar importantes contrapesos. Entre ellos, el Congreso, la Corte Constitucional, los órganos de control, las fuerzas militares colombianas y los mercados. Petro construyó su candidatura sobre la imagen de un gobernante antisistema y ahora tendrá que negociar con el sistema para asegurarse la gobernanza.

2. La reivindicación de los marginados

El mandatario colombiano prometió en campaña la plena reivindicación de los derechos de los indígenas y la población afrocolombiana (llamados los nadies). Y ahora ha seleccionado para su Gobierno a importantes figuras afrocolombianas, como la vicepresidenta Márquez y el embajador ante EE UU, Luis Gilberto Murillo, e indígenas.

Así, la embajadora ante la ONU, Leonor Zalabata, es una destacada representante y defensora de los derechos indígenas. Poderosos simbolismos, aunque el reto real está en incorporar al progreso a estos grupos tradicionalmente marginados.

3. La relación con los militares

Un exguerrillero del M-19 es ahora el comandante supremo de las Fuerzas Armadas de la República de Colombia. En su toma de posesión, un poderoso símbolo fue que le colocase la banda presidencial la senadora María José Pizarro, hija del líder del M-19 Carlos Pizarro, asesinado en 1990 cuando era candidato presidencial. Ahora, al frente del Gobierno colombiano, Petro deberá trabajar con los militares para asegurar la paz y la gobernabilidad del país.

4. El crecimiento económico

Según la OCDE, Colombia liderará el crecimiento económico en América Latina en 2022, con un 6,1 %, gracias al fortalecimiento de los precios de las materias primas (principalmente el petróleo). Sin embargo, también consideran que dicho crecimiento puede ser pasajero.

Por otra parte, tendrá que enfrentar una inflación interanual del 26 %, la subida de los tipos de interés y el alto nivel de desempleo (11,6 %). Todos estos factores van a interferir en su agenda de crecimiento inclusivo y a afectar, sobre todo, a las clases populares, bastión del soporte político de Petro.

5. La geopolítica internacional

Para Estados Unidos, Colombia representa un aliado militar geoestratégico por su doble acceso al Pacífico y el Caribe. Testimonio de su relevancia militar son las bases americanas en su territorio. También han sido aliados en la OEA, actualmente muy debilitada por la polarización de los países de la región.

La hasta ahora tensa relación con el Gobierno de Venezuela seguramente mejorará al ser ambos gobiernos de izquierda. Sin embargo, Petro deberá mantener distancias para no perder su imagen internacional de progresista, pragmático y moderado. En todo caso, la ola de izquierda que domina a América Latina favorecerá su integración con la región.

Símbolos de cambio

La sorpresiva procesión de la espada de Bolívar ha sido interpretada por algunos como la reafirmación de una postura antiimperialista y contraria a la inversión extranjera. Sin embargo es, sobre todo, un símbolo del pasado de Petro en la lucha insurgente. El robo de la espada en 1974 fue la acción que dio a conocer al movimiento guerrillero M-19.

La llegada de Petro a la presidencia de Colombia ha estado cargada de simbolismos, que buscan reivindicar a aquellos que, durante décadas, se han sentido marginados por el sistema y del desarrollo. Un reclamo justo que exige una atención impostergable. Sin embargo, requerirá mucho tacto político para no polarizar a la sociedad, así como muchos recursos para lograr cambios trascendentes a nivel social. El fin es incuestionable, el desafío está en el cómo.

La presidencia de Petro ya es un acontecimiento histórico para Colombia y Latinoamérica, pero su Gobierno solo podrá ser evaluado después de alcanzar una plena gobernabilidad democrática, así como claros y medibles resultados en materia social y económica.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Armando Jiménez San Vicente no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.