La resurrección de Jesús y las preguntas históricas que la rodean | Carta del lector

De la población mundial el 30% de la misma se considera cristiana; la mitad, aproximadamente, son evangélicos y la otra mitad son católicos, y a partir del 10 de celebrarán la Semana Santa para rememorar la crucifixión y resurrección de Jesús, el Cristo.

Gerd Ludemann, profesor de Nuevo Testamento y Director de Estudios Cristianos Antigüos en la Facultad de Teología de la Universidad de Gotinga, Alemania, escribió un controversial libro: ”La resurrección de Jesús: historia, experiencia, teología”.

En el mismo, el autor, se cuestiona, “¿qué se ha de entender realmente por resurrección, de Jesus?”, página 14, ya que según la cosmovisión de los hombres de aquella época resucitar significaba que un cadáver se reanimase, o sea, volviese a vivir. Sin embargo, “la tumba de Jesús no estaba vacía, sino llena, y su cadáver no se esfumó…”, página 153.

El autor narra que “la resurrección de Jesús de entre los muertos propiamente dicha, por tanto el suceso como tal, no se describe en ningún texto del Nuevo Testamento”, página 38. O sea, “no tenemos el relato de ningún testigo ocular sobre la resurrección de Jesús”, página 16.

Así mismo, Ludemann considera que la aparente aparición de Jesús a Pedro podría ser considerada como una alucinación de Pedro, puesto que él estaba procesando el duelo de la muerte de Jesús, con sentimientos de culpa por haberle negado tres veces. “Pedro se aplicó a sí mismo una vez más (…) la palabra de perdón divino”, página 146.

De igual manera considera que la aparente aparición a Pablo fue consecuencia del llamado, por los psicólogos, complejo de Pablo, puesto que él estaba persiguiendo a los cristianos y deseaba fervientemente convertirse al cristianismo. “En ambas [apariciones] queda sustituido el sentimiento de culpa por la certidumbre de la gracia”, página 147.

Hoy, dos milenios después, los cristianos aceptan textualmente lo que cuenta el Nuevo Testamento de la resurrección de Jesús. Sin embargo, las ciencias se han desarrollado y “una perspectiva de cosmovisión moderna consecuente debe decir adiós a la resurrección de Jesús como acontecimiento histórico”, página 147.

Quizá, futuras generaciones quién sabe cuánto tiempo, décadas o siglos podrían contemplar el derrumbe del cristianismo como religión como sucedió con la de los romanos, griegos, egipcios, babilonios, sumerios, etcétera.

“La decisión de la fe se apoya en el Jesús histórico (…), y no precisamente en un Cristo resucitado tal como lo deseamos”, página 155.

Jesús Lázaro, Miami.