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Rodrigo Zarazaga: "Se empieza a ver la angustia del que no tiene para comer"

El sacerdote jesuita y politólogo Rodrigo Zarazaga suele conjugar un trabajo territorial con las tareas religiosas y la dirección de la Escuela de Liderazgo Político del Centro de Investigación y Acción Social (CIAS). En tiempos de pandemia, sin embargo, su lógica de trabajo se alteró y ahora pasa la mayor parte del día buscando donaciones desde su casa, mientras responde a los pedidos de referentes sociales y articula el trabajo de la iniciativa Seamos Uno,a través de la cual se busca recibir donaciones por $1000 millones para abastecer, frente a la parálisis económica, a un millón de hogares de los barrios más carenciados de la provincia y la ciudad de Buenos Aires. "Cuando miro las imágenes de Guayaquil y pienso en el conurbano bonaerense me hiela la sangre", dice Zarazaga a LA NACION, y asegura que, mientras hay desesperación en los barrios más pobres y miedo al hambre, hay una cantidad de actores que, desde el sector privado, se comprometieron y aportaron desde dinero hasta estructura para armar un millón de cajas de alimentos no perecederos y artículos de higiene.

-¿Cómo surgió la colecta Seamos Uno?

-Nació de la preocupación de distintos actores de iglesias, jesuitas, pastores, la AMIA, y cámaras empresarias. Cuando les decíamos que notábamos hambre, se comprometieron a aportar. Ya había una crisis económica y social y sobre esto nos pega la pandemia, que arroja nueva gente. La peluquera, el carpintero, el vendedor ambulante, esa gente agota los últimos recursos que tiene. Y se empieza a ver la angustia del que no tiene para comer hoy y no va a tener mañana.

-¿Y cómo es la lógica de la colecta?

-Los gobiernos de la Ciudad y la provincia marcan los lugares de necesidad y urgencia. Ahí nosotros tenemos un mapa con referentes de las organizaciones. Aportaron muchísimas empresas. El transporte para distribuir las cajas a los referentes lo aportan los mismos privados. Nosotros llegamos al punto donde está el referente. Y al referente le bajamos las cajas, para que pueda contener a las familias en ese lugar. Las cajas se montan en una nave logística estratégica. Van distintos productos de alimentos, harinas, arroz ,arvejas, detergente y jabón. Consensuamos una lista con la Ciudad y la provincia, a partir de pedidos hechos por nutricionistas.

-¿En qué sector está centrada la colecta?

- La iniciativa responde a esa persona que, si cae en la desesperación, nos lleva al abismo. Esa persona quedándose en su casa nos cuida a todos. La idea es que ayudemos a que esa persona no caiga en la desesperación.

-Usted conoce mucho sobre el fenómeno de los referentes territoriales, muy abarcado en su libro "Conurbano infinito". ¿Cómo es el trabajo con ellos?

-A veces entendemos el fenómeno de los referentes, comúnmente llamados punteros, como una característica de un partido en particular. Lo que yo veo al ver la fragmentación, y ver que incluso cambian de partido, es que el referente es más una imposición de un territorio que una característica partidaria. Y el trabajo es con ellos, que marcan dónde está la necesidad.

-¿Es efectiva la medida de la cuarentena obligatoria?

-Le pedimos que cumplan protocolos de higiene a gente que no tiene agua, y que se aísle a gente que vive hacinada. El error, a veces, es pensar que hay una cuestión de mala voluntad en los vulnerables de no querer cumplir. El miedo nos toca a todos. El condicionamiento estructural hace que los sectores vulnerables no puedan llevarlo como lo llevan otros. Nosotros lo llevamos con Netflix, Zoom y descorchando un vino. En la casilla donde hay humedad bajo chapas, seis personas viviendo y sin agua, no se puede. El proyecto Seamos Uno apunta a que el día después nos pongamos a trabajar contra el problema de las desigualdades estructurales.

-¿Y qué miedo impera: el miedo al hambre o a la enfermedad?

-El miedo al hambre es muy fuerte. Cuando una persona sabe que no le dio de comer a sus hijos y no sabe si le va a poder dar mañana, es un miedo muy fuerte, es hambre. Lo otro es una posibilidad, y la gente es muy consciente y tiene miedo de contagiarse el virus. Sabe que si se lo contagia no va a disponer del aparato sanitario, y además, muchas veces hay condiciones previas, debilidades propias de la alimentación.

-¿Cómo fue la reunión con el Presidente, junto con otros representantes religiosos?

-Muy buena. Estaban Daniel Arroyo y Agustín Rossi. También fueron Eduardo Valdés y Julio Vitobello. Y me llamó la atención que yo propuse, cuando terminaba la reunión, que le diéramos una bendición. Y el Presidente se emocionó mucho.

-¿Qué observa de la dirigencia política en este momento?

-En todos los niveles hay muchos problemas de coordinación. La provincia de Buenos Aires es un monstruo que tiene 135 intendentes, más de 1200 villas. Noto que en todos los niveles la pandemia hace que se recapacite mucho sobre el oportunismo politiquero. Casi todos toman conciencia de que están frente a un tsunami, que es la pandemia. Noto más responsabilidad que oportunismo.

Para donar: www.seamosuno.com.ar