Anuncios
Elecciones México 2024:

Cobertura Especial | LO ÚLTIMO

Rincón Gaucho: los vinos frescos y ligeros de aquellos viñedos de Temperley

El viñedo La Perseverancia
El viñedo La Perseverancia

“En el mes de marzo que acababa de fenecer, tuvimos el placer de asistir a una fiesta gratísima para los que amamos el progreso y engrandecimiento de este país. La Comisión Directiva del Viñedo ‘La Perseverancia’, establecido en la estación Temperley (F. C. del Sud) nos invitó a presenciar la apertura de las cosechas del año corriente”, se lee en el artículo “Compañía Viti-Vinicultora La Perseverancia’” de la revista porteña El Sudamericano de 1889, colección del geógrafo Alfredo Grassi, del Instituto Histórico Municipal de Lomas de Zamora.

Buenos vinos provenían de estos solares. En Temperley su historia y su gente, de Jorge Gualco y Alberto de Paula se lee: “(...) en 1883, los empresarios Adolfo Tonnelier, Carlos Tomkimson y Manuel Durruty fundaban el Viñedo de Temperley, con ocho cuadras cuadradas plantadas con viña americana de la mejor especie”. Es esta referencia al lugar donde se denominó luego Campo Huergo.

Esa empresa viñatera tomó impulso como un ensayo que inspiraba gran fe en “nuestro suelo y en nuestro clima”, según la publicación de 1889. Como antecedente de una zona próspera a esta labor, hacia 1600 en la estancia de don Diego Núñez de Prado, que comprendía las actuales Temperley, Barrio San José, Adrogué, José Mármol, Rafael Calzada y gran parte de Burzaco, ya se cultivaba la vid, describe el portal Temperley Web.

Aquella viña americana (variedad Isabella) cautivaba por sus cualidades y obligaba a “dar una idea rápida de esta floreciente asociación”, se lee en aquel recorte de El Sudamericano. Grassi añade que además se encontraba la cepa francesa “de la mejor especie” ya que eran prósperas “las aptitudes del suelo y del clima de nuestra zona”.

Ya en los albores del siglo XX, esas tierras que pertenecían a la familia Huergo comienzan a lotearse para dar paso a la formación de una villa residencial. Alberto de Paula detalla: “(...) se había formado sobre la chacra de José María Huergo, célebre por sus magníficos viñedos, el barrio Campo Huergo; a comienzos de noviembre de 1908, el rematador fue Vinelli y Hno”.

La variedad Isabella, según el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) se utiliza para elaborar el Vino de la Costa de denominación de origen de Berisso y Avellaneda: “Esta cepa le brinda al vino características suaves que rememoran a un rosado, fresco y ligero con un dejo en boca a frutilla o frutas frescas. Tienen un grado bajo de alcohol y una baja acidez. Recuerdan a una tarde fresca de verano y con buena compañía”, precisa la sommelier Micaela del Carmen Guerra, quien explica que catar pone en competencia “la vista, el olfato, el gusto y hasta el tacto cuando el vino nos envuelve el paladar y nos deja ese gusto en boca”.

La especialista agrega que “esta cepa tuvo su fama ya que fue utilizada para combatir a la filoxera de las vid: insecto que atacaba a las Vitis Vinifera y fue una plaga en los viñedos europeos. Las cepas americanas eran tan inmunes a esta especie que se utilizaron como porta injertos para salvar los cultivos”.

También en la casona de George Temperley había un viñedo y una pequeña bodega donde se elaboraba vino. La quinta era una de las más lujosas del Río de la Plata: “Es de lo más agradable que pueda imaginarse: de puro estilo inglés, con hermosos parques a través de los cuales pasa el ferrocarril”, detalla De Paula con relación a un manual turístico de 1869. En 1877 el casco de esa quinta fue adquirida por el presidente Nicolás Avellaneda.

Sin dudas, a lo largo de la historia de la humanidad el vino estuvo presente como sinónimo de unión, alegría y fuente de inspiración, aun en aquellas zonas donde hoy nacen grandes ciudades y “parece cuento” que allí hubo viñedos.