Rogelio Funes Mori, el jugador histórico de Monterrey que nunca pudo enamorar a su afición

Rogelio Funes Mori ha dado vida a una paradoja difícil de entender en el futbol: ser histórico sin ser ídolo. El delantero argentino naturalizado mexicano ha partido de Rayados de Monterrey, club del que es máximo anotador histórico: 132 goles en liga. Pero nunca pudo enamorar a la afición regiomontana. Las cifras no fueron suficientes durante los ocho años y medio que estuvo en La Pandilla. Se marcha sin generar consenso.

Durante los primeros años de su carrera, Funes Mori se hizo de una fama injusta, quizá, pero no imprecisa del todo: fallar goles clamorosos. En River Plate, club que lo debutó profesionalmente, Funes Mori demostró condiciones, pero también erró muchas veces de manera insólita. Hasta le hicieron canciones relativas a su capacidad sobrehumana de fallar. No había lugar a dudas: podía llegar a ser muy bueno, pero debía mejorar su efectividad. El tiempo lo llevó a Europa con el Benfica y luego con el Eskişehirspor de Turquía. Para 2015, su nombre apareció en México: era el fichaje estelar de Monterrey.

Del equipo Monterrey, no de la ciudad. Porque el arribo más importante a esa ciudad, aquel año, fue el de André-Pierre Gignac con Tigres. Justamente esa comparación con el francés condenó a Funes Mori durante su larga estadía en Rayados. Siempre estuvo a la sombra de su vecino, por más goles que anotara. Pronto, la balanza se inclinó a favor del rival. Y el balance no deja lugar a dudas: Gignac ha sido campeón en cinco ocasiones y Funes Mori sólo ganó un título. En goles también le gana: 177 contra 132 (en Liga MX). Ganó dos Concacaf, con sabor diferente. Una se saldó con un tercer lugar en el Mundial de Clubes 2019 (y un gran partido ante Liverpool, gol de Funes Mori incluido); el otro, con la eliminación ante Al-Ahly en el primer partido en 2021.

El único título liguero que el Mellizo levantó en Rayados fue sumamente especial, es verdad. Contra el América en el Azteca y anotando en las finales de ida y vuelta. De hecho, aquella conquista parecía ser el momento disruptivo de Funes Mori: a partir de entonces, construiría su camino hacia la idolatría total. No fue así y, al contrario, nunca despejó dudas. Fue responsable principal de las constantes decepciones rayadas. Su inacción en momentos importantes llevó al desespero a la afición que se moría de ganas por tener a quien adorar.

En Liguillas hizo 18 goles en 43 partidos. No son números malos, pero tampoco son los que se esperarían de una superestrella. De un ídolo. Su calidad técnica le permitió firmar anotaciones de escándalo. Era común verlo intentar chilenas, y muchas de ellas le salieron a la perfección. También tenía predilección por los recortes en el área. Su principal cualidad era el juego de espaldas al arco. El manejo de su cuerpo le permitía sacar ventaja de sus marcadores y ayudar a sus compañeros: les bajaba el balón o formaba paredes para acercarse al arco.

No fue casual que Gerardo Martino lo llevara a la Selección Mexicana en 2021. No salió como ambos esperaban. Funes Mori fue presa de la lupa que tenía encima y ni siquiera se acercó a su mejor versión rayada. En Qatar 2022 apenas jugó migajas de tiempo en el último partido, ante Arabia Saudita. La sensación general fue que si ya lo había llamado, al menos le hubiera dado más minutos en la Copa del Mundo. Se hizo mucho revuelo para nada.

A la par de Gignac, tuvo que competir contra otra sombra: la de Humberto Chupete Suazo, a quien superó en números, pero nunca en el corazón de los aficionados. Así se marcha de Rayados de Monterrey. Es un histórico pero no es un ídolo. Son las ironías que tiene el futbol, cruel y justo sin necesidad de estar equivocado. Ahora el Mellizo continuará su andar en México con Pumas de la UNAM. Será un reto titánico para encarar la recta final de su carrera. Sus goles nadie los puede borrar.

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