Roland Garros: Francisco Cerúndolo y Tomás Etcheverry, las nuevas caras de un fenómeno argentino singular
PARIS (Enviado especial).- Francisco Cerúndolo y Tomás Etcheverry se llevan once meses. El porteño nació en agosto de 1998; el platense, en julio de 1999. Se conocen desde muy chicos, desde el momento en el que empezaron a desarrollar sus anhelos deportivos. Tomás se entrenó durante años en la academia de Alejandro “Toto” Cerúndolo, el papá de Fran (y también de Juan Manuel, claro). Compartieron una innumerable cantidad de prácticas. En agosto de 2020, cuando se empezaron a abrir algunas fronteras durante la pandemia, Etcheverry, los hermanos Cerúndolo y Andrés Dellatorre, por entonces coach de Juanma, viajaron a Europa para tratar de jugar luego de cinco meses de inactividad. Tanto Fran como Tommy estaban afuera del top 230; eran otros tiempos, en los que ambos luchaban por acercarse al circuito ATP.
En agosto de 2021, sobre el polvo de ladrillo del Challenger de Cordenons, Italia, Francisco y Tomás disputaron la final. El primero, siendo 119° del ranking y entrenado por Walter Grinovero (ahora actual coach de Etcheverry), venció con autoridad al segundo, por entonces 148°, por 6-1 y 6-2. Lejos de sentirse incómodos, durante la celebración posaron abrazados para las fotos. Luego, un posteo de Etcheverry fue bastante premonitorio: “Termina otra gran semana para mí. Hoy no se pudo en la final. Felicitaciones a un gran amigo que me dio el tenis, @francerundolo, muy lindo disputar una final, desde los 9 años que venimos luchando para que lleguen estos momentos y ojalá lleguen muchos más”. El platense suspiró por nuevos capítulos de alegría para ambos y juntos. Vaya si llegaron esos momentos durante el actual Abierto de Francia. Los dos llegaron, por primera vez, a la segunda semana de un Grand Slam.
El bendito tenis argentino que presenta limitaciones económicas, problemas de infraestructura (la ausencia histórica de un centro nacional, por ejemplo) y lejanía geográfica de los grandes polos, lo hizo de nuevo. Existe un nexo entre Francia y la Argentina; un vínculo cultural, arquitectónico, deportivo. Roland Garros es el Gran Slam más especial para los argentinos. Si bien hubo conquistas en el US Open y en Australia, y finales de Wimbledon, la terre battue de París no tiene comparación emocional para las raquetas nacionales. Gran parte de los argentinos preparan su calendario en función de jugar en Roland Garros. Así fue antes, y así es ahora, cuando dos piezas de la nueva generación se lucen en el Bois de Boulogne.
Este lunes, Cerúndolo (24 años) y Etcheverry (23) buscarán avanzar a los cuartos de final del segundo Grand Slam del año. Ambos jugarán en el Suzanne Lenglen, el segundo estadio en jerarquía del torneo (visualmente, el mejor para los espectadores). Primero jugará Francisco (23° preclasificado), en el segundo turno (cerca de las 8 de la Argentina), ante uno de los niños maravilla del tour, el danés Holger Rune (6°). Y en el cuarto turno lo hará Etcheverry: ante Yoshihito Nishioka (Japón; 27°).
El tenis nacional siempre parece reinventarse con estandartes inoxidables: rica materia prima, creatividad, sacrificio, una escuela clásica de entrenadores, contagio y deseo de progresar. Cerúndolo y Etcheverry se convirtieron en los argentinos número 18 y 19 en avanzar a los octavos de final de Roland Garros desde 2000. De hecho, la Argentina tiene la segunda mayor cantidad de jugadores en lograr ese registro durante ese período, sólo superado por España, con 24. Es, además, la primera vez que nuestro país cuenta con dos jugadores menores de 25 años en el cuadro de los últimos 16 de un major desde el US Open 2005, con Guillermo Coria y David Nalbandian. Vaya si es valioso lo logrado por Cerúndolo y Etcheverry en esta primavera parisina.
“Vengo jugando a los tiros, teniendo un gran año y me tengo mucha fe para el partido con Rune”, advirtió Cerúndolo, que en el ranking en vivo se asegura subir tres posiciones hasta el 20 escalón (su mejor posición histórica). Su récord ante jugadores Top 10 es de 6 victorias y 7 derrotas, pero de 5-2 si se tienen en cuenta sólo los partidos disputados sobre polvo de ladrillo. Será el primer encuentro entre el porteño y el danés en el circuito grande, aunque el argentino lo venció en el Challenger Tour (la segunda división profesional) de Manerbio, Italia, en 2019, por 7-6 (7-4) y 6-0, cuando Rune tenía sólo 16 años y lejos estaba de su estatus actual, como número 6 del ranking y finalista este año de los Masters 1000 de Roma y Montecarlo, y ganador del ATP 250 de Múnich.
Etcheverry, que ganó sus tres partidos en París sin perder sets ante el británico Jack Draper, el australiano Alex De Miñaur (18°) y el croata Borna Coric (15°), va por más. “El torneo está abierto, yo voy a seguir disfrutando cada día y estoy a full para el próximo partido. Es una sensación increíble la que tengo. Me preparé toda la vida para esto, lo vine a buscar ahora, en mi mejor año, y siento que estoy jugando grandes partidos”, destacó Etcheverry, de 1,96 metro, y que ya se aseguró estar dentro de los 40 mejores del mundo por primera vez al final del torneo. Ese deseo virtual de 2021, el de “ojalá que lleguen muchos momentos más”, se hizo realidad. El efecto contagio moviliza: Fran y Tommy son ejemplos de ello.