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RESUMEN-"Duras" conversaciones EEUU-China señalan difícil inicio en relaciones bajo gobierno de Biden

FILE PHOTO: Chinese and U.S. flags flutter outside the building of an American company in Beijing

Por Humeyra Pamuk, David Brunnstrom y Michael Martina

ANCHORAGE, Alaska, EEUU, 18 mar (Reuters) - Funcionarios estadounidenses y chinos concluyeron el viernes lo que Washington denominó conversaciones "duras y directas" en Alaska, que dejaron al descubierto la profundidad de las tensiones entre las dos economías más grandes del mundo al inicio del gobierno de Joe Biden.

Los dos días de reuniones, las primeras conversaciones en persona de alto nivel desde que Biden asumió el cargo, finalizaron tras un inusual y vehemente inicio el jueves, cuando las partes criticaron públicamente las políticas del otro frente a las cámaras de televisión.

Las conversaciones parecieron no arrojar avances diplomáticos, como era esperado, pero la amarga rivalidad mostrada sugirió que ambos países tenían pocos puntos en común para restablecer las relaciones que se han hundido al nivel más bajo en décadas.

El período previo a las discusiones en Anchorage, que siguieron a las visitas de funcionarios estadounidenses a los aliados Japón y Corea del Sur, estuvo marcado por una serie de movimientos de Washington que mostraron que estaba adoptando una postura firme, así como por un discurso franco de Pekín, que advertía a Estados Unidos de que no se hiciera ilusiones sobre un compromiso.

"Esperábamos tener conversaciones duras y directas sobre un amplio rango de temas, y eso es exactamente lo que tuvimos", dijo a periodistas el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, momentos después de que la delegación china abandonara la sala de reuniones del hotel.

Los miembros de la delegación de China abandonaron el hotel sin hablar con los periodistas, pero el máximo diplomático de Pekín, Yang Jiechi, dijo más tarde a la cadena de televisión CGTN de su país que las discusiones habían sido constructivas y beneficiosas, "pero, por supuesto, todavía hay diferencias".

"China salvaguardará firmemente la soberanía, la seguridad y el desarrollo nacionales", afirmó Yang.

El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, dijo que no le sorprendió que Estados Unidos obtuviera una "respuesta defensiva" por parte de China después de que expresó su preocupación por los abusos contra los derechos humanos cometidos en Xinjiang, Tíbet y Hong Kong, así como sobre los ciberataques y la presión sobre Taiwán.

Pero Blinken afirmó que las dos partes también tenían intereses cruzados sobre Irán, Corea del Norte, Afganistán y el cambio climático, y que Estados Unidos había logrado durante las reuniones lo que había venido a hacer.

"En economía, comercio y tecnología, les dijimos a nuestras contrapartes que estamos revisando estos temas en estrecha consulta con el Congreso, con nuestros aliados y socios, y avanzaremos en ellos de una manera que proteja y promueva totalmente los intereses de nuestros trabajadores y nuestras empresas", dijo Blinken.

El consejero de Estado chino, Wang Yi, quien se unió a las reuniones, fue citado por la televisión estatal diciendo que le habían dicho a la parte estadounidense que la soberanía de China era una cuestión de principios y no debían subestimar la determinación de Pekín de defenderla.

Después de los comentarios de apertura de Blinken el jueves sobre el desafío de China a un orden internacional basado en reglas, Yang arremetió con un largo discurso criticando la democracia de Estados Unidos y las políticas exteriores y comerciales.

Estados Unidos acusó a China de "grandilocuencia" para su audiencia nacional, y ambas partes sugirieron que la otra había roto el protocolo diplomático.

Las reprimendas se desarrollaron frente a los periodistas, pero un funcionario de alto rango de Washington dijo a los reporteros que tan pronto como los medios abandonaron la sala, las dos partes "inmediatamente se pusieron manos a la obra" y mantuvieron conversaciones sustantivas.

(Reporte de Humeyra Pamuk en Anchorage y Michael Martina, David Brunnstrom, Simon Lewis y Mohammad Zargham en Washington; Escrito por Michael Martina, Editado en Español por Manuel Farías)