Reto ecológico del Canal de Suez a 150 años de su apertura

Vista aérea del ingreso al Canal de Suez por Ismailia, Egipto, en foto del 6 de agosto del 2015. Ese ingreso fue abierto en una de las últimas expansiones del canal, las cuales están facilitando la llegada de especies invasoras que hacen peligrar todo el ecosistema de la zona e incluso del Mediterráneo. (AP Photo/Amr Nabil, File)

TEL AVIV, Israel (AP) — Mientras Egipto celebra los 150 años de la apertura del Canal de Suez, biólogos marinos se lamentan por uno de los legados menos conocidos del famoso pasaje: La invasión de cientos de especies no nativas, incluidas aguavivas tóxicas y agresivos peces león.

El canal, que conecta el Mar Rojo y el Mar Mediterráneo, revolucionó el transporte marítimo al crear una ruta directa para el comercio entre Oriente y Occidente. Pero con el correr de los años, especies invasoras han causado estragos y tienen a las nativas casi al borde de la extinción, alterando el delicado ecosistema del Mediterráneo con consecuencias potencialmente devastadoras, según los científicos.

La presencia de estas especias aumentó significativamente desde que Egipto duplicó la capacidad del canal en el 2015, abriendo un nuevo canal, ante el malestar de Europa. La iniciativa fue muy criticada por varias naciones del Mediterráneo, incluida Israel, vecina de Egipto, país con el que libró una guerra en 1967 a lo largo del canal de 193 kilómetros (120 millas).

Bella Galil, bióloga marina israelí especialista en el Mediterráneo, dijo que buena parte de los daños ecológicos son irreversibles.

Pero sostiene que, ante la presencia de peces y crustáceos invasores acelerada por el calentamiento de las temperaturas del agua y su rápida expansión hacia Europa, es importante intervenir para minimizar las consecuencias a largo plazo. Galil, del Museo Steinhardt de Historia Natural de la Universidad de Tel Aviv, afirma que la continua expansión y profundización del canal ha creado un “acuario móvil” de especies que, de no ser controladas, podrían hacer que el agua de las costas sea dañina para los humanos.

Galil indicó que actualmente hay unas 400 especies invasoras, más del doble que hace 30 años.

Israel ya soporta una ola sin precedentes de aguavivas tóxicas que dañan plantas eléctricas de la costa y ahuyentan a bañistas y turistas. Varias otras especias venenosas, entre ellas el pez león, tienen colonias permanentes y plantean peligros para la salud si terminan en las mesas de los restaurantes de las playas. Lo más alarmante, no obstante, es la llegada del Lagocephalus Sceleratus, un pez espinoso extremadamente tóxico, conocido a veces como pez sapo de cachetes plateados.

Galil dijo que la mitad de los peces que consumen los israelíes, y todos los crustáceos, son de especies invasoras.

Estas especies invasoras han llegado incluso a España y causado alarma en las naciones del Mediterráneo.

“Plantean serios riesgos a la biodiversidad local, comparables a los del cambio climático y la contaminación”, afirmó Galil.

Agregó que estas especies han causado una “profunda alteración” del ecosistema, poniendo en peligro varias especies locales y acabando con los mejillones, camarones y salmonetes nativos.

El ministerio de protección ambiental de Israel dijo que sigue de cerca este fenómeno, alarmado porque sus costas son “la primera parada” del Mediterráneo. Señaló que Israel no puede frenar este fenómeno por sí sola, pero está promoviendo regulaciones para proteger los hábitats marinos más vulnerables. Subrayó que la protección del ambiente marino “es hoy más importante que nunca” en vista de que Israel depende cada vez más del Mediterráneo para el suministro de agua potable.

Científicos libaneses de la Universidad Americana de Beirut escribieron hace poco que si no se hace nada por mitigar los riesgos ecológicos asociados con la expansión del Canal de Suez, buena parte del ecosistema del Mediterráneo correrá peligro. Científicos marinos de toda la parte oriental del Mediterráneo, desde Turquía hasta Túnez, están de acuerdo.

Una solución relativamente simple son las plantas de desalinización que construye Egipto con capital catarí en el canal, la primera de las cuales empezaría a funcionar este año.

Galil dijo que, si se hacen las cosas bien, la salmuera que producen las plantas podría ser usada para recrear una “barrera salina” que impida el desplazamiento de las especies hacia el norte. Lagos unos 45 kilómetros (30 millas) al norte del canal representaron alguna vez una barrera de ese tipo, que desapareció cuando se amplió el canal.

Egipto dice que las quejas de los israelíes tienen un trasfondo político. Moustafa Fouda, asesor del ministro del medio ambiente, dijo que menos del 5% de las especies invasoras son dañinas.

Los egipcios niegan asimismo que las invasiones sean producto de la expansión del canal. Las atribuyen al aumento en la temperatura de las aguas derivado del calentamiento global y del lastre que dejan los buques de carga.

“Las invasiones son una tendencia mundial motivada por la contaminación y el cambio climático. Las especies tienen problemas para sobrevivir y buscan otros ambientes más propicios”, manifestó Tarek Temraz, profesor de biología marina de la Universidad del Canal de Suez y autor de un informe ambiental sobre el impacto de la expansión del canal.

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DeBre informó desde El Cairo.

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Aron Heller está en www.twitter.com/aronhellerap e Isabel Debre en www.twitter.com/isabeldebre